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Con 150 años

Historiadores y entidades alertan de una pérdida “irreparable” por el derribo de estaciones de tren centenarias

Las obras ferroviarias y los planes urbanísticos en los municipios están eliminando los antiguos y emblemáticos edificios sin alternativa de conservación ante la indiferencia institucional

Derribada la histórica estación de tren de Parets del Vallès semanas antes del inicio del corte de la R3 de Rodalies

Parets del Vallés 02/09/2025 derribo del edificio de la histórica estación de tren de Parets del Vallès, construida en 1886. La tiran por el desdoblamiento de la R3. Al final de la avenida están los módulos provisionales que se han instalado para poder entrar a la estación. Fotografía de Ferran Nadeu

Parets del Vallés 02/09/2025 derribo del edificio de la histórica estación de tren de Parets del Vallès, construida en 1886. La tiran por el desdoblamiento de la R3. Al final de la avenida están los módulos provisionales que se han instalado para poder entrar a la estación. Fotografía de Ferran Nadeu / Ferran Nadeu / EPC

Glòria Ayuso

Glòria Ayuso

Barcelona
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Como en un goteo lento pero que no cesa, las centenarias y emblemáticas estaciones de tren están desapareciendo. Se trata de los apeaderos levantados durante la primera gran expansión del ferrocarril, en el último tercio del siglo XIX, con muros de ladrillo, ventanas enmarcadas en blanco y rótulos de porcelana con letras azules, donde puede leer el nombre del pueblo.

La Federació Catalana d'Amics del Ferrocarril, formada por 42 entidades, denuncia que se trata de algo que está sucediendo sin que nadie lo pare. Las obras de puesta al día de la infraestructura ferroviaria y los planes urbanísticos asociados en los municipios las están eliminando sin alternativa de conservación.

Parets y la Sagrera

La última en caer, en septiembre, fue la de Parets del Vallès, de 1886, que se reemplazará por una nueva y moderna. El derribo despertó las críticas de numerosos vecinos, entre ellos el exalcalde Jordi Seguer. "Como con esta ha sucedido con decenas", asegura el historiador y director del centro de estudios del Ferrocarril Términus, Joan Carles Salmerón. “Este año se cumplen los 200 años del nacimiento del ferrocarril, pero en Catalunya nos estamos dedicando a derribar nuestras estaciones centenarias. Es un crimen histórico para las siguientes generaciones, esto tiene que terminar”, dice con rotundidad.

A principios de año está previsto el derribo del edificio de la antigua estación de mercancías de La Sagrera, de 1922, ante el avance del macroplan urbanístico previsto en la zona. Historiadores y entidades lamentan que una vez más se opte por hacer desaparecer lo que consideran un valioso patrimonio histórico y reclaman su protección.

Edifici de l’antiga estació de mercaderies de la Sagrera. | MANU MITRU

Edificio de la antigua estación de mercancías de la Sagrera, que se derribará a principios del año que viene. | MANU MITRU / Manu Mitru

Las más antiguas

Una de las pérdidas más simbólicas fue la de la estación de Sant Feliu de Llobregat. Construida en 1854, era una de las tres estaciones más antiguas de España aún en funcionamiento, con 171 años de servicio ininterrumpido. Su demolición comenzó en junio de 2023, motivada por las obras de soterramiento de las vías. La movilización ciudadana, con un encierro dentro de la propia estación, logró frenar temporalmente el derribo. Sin embargo, la estación finalmente sucumbió en enero de 2024, dejando tras de sí un profundo sentimiento de pérdida entre los defensores del patrimonio ferroviario.

Pocos meses después cayó la de Salou, de 1865, tapiada desde que dejaron de pasar los trenes cuatro años atrás. Inicialmente, se había tratado sobre su posible rehabilitación. Dos años antes había desaparecido la de Cambrils, también de 1865, pese a las protestas de la Plataforma Conservem l’Estació de Cambrils.

Lista Roja

“Muchos de los edificios ferroviarios tienen unos evidentes valores históricos, arquitectónicos, técnicos, funcionales, sociales y un importante patrimonio inmaterial asociado. Deberían protegerse para continuar prestando su función original o para ser reutilizadas para otros usos”, explica Alfonso Muñoz Cosme, arquitecto y miembro del Comité científico de Hispania Nostra, dedicada a la preservación del patrimonio histórico.

