18 de noviembre
Los vecinos de la Ronda Sant Antoni denuncian que el miedo a las querellas lastra el urbanismo de Collboni
La Ronda de Sant Antoni estrenará el 18 de noviembre la mitad de su gran reforma

La Ronda Sant Antoni, pendiente solo de los últimos detalles. / ELISENDA PONS


Carles Cols
Carles ColsPeriodista
Con la primera fase de la reforma de la Ronda de Sant Antoni a menos de una semana de ser inaugurada, las 60 entidades que habían reclamado y consensuado la pacificación total de esa vía, a la vista de las modificaciones que de forma unilateral introdujo en el proyecto el Ayuntamiento de Barcelona han pronosticado un galimatías de tráfico a corto y medio plazo en la zona (o sea, lo contrario de lo que se pretendía lograr) y han acusado a las autoridades municipales de haber introducido importantes alteraciones en el diseño de la nueva ronda por pura cobardía, o, dicho de un modo menos contundente, por miedo a querellas y demandas como las que se presentaron contra los ejes verdes del Eixample en el anterior mandato.
Las obras de la primera fase, lo dicho, están a punto de finalizar. Faltan menos de seis días para que se abran a los patones las espaciosas nuevas aceras y, claro, también, para que se reorganice el tráfico de un modo que, en opinión de esas 60 entidades, cargará las calles del Raval y de la propia ronda también. Será visualmente un cambio notable, aunque nunca está de más recordar que durante 17 años esa ha sido accidentalmente una vía pacificada, primero por la presencia del pabellón que dio cobijo al Mercat de Sant Antoni cuando este estaba en obras, y, después, porque quedó ahí, en mitad de la calzada, la plataforma de cemento que lo sostenía. Ese largo periodo de improvisada pacificación era el que una parte de los vecinos del Raval y de Sant Antoni deseaban ahora que se consolidara con unas obras definitivas.
El ayuntamiento, según la plataforma, modificó lo acordado para satisfacer las demandas de unos vecinos de Ciutat Vella de los que no dio ningún tipo de dato. Es decir, no fue posible confrontar pareceres porque lo responsables municipales “hasta dijeron no saber quiénes eran esos vecinos con los que se había reunido”, han denunciado los miembros de la plataforma, en una rueda de prensa convocada para anunciar próximas movilizaciones.

Trabajos de jardinería ya bajo las pérgolas. / ELISENDA PONS
Podría parecer que llegan tarde. Los operarios trabajan a destajo para terminar la primera fase del proyecto. El lunes, cuando se retiren las vallas y la zona sea transitable (y opinable) hasta estarán ya en los parterres y bajo las glorietas las plantas recién instaladas. Desde el punto de vista de la plataforma, al margen de que se certifique o no el embotellamiento del tráfico que pronostican, la cuestión de fondo es si el Plan General Metropolitano (PGM) está comenzando a ser un obstáculo para acondicionar la ciudad a las exigencias que impone la crisis climática. Las pacificaciones de los ejes verdes del anterior mandato municipal fueron llevadas a los tribunales porque en opinión de los demandantes (básicamente lobis empresariales y comerciales) incumplían lo previsto en el PGM. Desde el punto de vista de la Plataforma pro Pacificación de la Ronda Sant Antoni, es el PGM el que tiene que adaptarse a las necesidades actuales de la ciudad y no a la inversa. Invitan a los partidos con representación municipal a abrir ese melón y, mientras tanto, que Comuns y Esquerra no respalden ni las ordenanzas fiscales ni los presupuestos del alcalde Jaume Collboni hasta que no se respete el plan original de la ronda.
La plataforma ya cedió en su día en algunos aspectos, han recordado. Por ejemplo, aceptaron la apertura de un carril para que el bus descendiera por el tramo más bajo de la Ronda Sant Antoni y evitar así el doble sentido actual que se produce en Urgell. Con aquella cesión entendieron que se abrirían un periodo de confianza y de más negociaciones, como por ejemplo la redacción de un plan de uso para este nuevo bulevar ciudadano, como mínimo como el que tiene Consell de Cent, donde la apertura de nuevos establecimientos de restauración, con sus casi inevitables terrazas, está vetado. No lo hay. Rige en la acera de Ciutat Vella el plan de uso de ese distrito y la del Eixample, la del suyo. Igual que prevén malas noticias en cuanto al tráfico, las temen también en esta materia.
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