Fiasco en movilidad
La nueva Ronda Sant Antoni de Barcelona se estrena con un atasco constante de autobuses
La cara positiva es la ausencia inicial de motos incívicas en las aceras y el buen arranque de parterres y bancos
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El atasco de la Ronda de Sant Antoni, casi sin pausa durante todo el día. / ZOWY VOETEN


Carles Cols
Carles ColsPeriodista
No funciona. El estreno de la nueva Ronda de Sant Antoni, desde el punto de vista de la movilidad, es por el momento un rotundo fiasco. La calzada que recorre el tramo final de la nueva ronda, entre Villarroel y la calle de Urgell, desemboca en un semáforo con unas secuencias de verde de solo 12 segundos. Está después en rojo un minuto y cuarto. Es un embudo en el que llegan a atascarse hasta cinco autobuses, intercalados por turismos, motocicletas y furgonetas. Con esa frecuencia semafórica, apenas logran pasar en verde cuatro o cinco vehículos. La guinda es que en ese semáforo hay una señal de tráfico que de forma inequívoca prohíbe seguir en línea recta para tomar la calle Manso. Solo los buses tienen permiso para hacerlo, pero lo hace todo aquel que le apetece.
Esa calzada, de solo una manzana de longitud, ha sido uno de los caballos de batalla de este proyecto urbanístico. Una buena parte de los vecinos de la zona reclamaba que la Ronda Sant Antoni renaciera como un bulevar plenamente peatonal. Total, ese había sido su sobrevenido aspecto desde el día en que el Mercat de Sant Antoni levantó allí una carpa para alojar a los ‘paradistas’ durante las obras del recinto histórico. El ayuntamiento impuso finalmente que al menos en el tramo más bajo de la ronda hubiera un carril para el transporte público. El argumento, de peso, es que el tráfico había sido desviado a la calle de Urgell, donde había un doble sentido de circulación que no gustaba. Los vecinos cedieron. Pidieron que, como mínimo, no fuera un carril asfaltado, sino que su aspecto, con pavimento de piedra, dejara claro que era un tramo parcialmente pacificado. Tampoco ganaron ese pulso.
La sorpresa ha sido, llegada ya la recta final de las obras, que ese carril vale para todo. Para bus, para furgonetas, no en vano tienen una zona de carga y descarga ahí pintada, y también cualquier tipo de vehículos, motos, por ejemplo, a las que también se les ha habilitado una zona de aparcamiento. El estreno, desde el punto de vista de los vecinos, demuestra que el ayuntamiento no calculó bien las consecuencias. Tanto es así que, pocas horas después de tan evidente fiasco, el ayuntamiento ha dado conocer la lista de medidas pendientes de ejecución que podrían aliviar el caos. En especial, se ha abierto a reconsiderar los tiempos semafóricos y el uso de esa calzada. Además, mejorará la señalización de Villarroel, reconsiderará el aparcamiento de motos y reforzará la señalización del carril de carga y descarga en uso solo de 8 a 20 horas y, el resto del día y la noche, exclusivo para residentes.
Prioridades semafóricas
El carril de los atascos desemboca en un cruce que deben compartir tres rutas, con sus correspondientes semáforos. El tráfico que sube por la Ronda de Sant Pau es el que tiene la más generosa prioridad de paso, 35 segundos. Le sigue en tiempo de semáforo en verde el que sale del Raval a través de Sant Antoni Abat, unos 33. Los 12 segundos de la Ronda de Sant Antoni, más que ocupar el tercer escalón del podio, son, salvo que se le ponga algún remedio, un monumental error, sobre todo porque perjudica el tiempo de viaje de hasta seis líneas de TMB.
Ese atasco, que a ratos hasta se prolonga por Villarroel hacia arriba hasta alcanzar Floridablanca, es el paisaje que se puede contemplar desde los bancos recién instalados en la zona peatonal de la Ronda de Sant Antoni. No todo son malas noticias: esa amplia acera que la nueva ronda tiene en la parte fronteriza de Ciutat Vella a echado a andar de un modo prometedor. Las plantas crecen a su ritmo en las jardineras. Las vallas que las protegen no serán retiradas hasta que crezcan un poco más. Los bancos se usan adecuadamente. Las pérgolas, cuando sea el momento, ofrecerán algo de sombra a quienes ahí decidan pasar la tarde. La única espada de Damócles, según los vecinos, es la ausencia de un plan de usos que evite que el comercio de aquel tramo de calle sea gentrificado por la restauración y sus terrazas.

La Ronda Sant Antoni, colapsada. / ZOWY VOETEN
La otra buena noticia, al menos por ahora, es que ningún motorista se ha atrevido a estacionar sobre las aceras, ese 'milagro' que ya se ha cosechado, con ocasionales excepciones, en los ejes verdes de la ciudad. Un buen motivo para no hacerlo es que el ayuntamiento ha creado decenas de nuevas plazas de aparcamiento para motos en las calzadas colindantes.
El tramo norte, caso aparte
Un caso aparte es el tramo de la Ronda Sant Antoni situado por encima del cruce con Villarroel, en el que sí se ha respetado la idea inicial de que sea una plataforma peatonal. Está pendiente su parte más al norte, la que colinda con la plaza del Pes de la Palla, de que se complete la segunda fase de las obras. La inauguración está prevista para mayo de 2025, aproximadamente. El tramo ya finalizado debería ser un espacio 100% peatonal. Algún transportista ya lo ha descubierto como lugar en el que estacionar. Únicamente se puede llegar allí a través de la calle de Sant Gil, en una ruta solo apta para expertos ‘ravalógolos’, o, lo que parece más probable, en contra dirección desde la esquina de Villarroel. También circulan por ahí algunas motos y bicicletas, que al llegar a la zona vallada, donde solo hay un estrecho paso para peatones, hacen lo de siempre en esta ciudad, no se bajan del sillín.
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