Denuncia ciudadana

Las asociaciones han alertado sobre casi una treintena de estaciones ferroviarias en peligro en España, incluidas en la Lista Roja de Hispania Nostra, un programa que permite a cualquier ciudadano denunciar el deterioro de bienes culturales. Un Comité Científico evalúa cada caso para confirmar su valor y el riesgo que corre. La inclusión en la lista conlleva una advertencia a las administraciones y a los propietarios. Este proyecto se nutre de la participación ciudadana y solo incluye los elementos que la población señala. Sin embargo, la entidad advierte de que existen muchas más estaciones en peligro por abandono, falta de mantenimiento o transformaciones urbanas. “Si se les da un uso cultural o social pueden salvarse”, destaca Muñoz, que subraya la escasa conciencia social sobre la importancia del patrimonio, especialmente el industrial, al que todavía no se reconoce su verdadero valor. “Hay mucho por aprender, y también por enseñar”, indica el miembro del comité.

Pilar del pueblo

“Antiguamente, la estación, el ayuntamiento y la iglesia eran los tres pilares de cualquier pueblo”, explica Salmerón. La estación no solo era un edificio funcional, sino el corazón económico y social de la comunidad. Por allí llegaban las personas, las mercancías y las noticias, en una época en la que apenas existían carreteras. “Si ocurría algo importante, todos iban a la estación”, incide. Por todo ello, el historiador considera que "derribar una estación centenaria debería estar tan prohibido como destruir un edificio modernista".

El problema, explican desde Hispania Nostra, es que solo algunas estaciones cuentan con protección individual como bienes de interés cultural, pero no existe una norma general que proteja el conjunto de las estaciones ferroviarias.

Esconderlo

“Son propiedad de Adif y su protección es complicada porque se están derribando para dejar espacios vacíos para la planificación urbanística”, afirma el presidente de la Federació Catalana d’Amics del Ferrocarril (FECAF), Josep Ferrer, que recuerda algunas acciones de presión para protegerlas. En Sant Feliu, Adif propuso salvarla e incluso replicarla en otro emplazamiento, pero finalmente la liberación de todo espacio por el soterramiento de las vías primó para el Ayuntamiento. Además de considerar “un desastre” la pérdida del patrimonio, las entidades amantes del ferrocarril como la FECAF lamentan la proliferación del soterramiento del tren en los municipios. “No es el metro. Debe cumplir su función, y pasar por el centro donde vive la gente y no esconderlo ni alejarlo”, señala Ferrer.

Superviviente

Sí ha sobrevivido la histórica estación de Sant Andreu Comtal de Barcelona, la más antigua, de 1854. El presidente de Agrupament Ferroviari de Barcelona, Santiago Compte, valora que se haya preservado, aunque lamenta que haya quedado en la sombra, destinada a guardar los gegants del barrio, cuando “hubiera podido tener un trato ferroviario más adecuado”.

Tras su cierre, la estación de Cornellà, de 1855, ha quedado como la más antigua en funcionamiento en España. Sigue recibiendo miles de usuarios a diario y será objeto próximamente de una nueva reforma que llevará a cabo Renfe.

Alternativas al derribo

Adif, propietaria de buena parte de las estaciones, asegura que antes de cualquier derribo ofrece la cesión del edificio al ayuntamiento u otra administración para que pueda destinarlo a usos de interés general o social. La demolición es “una medida excepcional y justificada, adoptada únicamente cuando no existe interés en la conservación del inmueble y concurren razones de seguridad o inviabilidad técnica, o excepcionalmente es necesaria para llevar a cabo algún proyecto ferroviario”, afirma. Asimismo, considera que la “garantía esencial” para evitar cualquier demolición de estaciones con interés es su protección formal por parte de las administraciones competentes en materia de patrimonio, que son el estado y las administraciones autonómicas.

Estaciones en alquiler

Son muchas las estaciones y construcciones de Adif que han quedado sin uso ferroviario. Para darles una nueva vida, el gestor ha puesto en marcha el programa “Activos para el Desarrollo”, con la idea de cederlos o alquilarlos a administraciones públicas, entidades sin ánimo de lucro y empresas privadas para proyectos culturales, sociales, turísticos o empresariales. Muchas se encuentran en municipios de la España vaciada que tiempo atrás gozaban de una estación de tren. Su recuperación, considera, puede "ayudar a impulsar la economía local, fortalecer el territorio y fomentar la sostenibilidad".

En esta lista se ofrece en alquiler ni más ni menos que el edificio de la antigua Estación Transpirenaica de Ripoll, de cuatro plantas y con una superficie de 2.804,80 m², catalogado como Bien Cultural de Interés Local (BCIL). También aparece la Estació del municipio de Garcia (Tarragona), de 430 metros cuadrados, junto al muelle cubierto; y la estación de Mianes, de Tortosa, de 405 metros.

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