La indisciplina enquistada
Los nuevos horarios de carga y descarga de Consell de Cent cosechan los incumplimientos de siempre
El Ayuntamiento de Barcelona respetará los parterres plantados por los vecinos de la Esquerra de l'Eixample

Consell de Cent, entre las 8 y las 10 de la mañana, en horario prohibido para la carga y descarga. / ELISENDA PONS

Cambiaron los horarios de carga y descarga en los ejes verdes del Eixample a la vuelta de las vacaciones y durante todo septiembre ha informado el Ayuntamiento de Barcelona a los transportistas y a los comercios de la zona sobre cuáles son las nuevas reglas de juego. Cualquier día de octubre, este pasado martes, día 7, por ejemplo, es una jornada adecuada para observar los resultados. Unas 140 señales de tráfico informan desde principios de septiembre de los nuevos horarios. A las 8.15 horas de la mañana, una pareja de la Guardia Urbana a bordo de un coche patrulla ha tardado 60 minutos de reloj en recorrer el tramo de Consell que va desde Vilamarí hasta la Rambla de Catalunya, o sea, ha avanzado a una velocidad media de 1,7 kilómetros por hora. No ha habido travesía sin infractores. El nuevo horario va camino de ser un fiasco, como el anterior.
¿Qué ha cambiado? Desde su estreno y hasta finales del pasado agosto, el horario establecido era de 9.30 a 16 horas. ¿Por qué? El punto de partida sobre el papel era que antes de esas nueve y media de la mañana los ejes verdes son caminos escolares y, en buena lógica, que a partir de las cuatro de la tarde lo vuelven a ser. La realidad es que ese horario jamás se respetó. A partir de las ocho de la mañana, lo común fue siempre que niños con mochila esquivaran un tráfico casi sin pausa de furgonetas y, en ocasiones, camiones.
El nuevo horario vigente es, de entrada, algo sorprendente. Permite la carga y descarga de 7h a 8h de la mañana y abre después un paréntesis de dos horas de prohibición hasta las 10h. Según el Ayuntamiento de Barcelona se pretende así proteger mejor a los alumnos camino de clase. Lo chocante es que en no pocos centros educativos, como el Institut Viladomat (en pleno eje verde de Consell de Cent) las clases comienzan a las 8h, es decir, que los estudiantes hacen la ruta de casa a las puertas de la escuela con tráfico de carga y descarga.

La patrulla de la Guardia Urbana, a la altura ya de Pau Claris. / ELISENDA PONS
Este martes 7 de octubre la escena vista a las puertas del Institut Viladomat era, como poco, irónica. “Oye, ¿qué hago si me atacan guardias reales?”, preguntaba sin quitar la vista de la pantalla del móvil un adolescente con mochila. A su lado, despacio para estacionar, pasaba una furgoneta. Después lo hizo una moto, desde luego a más de los 10 kilómetros por hora autorizados en esa zona. Un instante más tarde, el usuario de un patinete, que llevaba casco, sí, pero en la mano. La respuesta a la pregunta, por si alguien sabe de qué va el juego, es que los guardias reales hay que repelerles con flechas. Eso dijo su amigo, también móvil en mano.
Ambos entraron puntuales en el Instituto, a las ocho, hora en la que comenzaba la prohibición. Pasado un minuto, una furgoneta estacionaba frente a la puerta del centro educativo. Estuvo ahí hasta que, casi media hora más tarde, pasó la patrulla de la Guardia Urbana.
Al principio eran dos las parejas de agentes, pero solo una recorrió Consell de Cent de punta a punta. Como una ‘roomba’, iba topando cada pocos metros con una infracción. En caso de encontrar cerca al conductor, con exquisito trato, los agentes le informaban de los horarios establecidos. En caso de ausencia, multaban. Tampoco miraban nunca atrás. Mejor. O peor según cuál sea el punto de vista. Aquello era como una partida de Tetris: cada vez que borraban una línea, caía otra ficha por detrás.
Su trabajo se multiplicó en el tramo de ese eje verde comprendido entre la calle de Balmes y Rambla de Catalunya. No solo es una zona comercialmente muy viva, sino que, además, hay ahí una escuela concertada a la que parte de los padres tienen por costumbre llevar a sus hijos en coche. Nada que ver con las escuelas públicas de la misma calle. Aparcan a lado y lado, o sea, no solo fuera de las horas permitidas, sino también en espacios vedados. Y por la tarde, repiten.
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