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Cara a 2026

Barcelona sopesa instalar algún juego de agua comedido en la decadente Torre de les Aigües

La Torre de les Aigües, tras ocho años sin 'playa', languidece al lado de los ejes verdes

La piscina de la playa, vacía desde 2018.

La piscina de la playa, vacía desde 2018. / JORDI OTIX

Carles Cols

Carles Cols

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A ocho meses de que vuelva a ser verano y renazca el debate sobre la necesidad de acondicionar la ciudad para nuevas olas de calor, el Ayuntamiento de Barcelona sopesa ya cómo convertir el interior de manzana de la Torre de les Aigües como refugio climático, no con una inviable recuperación de la playa estival por la que fue famosa hasta 2018, pero sí añadiendo a su actual mobiliario urbano alguna zona de refresco con agua. Las intenciones las dio a conocer el concejal de distrito Marc Martínez durante el último pleno del Eixample. Evitó ser más concreto, porque de momento no es más que una propuesta en fase de estudio, pero, según fuentes municipales, la solución podría pasar por alguna suerte de zona de juegos de agua de pequeñas dimensiones, suficientes como para hacer frente ocasionalmente a las altas temperaturas.

Bajo ningún concepto, aclaró Martínez, la Torre de les Aigües puede volver a ser administrativamente un espacio de pública concurrencia, el paraguas legal bajo el que cada año se abría al baño el estanque y se creaba expresamente una playa con arena de verdad. Se cobraba una entrada a un precio más simbólico que comercial. Era un éxito. Todo se truncó cuando una vecina cuyo piso daba al interior de la manzana presentó una demanda por el ruido que causaban los niños. Aquella vecina ya no vive allí, aseguran otros residentes de la manzana, pero el precedente de la sentencia que le fue favorable no ha prescrito. Desde entonces, la Torre de les Aigües, el primer interior de manzana que recuperó la ciudad, en 1987, es como un espectro urbanístico. Este pasado verano, el número de usuarios de ese jardín raramente superaba no ya el número de dedos de una persona, sino ni siquiera de Mickey Mouse, que tiene cuatro.

Una de las ventajas que brinda la Torre de les Aigües es precisamente esa, que en su subsuelo hay un manantial de agua fresca y lista para ser utilizada. El hándicap es que todo remedio, dicen las mismas fuentes municipales, no podrá equipararse a la oferta lúdica que ofrecía aquella playa y, probablemente, ni siquiera ser una zona de juego infantil con agua como la estrenada este año en la plaza de las Glòries. El abanico de soluciones, sin embargo, es amplio. Otras ciudades, como París, ya han explorado remedios contra el calor que en Barcelona ni siquiera han sido planteados, como dotar con un botón extra a las fuentes públicas para beber que dispara durante uno o dos minutos una nube de agua pulverizada.

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