Edificio de usos híbridos

Barcelona sacará a concurso antes de fin de año la Torre Ona, el nuevo 'skyline' noroeste de Glòries

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El actual 'skyline' noreste de Glòries, mejorado con los reflejos de la lámina de agua.

El actual 'skyline' noreste de Glòries, mejorado con los reflejos de la lámina de agua. / A. de Sanjuan

Carles Cols

Carles Cols

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El Ayuntamiento de Barcelona tiene previsto resolver antes de fin de año lo que, tomando prestadas unas palabras de Stalin, ha sido desde hace 20 años “una adivinanza envuelta en un misterio dentro de un enigma”. Convocará la arquitecta en jefe de la ciudad, Maria Buhigas, el concurso que dará pie a la construcción de un edificio singular junto la Torre Glòries, es decir, en la cara noreste del parque. Será, resulta obvio, una pieza muy visible del ‘skyline’ de la plaza, de ahí su interés. Aunque no tendrá los más de 100 metros de altura en un primer momento, allá por 2005, se previó. Porque esa es la cuestión, ese proyecto que a falta de otro nombre es conocido como la Torre Ona, colea desde 2005.

Ha cambiado varias veces su posible aspecto. Se han presentado incluso recreaciones de su diseño, una a cargo de Federico Soriano, pero llegada la hora de la verdad se ha reconsiderado incluso su uso. Ya no será exclusivamente de oficinas y equipamientos. Incluirá también la gran urgencia social: viviendas. Se alzará en el solar donde hoy hay un aparcamiento público subterráneo, frente al centro comercial.

Glòries, en una vista aérea tomada justo desde la vertical del futuro Edifici Ona.

Glòries, en una vista aérea tomada justo desde la vertical del futuro Edifici Ona. / Ayuntamiento de Barcelona

Cuando Jean Nouvel recibió el encargo de construcción de lo que en unos primeros años fue conocido como la Torre Agbar, tuvo una primera pequeña decepción que entonces apenas trascendió. Deseaba ir más allá de los 142 metros de altura que el Ayuntamiento de Barcelona le permitió alcanzar. Quería que esa suerte de géiser, que de noche adquiere un aire vaporoso con la iluminación de su fachada, fuera más alto: no solo porque así tendría más presencia, sino, también, para que su espacio disponible interior no sufriera las actuales estrecheces. La segunda decepción vino poco después de la inauguración. Supo que el ayuntamiento pretendía levantar casi al lado, nada más cruzar la Diagonal, una torre de oficinas municipales de unos 100 metros de altura que, de ser realidad, eclipsarían parte de la monumental presencia de su obra.

Aquel plan, o sea, la Torre Ona, quedó en una suerte de limbo o, más bien, terminó por ser un Guadiana que de vez en cuando resurgía. Para las hemerotecas queda, por ejemplo, el llamativo proyecto que desarrolló el estudio arquitectónico de Soriano, una torre de 20 plantas, fachada ondulante y piel de pez. Ahora, cara al concurso que se convocará antes de fin de año, no está ni siquiera decidida la altura que se permitirá en ese solar. En cualquier caso, las dimensiones del parque permiten que el número de plantas no sea el convencional de la ciudad. A otro lado de Glòries se alzan los tres bloques de pisos de promoción pública que en breve serán sorteados y que en dos de sus extremos tienen 11 plantas de altura. Serían muchas en mitad del Eixample. En Glòries, sus proporciones parecen contenidas.

La Torre Ona, tal y como la imaginó Federico Soriano.

La Torre Ona, tal y como la imaginó Federico Soriano. / Federico Soriano y Asociados

Lo único claro a día de hoy, explica Buhigas, es que la Torre Ona (a la que prefieren llamar Edifici Ona, para que quede más claro que no será un pequeño rascacielos) será una hibridación de usos, hasta tal punto que buena parte de la edificabilidad disponible se destinará a vivienda. De ser así y según cual sea la ubicación de cada una de las piezas, los vecinos de esa finca podrán presumir de ser los segundos residentes con dirección postal en Glòries en los 150 años de historia de esa plaza. Los primeros serán parte de los que irán a vivir este mismo año a la gran promoción del lado sur, la Illa Glòries.

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