La Cripta de la Sagrada Família
El centenario de la muerte de Gaudí comienza junto a su tumba con una lección magistral de arquitectura y espiritualidad
La Sagrada Família arranca en octubre el centenario de la muerte de Gaudí, que culminará el 10 de junio con la cima del templo coronada
La Sagrada Família, esa 'Biblia de piedra', ilumina los tetramorfos dedicados a los evangelistas

El cardenal Omella dirige un rezo junto a la tumba de Gaudí, en la Cripta de la Sagrada Família. / A. de Sanjuan

Como en una suerte de ‘via crucis’ cultural, espiritual, artístico, arquitectónico y mucho más que está por venir, la Sagrada Família ha albergado el primero de los actos de conmemoración del centenario de la muerte de Antoni Gaudí, fallecido el 10 de junio de 1926. Y dónde celebrar la primera estación de ese recorrido sino frente a su sepulcro, en la Cripta de la Sagrada Família, donde reposan sus restos mortales que, según y como, serán en un futuro cercano los de un beato y, tal vez después, los de un santo, la primera reliquia del templo. Ha sido muy simbólicamente frente a esa sepultura donde el actual arquitecto director de las obras del templo, Jordi Faulí, ha pronunciado la lección inaugural del curso académico 2026-2026 del Ateneu Universitari Sant Pacià, centro de estudios de la iglesia que cobija un amplio espectro de enseñanzas universitarias desde una perspectiva cristiana, y que el próximo año dedicará gran parte de sus esfuerzos académicos a profundizar en la obra del arquitecto de Reus, por ejemplo, con la celebración de un gaudiniano congreso a finales de febrero.
A estas alturas de la construcción de la basílica, que pronto cubrirá aguas, a 172,5 metros de altura, ya parece más que superado en la ciudad el viejo debate de si hubiera sido más oportuno dejar el templo inacabado tal y como una larga lista de intelectuales defendió en una carta pública en 1965, entre los que figuraban no solo voces que jamás se desdijeron de aquel punto de vista, como Oriol Bohigas, Le Corbusier, José Luis Mateo, Dani Freixes y Sílvia Farriol, sino algunos que después claudicaron, como el propio Josep Maria Subirachs, que años después aceptaría el reto de ser el escultor que daría forma a la Fachada de la Pasión, motivo de una sonada manifestación de protesta en 1990. Aquellas controversias son ahora lejanas e incluso parecen olvidadas, así que Faulí, en su conferencia, más que subrayar hasta qué punto las obras siguen o no el camino que Gaudí dejó solo medio desbrozado, cuestión que ha dejado fuera de cualquier tipo de duda, ha expuesto cuál es la condición indispensable para encarar tan mayúsculo reto: ser un hombre de fe.
La conferencia ha ido precedida de una misa en la nave principal de la Sagrada Família a cargo del cardenal Joan Josep Omella y, después, de un breve rezo delante de la tumba de Gaudí en presencia de una veintena de obispos y del cardenal Lluís Martínez-Sistach.

El sepulcro de Gaudí. / A. de Sanjuan
“Todo cuanto se construye es desde el profundo respeto al proyecto que dejó inacabado Gaudí”, ha explicado Faulí. En vida, Gaudí vio terminada una de las torres de la Fachada del Nacimiento, la de San Bernabé, que cumplirá 100 años de existencia a finales de noviembre. Será entonces cuando formalmente la Sagrada Família dará comienzo a los actos en memoria del arquitecto. La conferencia de Faulí, lo dicho, era una lección inaugural dedicada a los estudiantes del Ateneu Universitari Sant Pacià, alumnos de filosofía, teología, arqueología cristiana e incluso de lenguas necesarias para profundizar adecuadamente en los textos bíblicos, como el griego clásico, el arameo, el siríaco, el copto, el etíope clásico y el hebreo antiguo. Lo que el profesor y director de las obras ha hecho en realidad es subrayar que, a su manera, la propia Sagrada Família es, como se dice a veces, una Biblia de piedra, en la que no hay detalle que no tenga un significado concreto. Por eso a Gaudí, como ha recordado el cardenal Omella, le viene perfecto el calificativo de “arquitecto de Dios”, una tarjeta de presentación con la que los partidarios de su beatificación creen que será más rápido conseguir esa meta el próximo 2026.

La silueta de la Sagrada Família, el pasado 6 de octubre. / FERRAN NADEU
La conferencia, que oportunamente ha sido llevada a imprenta, ha consistido en un repaso exhaustivo de todos aquellos aspectos en los que la arquitectura y la fe se dan la mano. Y también las matemáticas, porque, tal y como ha enumerado Faulí, las proporciones del templo son una repetición incesante de múltiplos de 7,5. Y de geometría. Gaudí, que ya ensayó su uso en el Palau Güell y en la Casa Calvet, quedó fascinado desde muy joven por las posibles aplicaciones de las formas hiperboloides, un tipo de estructura que, a la hora de la verdad, le permitió encontrar la ecuación perfecta entre la ley de la gravedad y la luz. Fue un pionero en su uso. En la práctica, como explican muy bien los matemáticos para contar que es un hiperboloide, esa es parcialmente la forma de los instrumentos de viento, que contribuye a proyectar el sonido de forma equilibrada en todas las direcciones. Lo que Gaudí hizo al usar los hiperboloides de forma reiterada en la Sagrada Família fue proyectar la luz como si del sonido de una trompeta se tratara.
Durante unos 90 minutos aproximadamente y apoyado por una estupenda biblioteca de imágenes proyectadas en una pantalla, Faulí ha repasado exhaustivamente cada una de las partes ya realizadas de la Sagrada Família y ha sembrado la curiosidad sobre las que están por venir, como la futura Fachada de la Gloria, de la que a finales de año se comenzarán a conocer los primeros apuntes de cómo será escultóricamente, y también, a través de imágenes generadas por ordenador, ha mostrado cómo serán las vistas de la ciudad desde el interior de la cruz que coronará en 2026 la Torre de Jesús, la más alta del templo. En su tiempo, hubo quien quiso intuir en las formas de la Sagrada Família una recreación en piedra de las columnas de humo que se levantaron en Barcelona durante las quemas de iglesias y conventos en la Setmana Tràgica, una revuelta anticlerical que entristeció profundamente a Gaudí. Según Faulí, el propósito era otro, que las torres y toda su luz interior fueran una manera de "elevar los corazones de los creyentes". Tiempo habrá a lo largo de los actos del centenario de profundizar más en ello.
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