Entrañas de Barcelona
en riesgo de colapso

Varios tramos privados del alcantarillado de la ciudad no se han limpiado desde hace décadas. Si no se aborda el problema, el gasto público y las consecuencias medioambientales pueden ser fatales.

Textos: Samuel Miñarro, Gonzalo Morales y Emma Skantz
Imágenes: David Márquez, Samuel Miñarro, Gonzalo Morales y Emma Skantz
Edición: Samuel Miñarro

Nueve de cada diez catalanes residen en lo que se conoce como la cuenca interna de Catalunya (formada principalmente por Girona, Barcelona y Tarragona). En esta zona se concentra tan solo el 40% de los recursos hidrológicos de todo el territorio, lo que provoca serios problemas en los procesos de abastecimiento y tratamiento de estas aguas.

"Las masas de agua están muy tensionadas, porque tenemos poca y además está sometida a una fuerte presión antrópica", afirma Montserrat Alomà, directora de comunicación de la Agència Catalana de l’Aigua (ACA). "La población usa el agua, la excreta, y a partir de ahí debe sufrir un proceso de saneamiento, depuración y mejora para poder retornar al río en condiciones", explica. De este proceso se encarga, precisamente, la ACA, que cuenta con 736 depuradoras repartidas por todo el territorio catalán.

Sin embargo, las aguas tratadas no siempre acaban con la calidad esperada. Aproximadamente, "un 45% de las aguas de Catalunya no cumplen aún los requisitos de calidad que señala la directiva marco del agua", afirma la experta. En sus palabras, esto se debe a dos problemas principales: "La sobreexplotación, es decir, se extrae más agua de la que la propia naturaleza es capaz de generar; y la contaminación de tipo difundido, variada, que puede ser urbana, industrial y agraria", explica.

La situación en Barcelona

Según el AMB, en el área metropolitana de Barcelona hay más de 3.000 km de colectores que transportan diariamente 900.000 m3 de aguas residuales. Esta red está preparada para conducir esas aguas hacia las depuradoras y otras instalaciones de saneamiento, pero no para transportar los desechos no biodegradables que ciudadanos y empresas vierten por sus desagües.

"Donde más incidencias se producen es en lo que se conoce como albañales particulares, que es la conexión del edificio a la alcantarilla municipal", afirma Josep Garriga, jefe del servicio de inspección y limpieza de Barcelona Cicle de l’Aigua (BCASA); empresa pública encargada del mantenimiento del sistema de alcantarillado. "Mucha gente piensa que esta canalización, por estar en la vía pública, es propiedad y responsabilidad del ayuntamiento. Pero la ordenanza municipal deja claro que el mantenimiento y la reparación de estos conductos es responsabilidad de la comunidad de propietarios", explica.

Imágenes: Samuel Miñarro, Gonzalo Morales y Emma Skantz. Edición: Samuel Miñarro.

Imágenes: Samuel Miñarro, Gonzalo Morales y Emma Skantz. Edición: Samuel Miñarro.

Sin embargo, aunque así se recoge en el artículo 52-32 de la Ordenanza general del medio ambiente urbano de Barcelona, no solo existen comunidades que no están realizando el mantenimiento recomendado de una vez al año, sino que hay albañales que no se han limpiado desde hace décadas.

Esta situación es especialmente preocupante porque no hay datos oficiales de cuántos kilómetros de alcantarillado son de titularidad privada. "La titularidad municipal sí que la tenemos bien definida. Estamos hablando de unos 1600 kilómetros de alcantarillado municipal. Ahora bien, del albañal particular tenemos la gran mayoría cifrada, pero no la totalidad de Barcelona", afirma Garriga. Esto puede ocasionar problemas en los procesos de prevención y mantenimiento, pues no se conoce el estado de estos albañales hasta que se produce una incidencia y se procede a su saneamiento.

El mantenimiento de estos tramos es una de las especialidades de Multiserveis Joannet S.L., quienes recomiendan realizarlos cada cuatro meses. Teo Ballesteros, su director de servicios, sostiene que son trabajos "muy eficaces, que facilitan el correcto desagüe y evitan las aglomeraciones de residuos sólidos como las toallitas". 

Servicio de mantenimiento de un albañal privado en Ronda Universitat (Barcelona). Imágenes: David Márquez (Multiserveis Joannet S.L.), Gonzalo Morales y Emma Skantz. Edición: Samuel Miñarro.

Se trata de un trabajo que implica ciertos riesgos para la salud de los operarios: “Estar ahí abajo 20 minutos es como estar 8 horas en cualquier espacio confinado, porque hay grandes índices de metano acumulados”, explica Ballesteros, que insiste en la necesidad de agradecer y valorar el esfuerzo de estos profesionales.  

Grasas y toallitas:
una química peligrosa

Según la Fundación Biodiversidad, dos tercios del aceite usado termina en las alcantarillas, a pesar de que existe la obligatoriedad de llevarlo a los puntos verdes de nuestras ciudades. La unión química de las grasas y aceites con los detergentes, el agua y el efecto estructural de las toallitas genera unas placas de grasa solidificada que pueden causar serios problemas al sistema de alcantarillado. 

