Innovación alimentaria
Catalunya impulsa el cultivo de algas como fuente sostenible de proteínas
Su producción empieza a introducirse en el Delta del Ebre y en Roses debido a su alto valor nutritivo y porque limpian y oxigenan las aguas
Nuevas empresas están incorporando las algas tanto en la alimentación como en aplicaciones innovadoras, como la obtención de una alternativa al plástico, la producción de biomasa y la descontaminación de las aguas

Microalgae Lab, la primera empresa en iniciarse en el cultivo de algas en Catalunya, cultiva espirulina en Tarragona / Joan Revillas


Glòria Ayuso
Glòria AyusoPeriodista
Catalunya está apostando por la producción de algas como una fuente de proteína alternativa en la alimentación. Se trata de un sector emergente en el que están surgiendo empresas que producen nuevos ingredientes y complementos alimenticios para incorporarlos a la dieta.
Ricas en proteínas, ácidos grasos esenciales, hierro, minerales y vitaminas, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) promueve su cultivo ante la disminución de la pesca por la sobreexplotación del océano, considerando las algas un recurso eficiente y sostenible para alimentar a una población mundial en crecimiento. Su capacidad de limpiar y oxigenar las aguas también ha motivado que en Catalunya se empìecen a cultivar junto a las piscifactorías.

Mariona Alabau, de la start-up Algues de Roses, junto a las piscifactorías de la Confraría de Pescadors, donde se cultivan también las algas. / El Periódico
Nuevos alimentos
En sus usos alimentarios más habituales, las algas se agregan a ensaladas, en sopas para enriquecer el sabor o se utilizan como especias. No obstante, empiezan a surgir nuevos productos más elaborados a base de algas. La start-up Poseidona ofrece nuevos ingredientes extrayendo la proteína del alga y concentrándola en harinas, para que “una dosis” de estos nuevos alimentos “tenga una aportación equivalente a la de un filete de carne”, explica María Cermeño, experta en tecnología de la alimentación y cofundadora de la empresa.
El valor de las nuevas propuestas radica en su poder nutricional y una menor huella de carbono en comparación con la proteína animal y ciertos cultivos terrestres como la soja.
Las microalgas, como la chlorella y la espirulina, que son microscópicas y se encuentran suspendidas en el agua, contienen una mayor proporción de proteína, describe Cermeño. Por su parte, las macroalgas, visibles a simple vista y capaces de cubrir grandes extensiones, como el nori, el kombu o el wakame, también aportan fibra, vitaminas, minerales y compuestos con propiedades antioxidantes. Su alto contenido en yodo las hace poco recomendables en personas con hipertiroidismo o problemas renales.

Pruebas de desarrollo de cultivo de Ulva en el Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries (IRTA). / El Periódico
Prioridad estratégica
Asia concentra más del 97% de la producción de algas en el mundo. La Comisión Europea considera una prioridad estratégica el aumento de su producción. En los últimos diez años, ha destinado unos 700 millones de euros a financiar cerca de 300 proyectos.
“En Asia están muy introducidas, aquí es necesario un cambio cultural, no es sostenible mantener una forma de alimentación que requiere la utilización de muchos más recursos que otras nuevas formas de proteínas”, afirma el experto e investigador en acuicultura del Institut de Recerca i Tecnologia Alimentària (IRTA), Ignasi Gairin. En las instalaciones del IRTA de la Ràpita se ha creado el nuevo Centro de Acuicultura Restaurativa del Mediterráneo (MRAC), para investigar y promover el cultivo sostenible de microalgas y macroalgas para incorporarlas a la alimentación y en la acuicultura restaurativa. La iniciativa forma parte de la Estrategia Marítima de Catalunya hasta 2030. El centro ha sido reconocido por la FAO y tiene como misión dar servicio también a los países del entorno.

Laboratorio de Algues de Roses, donde cultivan las semillas que luego trasladan a aguas abiertas. / El Periódico
Mercado viable
Las investigaciones se centran en cómo producir algas de forma óptima para llevar a cabo proyectos viables. “No cultivaremos si no hay un mercado detrás”, recalca Gairin, que subraya que el trabajo prioriza también la seguridad alimentaria. Las pruebas piloto realizadas tanto en las badías del delta del Ebre como en piscinas del IRTA han verificado que es posible cultivarlas para la explotación comercial. El IRTA las considera una opción para diversificar los cultivos en el Delta del Ebre, cada vez más afectados por la salinidad debido al avance del mar como consecuencia del cambio climático.
El centro trabaja con algas marinas, como la ulva y la gracilaria, y de agua dulce, como las microalgas chlorella y espirulina. Una ventaja de las algas marinas es que "el agua del mar es ilimitada", incide el investigador. Los cultivos en entornos naturales y en sus instalaciones han permitido perfeccionar las técnicas, determinar que el mejor periodo de cultivo es de marzo a octubre y seleccionar las especies más adecuadas, sin riesgo de predación ni competencia de otras especies. “Queremos focalizarnos en producir las más interesantes, por su aportación nutritiva, tanto para alimentación humana como animal, en piensos”, explica Gairin.

