Por Fidel Masreal

Xavier Trias es uno de los hombres clave de Convergència. Jordi Pujol siempre vio en él una pieza básica para engrasar pactos y generar complicidades. Lo ha sido casi todo: 'conseller' de Salut, diputado en Madrid y alcalde de Barcelona, cuyo cargo sólo pudo ostentar durante un mandato, por ahora. Ideológicamente también se ha ido adaptando, de CDC, al PDECat y, finalmente, a Junts. Y ha pasado del nacionalismo moderado de centroderecha a compartir espacio con el independentismo unilateralista, del que sin embargo procura desmarcarse.

Este es un retrato del candidato posconvergente a la alcaldía de Barcelona:

Concurrió por primera vez a las elecciones al Parlament de 1992, como número seis de la lista de CiU y fue elegido diputado.

Con Ernest Maragall, Jaume Collboni y Ada Colau no tendría ningún problema para desayunar, comer, cenar o tomar una copa.

Vive con su mujer en un piso de Barcelona que es propiedad de su esposa.

Casado.

Tiene tres hijos y una hija.

Fumó hasta los 40 años.

Ha escrito algunos libros, el último: “Tot el que no es volia dir” (Pòrtic, 2018).

Tiene un coche con etiqueta ECO y viaja en metro, bus y tranvía.

Le gusta ir en bicicleta de montaña y jugar al golf.

Ya no tiene mascotas, pero ha tenido perro y peces.

Trias se enfrenta a su último gran reto político. No tenía ninguna intención de volverse a presentar a unas elecciones, pero la presión del partido y, dice, de la ciudadanía, hicieron que se lo repensara. Su mujer tuvo que resignarse. Por ello, ahora su presencia en consejos de administración de fundaciones vinculadas a la salud pasará a un segundo plano… salvo que no alcance la alcaldía de la capital catalana. Entonces regresará a la vida de jubilado de la que disfrutaba hasta hace medio año.