El impacto de la hostelería, en cuanto al vertido de aceites, es grande; algo que se constató durante el confinamiento en Barcelona: “Se notó una bajada del tipo de residuo en cuanto a grasas relacionadas con la actividad de restauración”, explica Garriga. Por eso es importante que las empresas realicen una correcta gestión de sus residuos. 

Los negocios que tienen su depósito de aguas residuales por debajo de la altura del alcantarillado público deben contar con un sistema de bombas que conduzca estos residuos hacia las vías generales.

Funcionamiento del sistema de bombeo de un restaurante. GIF: Emma Skantz

Funcionamiento del sistema de bombeo de un restaurante. GIF: Emma Skantz

Ballesteros explica que el correcto mantenimiento de estas instalaciones es clave: "Los usuarios, lamentablemente, no hacen un uso responsable. Hay que vigilar de cerca el sistema para que las toallitas higiénicas, en mayor  medida, y otros elementos de imposible disolución no dañen las electrobombas instaladas". David Márquez, operario de limpieza y compañero de Ballesteros, comparte la misma opinión. Él ha visto de todo: "en una bajante de WC encontramos un fémur de pata de jamón”, confiesa. 

Servicio de mantenimiento de un sistema de bombas en Barceloneta (Barcelona). Imágenes: Samuel Miñarro, Gonzalo Morales, Emma Skantz. Edición: Samuel Miñarro.

Sin embargo, Josep Garriga considera que no hay que atacar al sector de la restauración: "Todo el mundo que esté conectado a la red de saneamiento tiene que cumplir" con la normativa, explica.

Aceites reciclados:
un negocio creciente

El aceite vertido por el desagüe acarrea un coste que todos asumimos, pero evitar que llegue ahí, puede convertirse en una oportunidad de negocio para algunos ciudadanos. Harmonía Renewable Energy S.L. es una empresa especializada en el procesamiento y reciclaje de aceites vegetales que lleva una década operando en Catalunya. Empezó con 2 trabajadores y, actualmente, controla el 20% del mercado directo del territorio catalán con 53 empleados. Sus principales clientes son del sector de la hostelería.

Para Jordi López, uno de los dueños, el sector ha cambiado mucho en los últimos años: "El aceite [usado] se compra al cliente. Antiguamente no se hacía así, sino que se pagaba una cuota anual por la recogida de estos aceites y luego el servicio era gratuito. A día de hoy, ningún cliente paga porque se le haga este servicio", explica.

En los últimos años el reciclaje del aceite ha pasado de ser un negocio solo para los recicladores a ser una oportunidad económica para todas las partes involucradas. Sin embargo, López considera que esto no es suficiente: "Se podría evitar [el vertido de estos aceites] muchísimo más de lo que se está haciendo", afirma. "Pero es complicado, porque faltan medios, concienciación e información. Falta un poquito de todo", confiesa. 

Restos de residuos encontrados durante la limpieza de un albañal privado. Fotografía: Emma Skantz.

Restos de residuos encontrados durante la limpieza de un albañal privado. Fotografía: Emma Skantz.

Una de las cosas que el empresario considera que se podrían mejorar es la captación de estos aceites en origen con la colocación de separadores de grasas debajo de los fregaderos de las cocinas. "No muchos restaurantes o bares tienen. Hay muchos que sí, pero hay muchísimos que no", afirma. Estos separadores de grasa permiten maximizar la captura de aceite antes de que se filtre al alcantarillado. Sin embargo, tienen un coste: Harmonía cobra unos 350 euros de instalación más 180 euros mensuales de mantenimiento.

A pesar de que la mayoría de sus clientes no cuentan con estos separadores, la empresa logra recolectar entre 350 y 400 toneladas mensuales de aceites vegetales usados. Harmonía convierte estas grasas en materia prima que venden a empresas especializadas en la generación de biodiesel.

Estos incentivos que tienen los comercios para reciclar sus aceites no llegan a los hogares. Según declaraciones de la empresa, no es rentable recoger cantidades inferiores a 50 litros. Por el momento, los ciudadanos deberán seguir llevando sus botes de aceites usados a los puntos limpios de la ciudad.

Punto limpio del barrio del Clot (Barcelona). Imagen: Gonzalo Morales.

Punto limpio del barrio del Clot (Barcelona). Imagen: Gonzalo Morales.

López se muestra optimista, pero considera que la Administración Pública y la ciudadanía deben poner de su parte: "Hemos dado un paso muy fuerte respecto a hace 20 años. Pero sigo creyendo que todos deberíamos ayudar un poquito", afirma.

El pasado 31 de marzo de 2021 se aprobó definitivamente el Proyecto de Ley de residuos y suelos contaminados que pretende contribuir a la lucha contra el cambio climático, y que propone un marco normativo para la recogida selectiva de los aceites, entre otros aspectos. 

Este reportaje se ha publicado en EL PERIÓDICO en abril de 2022

Textos:
Samuel Miñarro, Gonzalo Morales y Emma Skantz
Imágenes:
David Márquez, Samuel Miñarro, Gonzalo Morales y Emma Skantz
Edición:
Samuel Miñarro