Proyecto hasta 2030
Esperanza y escepticismo en La Mina por el plan millonario del Govern: "No nos lo creeremos hasta que veamos grúas"
El nuevo paquete de reformas se recibe con expectativa en el barrio pero también con cautela por los precedentes de promesas de renovación que resultaron insuficientes, cuando no fallidas
La Generalitat promete invertir más de 100 millones en La Mina para desencallar cambios pendientes
El revulsivo para la Mina que no pudo ser: cómo el gran plan del 2000 se frustró por la crisis y la pobreza

Fachada del bloque de Venus, pendiente de derribo en el barrio de La Mina, en Sant Adrià de Besòs. / MANU MITRU

La Mina desconfía siempre que se le vuelve a prometer condiciones de vida dignas para los vecinos de las calles desfavorecidas del barrio, situado en Sant Adrià de Besòs y a las puertas de Barcelona. Los antecedentes de proyectos truncados, grandes operaciones que se quedaron cortas y retrasos en abordar déficits y problemas han escarmentado al vecindario. Con unos cuantos desengaños a cuestas, el tejido vecinal se muestra cauto ante el nuevo plan de transformación con que la Generalitat augura 113,1 millones de euros de inversión hasta 2030 para desencallar cambios pendientes, incluido el desalojo completo del degradado bloque de Venus en 2027 para derribarlo en 2028.
Entidades y voces representativas del vecindario se declaran esperanzadas con la construcción de equipamientos largamente esperados, como una guardería y un centro residencial para ancianos, así como la edificación de 356 viviendas públicas. Al mismo tiempo, se muestran precavidas a la espera de resultados. Los precedentes obligan.
“El plan está muy bien y está dentro de lo que queremos, pero nos han engañado tantas veces que no nos lo vamos a creer hasta que veamos las grúas”, advierte Antonio Pinel, vicepresidente de la Asociación de Vecinos de La Mina. Durante la visita de Illa este miércoles al barrio, más de uno no se cortó en reclamar hechos al Govern. “Les hemos dicho que por aquí han pasado todos los presidentes de la Generalitat y todos nos mintieron, ellos han sido los culpables de que no se haya cumplido con el barrio”, apunta Pinel.
“Hasta ahora ha sido una tomadura de pelo”, reprocha Carmen Galindo, dirigente histórica del movimiento asociativo del barrio. Como otros, se declara satisfecha con las propuestas para renovar La Mina, si bien recalca que ya deberían ser realidad hace tiempo: “El plan de transformación del 2000 decía que debía estar acabado en 2012, pero estamos en 2025 y ahora debe terminarse en 2030. Ya veremos… Esperemos que, para entonces, sea realidad”.
"Por aquí han pasado todos los presidentes de la Generalitat y todos nos mintieron", expresan en la asociación de vecinos
“Nos vimos abocados a un cierto atascamiento” en el plan anterior, admite la alcaldesa de Sant Adrià, Filo Cañete. La edila dice que el compromiso ahora es firme, que las dificultades del Govern en minoría de Illa para aprobar presupuestos no deben ser un escollo -si no hubiera cuentas, las modificaciones presupuestarias incluirán los planes de La Mina- y que el barrio apretará para que no se repitan retrasos y fracasos. “El proyecto gira en torno a un eje claramente social, que convertirá a La Mina en uno de los barrios con mejores equipamientos y servicios del área metropolitana”, pronostica Cañete.
Implicación vecinal
El Proyecto Educativo de La Mina (pebMINA) integra a 113 actores socioeducativos y 42 entidades y servicios que velan por el barrio a pie de calle. Meses atrás, propusieron 15 medidas para paliar apuros y protegerse ante incidentes graves, así como establecer canales con las administraciones para transmitir necesidades y buscar soluciones. Los miembros del pebMina creen que el "impulso" de un nuevo plan es una "buena noticia". "Ha de poder revertir una situación que, después de más de 25 años y mucha inversión agotada, continúa marcada por fuertes desigualdades y carencias estructurales que condicionan la vida de vecinos y vecinas", expresa.