Cultivo de algas junto a una piscifactoría de la Confraría dels Pescadors de Roses. / Algues de Roses
Sistemas en equilibrio
El MRAC participa en el proyecto europeo BLUEBOOST, dedicado cultivar en un mismo espacio algas, peces y bivalvos como mejillones y ostras. “Unas especies alimentan a otras”, optimizando recursos, reduciendo residuos y mejorando la producción, explica Gairin. En estos cultivos se introduce concretamente la liza, un pez de baja cadena trófica que necesita menos recursos para crecer, cuyo consumo se plantea fomentar para lograr un ecosistema acuícola sostenible y rentable.
Por su capacidad para purificar el agua, el MRAC también investiga sobre la aplicación de las algas en proyectos de restauración de ecosistemas acuáticos, especialmente en áreas de depuración de aguas y en zonas contaminadas como los puertos.

Plantación de las semillas de Algues de Roses en el Golf de Roses. / El Periódico
Pescadors de Roses
Los ecosistemas más propicios para el cultivo de algas en Catalunya se encuentran en el Delta del Ebre y también en el Golf de Roses, donde desemboca La Muga, ya que las aguas de los ríos aportan muchos nutrientes, nitratos y fosfatos, procedentes de las explotaciones agrarias y ganaderas.
Precisamente, la Confraria de Pescadors de Roses y la ambientóloga y licenciada en nutrición Mariona Alabau han creado Algues de Roses, con el fin de cultivar y comercializar este nuevo ingrediente en la dieta.
Mínima preparación
Alabau se encarga de todos los aspectos técnico-científicos. Probaron primero con la ulva, pero “cultivarla en el Mediterráneo es difícil”, con lo que se decidieron finalmente con el alga verde, llamada también codium vermilara. En unas instalaciones en tierra se desarrolla la semilla, que luego se traslada a cultivos controlados en aguas abiertas. En enero empezó el cultivo. En la época cálida es cuando más crece y a partir de junio se podrán comprobar los resultados.
El objetivo a corto plazo es vender las algas a los restauradores de la zona bajo la marca Algues de Roses a través de la cadena de distribución habitual de la Confraria dels Pescadors. A más largo plazo, y teniendo en cuenta que la cofradía ya cuenta con una planta de envasado, la start-up se propone desarrollar nuevos productos basados en el codium. “Pensamos en productos de mínima preparación, que incluyan este nuevo ingrediente y tengan alto contenido proteico”, explica Alabau, que cita como ejemplos “un caldo, un carpaccio de gambas y codium o una paella vegana con codium en la que simplemente echar el agua”.

Vincent Doumeizel, fundador de Global Seaweed Coalition, publicará en versión cómic su popular libro 'La revolución de las algas', el 4 de junio, Día Mundial del Alga. / Instagram Vincent Doumeizel
Dinamización de sectores
La explotación de nuevos cultivos de algas también se ve como dinamizadora de sectores industriales relacionados con el secado, envasado y transformación para la industria alimentaria y farmacéutica.
En Galicia esta actividad ya está implantada desde hace tiempo. Algamar, en Pontevedra, recolecta, seca y elabora algas marinas para uso alimentario desde 1996. “Las algas secas se mantienen en perfecto estado durante años y son muy fáciles de transportar y de almacenar a temperatura ambiente”, destaca la empresa en su web.
El informe "Tecnologías de la economía azul en Catalunya" indica que las algas son un nuevo sector clave para generar nuevas oportunidades empresariales en el territorio. Por el momento, una veintena de empresas facturan en Catalunya unos 100 millones y dan trabajo a 619 personas. No obstante, se trata de un sector en expansión: el informe destaca que el mercado mundial de algas para salud, alimentación, bioplásticos, cosmética y energía, valorado en 13.190 millones de dólares en 2023, crecerá un 8% anual hasta 2027.
Microalgae Lab, en Tarragona, fue la primera empresa en iniciar la producción de alga en Catalunya en 2021, en este caso, de espirulina. Actualmente estudia su ampliación de la mano de una importante empresa del sector agroalimentario, mientras contempla nuevas oportunidades en otras aplicaciones para piensos, aceites y cosmética.
Como esta, aparecen empresas que producen semillas de alga en instalaciones interiores para acompañar los cultivos desde las fases iniciales hasta la recolecta, como la start-up Algabrava.
Múltiples aplicaciones
Las algas, con propiedades de impermeabilización, aportan además la materia prima para la producción de envases sostenibles en sustitución del plástico. La start-up B’Zeos empezará próximamente a explotar comercialmente su solución, que está desarrollando en Barcelona. También ya se han empezado a utilizar las algas en la descontaminación del agua en zonas sensibles como las depuradoras o los puertos, en cosmética y en producción de biomasa, al tiempo que se profundiza en su genética para aplicaciones médicas.
“Las algas han dado forma a nuestro pasado y pueden salvar nuestro futuro”, afirma Vincent Doumeizel, experto en agroalimentación y asesor de océanos en la ONU, que impulsa soluciones basadas en las algas para la seguridad alimentaria y el cuidado del planeta.
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