Compra polémica

Albert Ollé, expropietario de la Casa Orsola, denuncia que el ayuntamiento “blinda alquileres de privilegiados” con dinero público

El empresario ha publicado una carta en la que dice sentirse “aliviado”, pero “también indignado” tras vender el inmueble al consistorio

El Ayuntamiento de Barcelona cierra la compra de la Casa Orsola por 9,2 millones de euros

Casa Orsola

Casa Orsola / ZOWY VOETEN

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Barcelona
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El empresario Albert Ollé, expropietario del edificio conocido como Casa Orsola en el Eixample de Barcelona, ha hecho pública este jueves 22 de mayo una carta en la que critica duramente la reciente compra del inmueble por parte del Ayuntamiento de Barcelona. Ollé firmó la escritura de compraventa el pasado 20 de mayo, en una operación valorada en 9,2 millones de euros y presentada por el consistorio como una victoria en la defensa del derecho a la vivienda.

En el escrito, Ollé afirma sentirse “aliviado”, pero “también indignado”, al considerar que el conflicto de Casa Orsola se ha resuelto “a costa de un modelo injusto de gestión de vivienda”. A su juicio, la adquisición del inmueble por parte del consistorio y de la fundación Hábitat 3 supone que “dinero público sufragará alquileres de privilegio para vecinos que no son vulnerables ni de lejos, mientras miles de barceloneses continúan sin opción a una vivienda asequible”.

El empresario apunta directamente al enfoque político que ha rodeado el caso durante los últimos años y acusa a los Comuns de haber manipulado la situación con la complicidad del resto de formaciones. “Los edificios de Consell de Cent, 122 y Calàbria, 137 se han convertido en manual de la manipulación orquestada por los Comuns y avalada por el silencio cómplice de los partidos políticos durante tres años”, denuncia Ollé.

En su carta, el antiguo propietario se refiere también a la simbología asociada al movimiento vecinal que resistió los intentos de desahucio: “La imagen es obscena: pancartas que claman ‘derecho a la vivienda’ colgando de un edificio sostenido con los impuestos de todos para blindar rentas de privilegiados”.

La compra del edificio se cerró por 9,2 millones de euros —una cifra “un 30 % por debajo” del precio medio del mercado en el barrio, según el consistorio—, mediante un acuerdo con la fundación Hábitat 3, que será la encargada de gestionar los 26 pisos y 4 locales comerciales “con criterios sociales”. La finca pasará de ser de régimen libre a incluirse en el parque de vivienda asequible de la ciudad. Nueve de los pisos podrán ser destinados directamente a ese parque: los dos vacíos y los siete con contratos temporales, una vez expiren.

El consistorio ha defendido la operación como una “muestra más de cómo la cooperación público-social con entidades del Tercer Sector Social es clave para garantizar una vivienda digna y asequible en la ciudad”. Durante los últimos años, Casa Orsola se había convertido en un símbolo ciudadano contra la especulación inmobiliaria, con movilizaciones en apoyo a los inquilinos que se enfrentaban a posibles desahucios.

Albert Ollé, sin embargo, cuestiona los resultados reales de las políticas de vivienda implementadas por el gobierno municipal en los últimos años. “Ocho años de gobierno Colau, con el famoso 30 % de VPO por bandera, solo lograron 65 pisos protegidos”, afirma, asegurando que “la construcción privada quedó en punto muerto y las más de 10.000 nuevas viviendas anuales que podrían haberse levantado quedaron en nada”.

En este contexto, Ollé denuncia “el ahogo normativo y la inseguridad jurídica —ocupaciones, topes de alquileres, procesos eternos—”, factores que, según él, están empujando a muchos propietarios a vender sus inmuebles “antes que arriesgarse a perderlo todo”. El empresario defiende que “el propietario no es el culpable, sino la solución imprescindible de un mercado saludable”.

En el final de la carta, Ollé se dirige al alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, con un mensaje directo: “Tiene ante sí la oportunidad de ser recordado como el alcalde que reactivó la obra nueva, liberó suelo y defendió la propiedad privada, o de quedarse como un nombre más en la lista de los problemas”.

Ollé cierra el texto con una frase que resume su postura crítica y su desilusión ante el desenlace del caso Casa Orsola: “Cierro esta carta como cerré la última puerta de la Casa Orsola: con tristeza, pero también con la convicción de que solo recuperando el sentido común y el respeto por los valores pisoteados podremos rescatar Barcelona de la demagogia y devolverle la dignidad que merece”.