El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, durante la presentación del nuevo plan de transformación de La Mina, en Sant Adrià. / MANU MITRU
Los educadores y demás agentes sociales avisan de que, "sin la participación comunitaria activa y el compromiso político continuado, el cambio no será posible" en La Mina. En ese sentido, alertan de "los riesgos que puede comportar el plan si no se aborda con una visión integral": "La falta de continudad política, la mirada excesivamente urbanística, la participación comunitaria limitada o la insuficiencia de medidas sociales y educativas pueden comprometer el impacto real". En el pebMINA piden que se llegue a "consensos con vecinos, vecinas y entidades" y abogan por una "apuesta decidida por las políticas sociales y educativas".
La alcaldesa de Sant Adrià recuerda que el anterior plan quedó atascado y previene de que el barrio no aceptará más frustraciones
La Asociación Casal Infantil de La Mina acompaña y cuida de familias y menores del barrio desde hace más de 40 años. La entidad opina que la hoja de ruta ahora anunciada es "similar" a la que se trazó "hace más de 25 años". En aquel precedente, "no se solucionaron los retos principales de La Mina e, incluso, algunas cosas se hicieron mal, como en Venus", señala. Cree que puede haber una "gran mejora" a "nivel urbanístico" pero echa en falta una "estrategia integral con medidas sociales y educativas bien definidas". "Esperemos que sea el inicio de un nuevo camino que repare las heridas de abandono que sufren vecinos y vecinas", desea.
Derribo clave
Igual que en las dos últimas décadas, la piedra de toque para determinar el éxito o el fracaso de la remodelación será en buena medida qué pasa con Venus y sus habitantes. El bloque compendia los achaques del barrio: la creciente sensación de vacío a medida que la finca se va despoblando, las averías persistentes -últimamente, los ascensores vuelven a fallar en alguna comunidad- y la molestia de convivir con personas que causan molestias y no contribuyen en los esfuerzos ni en los gastos de la comunidad siguen incomodando de puertas adentro.

El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, saludando a dos músicos de flamenco de La Mina, durante la presentación del plan de transformación. / MANU MITRU
La portavoz de los residentes del inmueble, Paqui Jiménez, recibe con escepticismo la propuesta de la Generalitat de incrementar la compra de pisos de segunda mano para que los afectados por el derribo se muden y no esperar a las promociones que les prometieron para realojarse, que aún no han empezado a erigirse. “¿Van a masificar los demás bloques del barrio? No hablamos de dos o tres familias y, además, no todas quieren ir a esos pisos”, manifiesta la vecina.
Varias voces coinciden en que la docena de familias que ya se han reubicado están satisfechas al trasladarse a otros de los característicos bloques gigantescos del barrio, como los de Mart, Llevant y Estrelles. Se han vencido reticencias en algunas escaleras a acoger a realojados de Venus y las viviendas se han rehabilitado antes de ser habitadas. De todos modos, algunas familias preferían esperar a los domicilios nuevos.
Educadores de La Mina avisan que las desigualdades y las carencias estructurales siguen condicionando la vida cotidiana
“Después de 50 años en Venus, no quieren irse a un piso viejo que, en cinco años, estará igual que el que ya tienen”, explica Jiménez. La Generalitat responde que los habitantes del bloque que deseen alojarse en un piso acabado de edificar tendrán derecho a reclamar que se les reserve uno, con la condición de abandonar el inmueble para no obstaculizar la demolición y aguardar en un piso puente de segunda mano hasta que se entreguen las llaves de los nuevos, en el último trimestre de 2028. “Me choca que se proponga que alguien desmonte su casa dos veces -observa Jiménez-. Con la edad que tenemos, es una fantasmada: hay gente que se está yendo con 80 años y con tacataca”.

El presidente de la Generalitat, la alcaldesa de Sant Adrià, la consellera de Drets Socials y otras autoridades y vecinos, durante la presentanción del plan para La Mina. / MANU MITRU
Historia cíclica
La historia también es cíclica en La Mina. Hace más de 15 años ya se edificaron varios centenares de pisos que, en buena medida, debían albergar a los afectados de Venus. Sin embargo, el propósito naufragó: la mayoría de los domicilios se acabaron entregando a demandantes de vivienda social y otros se ocuparon ilegalmente. “Estaban hechos y nos los robaron”, aún lamenta Jiménez.
Decepciones como aquella empujaron a varias decenas de familias a pleitear, incluso pidiendo compensaciones de 10.000 euros por hogar por cada uno de los años de demora en ejecutar la expropiación. A la espera de que el juzgado se pronuncie, el Consorcio de La Mina ha abonado 5.226 euros a los demandantes como compensación por daños ocasionados por la amplia demora.
A su vez, el organismo insta a vecinos a desistir de las demandas para no quedarse entre los últimos en salir de Venus. Así lo atestigua una vecina a la que le han ofrecido enseñarle un par de pisos en el barrio: “Me han llamado más de una vez en las dos últimas semanas para decirme que tengo que firmar que retiro la demanda para poder mudarme”.
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