La Barcelona que viene

La gran plaza que nacerá frente al edificio Estel contraría a los vecinos

Barcelona desencalla la reforma de la avenida de Roma, el último ejemplar del urbanismo asfáltico del Eixample

La increíble mutación del Edificio Estel de Barcelona: la mole de hormigón se viste de cristal

La actual zona de juego infantil y, al fondo, el edificio Estel.

La actual zona de juego infantil y, al fondo, el edificio Estel.

Carles Cols

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De reojo, como poco. Parte de los vecinos de los alrededores del Edifici Estel creen que la nueva fase de la reforma de la avenida de Roma, que está previsto que comience en 2026 y finalice en 2027, premia urbanísticamente a los propietarios de esta emblemática torre de oficinas y penaliza a quienes desde hace años residen en la zona. Por eso miran de reojo y con recelo el renacer del edificio Estel, que, eso sí, no dudan de que le dará un empujón comercial al barrio. Hay varios motivos de queja, pero el principal es que el proyecto presentado por el Ayuntamiento de Barcelona prevé la urbanización de una gran plaza de 8.800 metros cuadrados en la que la parte más ingrata, la zona destinada a los perros, de 600 metros cuadrados, está justo delante de las viviendas de la calle de València y no de las oficinas.

La reforma de la avenida de Roma, que prevé convertir esa vía en un bulevar entre Casanova y la Estació de Sants, es una carrera de fondo. El tramo entre Urgell y Viladomat ya está ejecutado e invita a imaginar cómo será el resto. Las obras que comenzarán en 2026 afectan al tramo comprendido entre Viladomat y Calàbria o, lo que es lo mismo, al gigante espacio que abarca desde la fachada del Estel hasta la calle de València. Son precisamente los vecinos de las fincas de esa calle, los residentes entre los números 104 y 112, los que están disconformes con la solución arquitectónica presentada por el ayuntamiento.

El edificio Estel, visto desde la clle de València.

El edificio Estel, visto desde la clle de València. / JORDI OTIX

Justo delante de sus hogares está el intenso tráfico de la calle de València. Si cruzan esa calzada llegan hoy a una zona de juego infantil no muy agraciada, pero algo es algo. La perderán. Ahí está prevista la futura zona dedicada a los dueños de perros. Más allá de las vallas de esa área de mascotas, la plaza prevista mejora. La avenida de Roma será en ese punto más que una calle, una gran plaza a los pies del Edifici Estel. “Para nosotros, ese parque quedará al otro lado del infernal tráfico de València”, se queja el vecino de una de esas fincas. Durante la presentación pública del proyecto, el pasado 12 de mayo, ese tipo de críticas abundaron.

La gran plaza de la avenida de Roma entre Viladomat y Calàbria, según el proyecto municipal.

La gran plaza de la avenida de Roma entre Viladomat y Calàbria, según el proyecto municipal. / A. de B.

Dentro del proyecto general, las zonas de juego infantil no desaparecen. De hecho, aumentan, por ejemplo, en la esquina de Rocafort, pero eso será cuando se encaren las siguientes fases de las obras. Este proyecto, lo dicho, es una carrera de fondo.

Otro temor, que el ayuntamiento cree que es totalmente infundado, es que el inicio de la actividad en las oficinas del Edifici Estel comporte un importante aumento del tráfico en la zona, es decir, el de los empleados que decidan ir a trabajar en vehículo privado. Su peso será anecdótico en el conjunto del tráfico de la zona, explican los responsables municipales, no en cambio su incidencia en el actual letargo comercial de la avenida de Roma, que se verá beneficiada por la presencia de las oficinas.

Pulso a la vista

Precisamente sobre esa cuestión, la Associació de Veïns i Veïnes de l’Esquerra de l’Eixample cree que tal vez será necesario echarle un pulso al Ayuntamiento de Barcelona. Según Xavier Riu, los planes de usos que se aprobaron para el distrito con motivo de la inauguración de los ejes verdes deberían ser de inmediata aplicación en una reforma como la de la avenida de Roma. En su opinión, la letra pequeña de aquellos acuerdos así lo previó, que fueran extensibles a futuras reformas integrales de calles del Eixample. Eso no impediría la apertura de nuevos comercios, subraya Riu, ni siquiera del sector de la restauración, pero pondría límites a que, de repente, ante la hipótesis de que la avenida de Roma fuera un éxito sobresaliente de público, degenerara en un monocultivo comercial.