La revolución de la juguetería erótica a través de las nuevas tecnologías

La revolución de los juguetes eróticos y su implementación en la vida íntima de la sociedad es una realidad. Son muchas personas que se lanzan a comprar estos productos para obtener nuevas sensaciones. Atrás ha quedado la idea de romper con la rutina. No hace falta caer en la monotonía para apostar por la exploración de nuevas sensaciones bajo las sábanas (solos o acompañados).  

Un mercado en pleno crecimiento

El mercado mundial de juguetería erótica para mujeres tiene una tasa de crecimiento anual del 10.98% hasta el 2021, según un informe de investigación de mercados realizado por TechNavio. De hecho, se estima que el mercado llegó a 23.600 millones de dólares en 2017. Un crecimiento y unos ingresos que irán en aumento a medida que la sociedad supere sus inhibiciones y rompa con el tabú existente en torno a la sexualidad.  

Esta presencia en el mercado hace que crezca la inclusión de nuevas tecnologías en los productos eróticos. Lejos están los vibradores estilo conejito con miles de frecuencias, rotaciones y movimientos extraños. Productos principalmente diseñados por hombres cisgénero basándose en la suposición del placer femenino. No fue hasta 2014 que el mercado se revolucionó gracias a Michael Lenke y su mujer, Brigitte, quienes se preguntaron cómo era posible que muchas mujeres no hubiesen tenido un orgasmo todavía. De esa cuestión nació Womanizer, el primer succionador de clítoris del mercado. Juntos inventaron una tecnología patentada, The Pleasure Air Technology, que hace posible la estimulación del clítoris sin contacto directo. Actualmente, dicha técnica se ha implementado y mejorado a través de marcas como LELO, o el tan conocido - y alabado en España - Satisfyer.  

Nuevas tecnologías que mejoran la salud sexual

Aunque la mayor oferta está destinada al público femenino, lo cierto es que cada vez más marcas se están enfocando en el placer masculino y en las parejas de todas las orientaciones sexuales, especialmente las heterosexuales. De ese modo, encontramos nuevos productos como Eva, un juguete erótico para parejas financiado a través de Indiegogo (y donde consiguió más de ochocientos mil dólares a través de micromecenazgo). Lo que ofrece este juguete es una estimulación directa del clítoris durante la penetración, sin utilizar las manos. Algo parecido a lo que We Vibe ofreció en su día y tuvo muchísimo éxito en el mercado.  

La finalidad de los juguetes eróticos es mejorar nuestra vida sexual y ofrecer nuevas experiencias, pero también pueden ser clave para la salud íntima. Es el caso de Myhixel, un nuevo producto financiado a través de la plataforma Kickstarter, donde han conseguido más de 75.000 dólares. Su objetivo es mejorar la sexualidad masculina ofreciendo ejercicios y estadísticas para evitar la eyaculación precoz. “Las mujeres tienen una ventaja en el mundo de la salud íntima, por ejemplo, las bolas vaginales para los ejercicios de Kegel y así fortalecer el suelo pélvico, y el uso de dildos para la vaginitis. Pero, ¿qué pasa con los hombres?”, afirma el equipo de Myhixel.  

Abiertos a nuevas sensaciones corporales

“La gran mayoría de juguetes eróticos están destinados a un público con vulva ya que son las grandes consumidoras. Pero está creciendo el interés por parte de los hombres en utilizar objetos para su propio bienestar y placer sexual” afirma el equipo de la tienda erótica online Diversual. Lo cierto es que Satisfyer lanzó un masturbador masculino y las marcas están aumentando el interés por los vibradores y estimuladores de punto P. Eso significa que gracias a la normalización de las orientaciones sexuales en nuestra sociedad, y la ruptura de la heteronormatividad y el coitocentrismo; las personas están mucho más abiertas a probar nuevas sensaciones con su cuerpo sin caer en prejuicios o estigmas. 

Todavía queda un largo camino, pero sin duda la inclusión de tecnologías pioneras y la investigación de los placeres femeninos y masculinos, ofrecerá una mejora en la vida sexual y la normalización del sexo.  

Autora: Noemí Casquet