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Movilidad

“Se te mete el ruido en la cabeza”: las paradas de bus interurbano en plena calle desesperan a los vecinos de Barcelona

La carencia de estaciones y la escasa electrificación de la flota agravan el malestar de los ciudadanos

Sólo uno de cada 100 autobuses interurbanos de Catalunya está electrificado

“Se te mete el ruido en la cabeza”: las paradas de bus interurbano en plena calle desesperan a los vecinos de Barcelona

“Se te mete el ruido en la cabeza”: las paradas de bus interurbano en plena calle desesperan a los vecinos de Barcelona / EL PERIÓDICO

Judith Cutrona

Judith Cutrona

Barcelona
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Barcelona sigue arrastrando una carencia histórica de estaciones de autobuses. Más allá de las limitadas instalaciones de Sants, Fabra i Puig y la Estació del Nord, el resto son apeaderos situados en plena vía pública, en las calzadas de calles como Gran Via, Ronda Universitat, la Sagrera y la Meridiana. Esta falta de infraestructuras obliga a ubicar las paradas en calles muy transitadas, lo que genera molestias a los vecinos que viven frente a ellas, especialmente por el ruido de los motores a combustión. Sólo uno de cada cien autobuses interurbanos de Catalunya está electrificado, un hecho que agrava aún más el problema en puntos de origen y destino como la capital catalana.

El autobús llega a la parada, se detiene y puede tardar hasta 15 minutos en recoger a la larga cola de pasajeros que espera para subir. Este tiempo puede parecer breve, pero se convierte en una molestia considerable si se tiene en cuenta que no se trata de un solo vehículo, sino de centenares a lo largo del día, desde las cinco de la mañana hasta las 22.30 horas de la noche. Durante esos minutos -que varían según la afluencia de viajeros- el motor suele permanecer encendido.

“Entiendo que para el bus suponga un coste apagar y encender el motor en tan poco tiempo, pero ¿y el coste para los vecinos, qué?”, denuncia a EL PERIÓDICO una vecina que vive en el bloque de enfrente de la parada provisional de la calle Espronceda, en la Sagrera, a escasos metros de la Meridiana.

Barcelona 24/10/2025 Barcelona Parada de bus e12 Sagrera. Algunos vecinos se quejan del humo y del ruido ya que la flota no está bien preparada. AUTOR JORDI OTIX

La parada provisional de bus interurbano en la calle Espronceda. / Jordi Otix / EPC

No vive en el primero ni en el segundo piso, sino en el cuarto, y asegura que los del séptimo también lo oyen: “Es que hace un efecto tubo insoportable”. “A las cinco te despierta el motor. Se te mete el ruido en la cabeza y ya no puedes dormir”, añade. Reconoce que ahora algunos conductores apagan el motor mientras suben los pasajeros, algo que agradece. Explica que hace unas semanas incluso algunos vecinos colocaron un cartel en la parada para quejarse de las molestias.

En el número 346 está una de las paradas provisionales instaladas a raíz de las obras en la avenida Meridiana, que pacifican el tramo entre las calles Felip II y Fabra i Puig. “Vamos a estar así hasta que se acaben las obras”, comenta otra vecina, poco esperanzada de que la molestia acústica finalice pronto. Los trabajos en este tramo, iniciados en abril, forman parte de la transformación de la avenida y afectan de lleno a la zona intermodal de la Sagrera. La reubicación de paradas ha alterado el recorrido de hasta 16 líneas interurbanas.

Barcelona 24/10/2025 Barcelona Parada de bus e12 Sagrera. Algunos vecinos se quejan del humo y del ruido ya que la flota no está bien preparada. AUTOR JORDI OTIX

Paradas de bus interurbano en la avenida Meridiana. / Jordi Otix / EPC

El ruido de coches y motores en la Meridiana es prácticamente inevitable. Bien lo sabe un matrimonio que lleva tantos años viviendo en esta arteria, que no creen que el ruido de los interurbanos sea para tanto. “Además, es provisional, ¿no?”, comentan. Más empática se muestra otra pareja que, aunque su piso da a la parte trasera, reconocen que el ruido puede ser muy molesto. “Es que pasan muchos, muy seguidos”, justifican. La acumulación de autobuses también les complica salir de su párking, ya que solo disponen de un carril de incorporación. Más allá de eso, apuntan al problema de fondo: la falta de electrificación de la flota y de estaciones adecuadas en Barcelona. “Las que hay son muy pequeñas”, señala ella.

“No tenemos soluciones”

Aunque en el barrio del Fort Pienc sí cuentan con la Estació del Nord, el problema es parecido. “Este equipamiento ha ido creciendo porque no se han construido las estaciones que se planearon hace la tira de años en la Sagrera y en Sants”, critica el vicepresidente de la asociación de vecinos del Fort Pienc, Jordi Casanova. Además, lamenta que han recibido paradas que antes estaban en el centro y se trasladaron por las quejas de otros vecinos afectados. Denuncia una larga lista de molestias, centradas sobre todo en el ruido: “Los motores encendidos en verano para mantener el aire acondicionado, en invierno por la calefacción, al arrancar, la contaminación de humos…”, enumera.

Viajeros en la estación del Nord de Barcelona.

Viajeros en la estación del Nord de Barcelona. / Manu Mitru

Los vecinos han llevado el asunto a varios consejos de barrio. En uno de ellos, celebrado en mayo, el vecino Marc Salomó lo resumió con contundencia: “Se tiene que reducir de alguna manera el número de autocares, porque todo el mundo se está quejando”. Y añadió: “No tenemos solución. Si los buses no son eléctricos, tendrían que estar fuera de la ciudad”. Precisamente Ayuntamiento de Barcelona y Generalitat de Catalunya han explicitado los últimos meses que el horizonte es crecer en transporte colectivo por carretera, no reducirlo. La teniente de alcaldía Laia Bonet llegó a concretar la aspiración de doblar el número de personas que llegan a Barcelona en bus cada día y que lleguen a 400.000, para paliar el colapso viario y ferroviario.

El precedente de la Ronda de la Universitat

No es la primera vez que sucede. En la Ronda de la Universitat existía prácticamente una estación encubierta de autobuses, que se redujo sustancialmente hace cuatro años aprovechando las obras de ampliación del lado montaña. Entonces se trasladaron 11 de las 15 líneas interurbanas que tenían allí su origen o final hacia otros emplazamientos.

Sin embargo, las nuevas ubicaciones elegidas -la Gran Via, la Estació del Nord o Sants- no han resuelto el problema, solo lo han desplazado. La falta de una red real de estaciones y la escasa electrificación de la flota siguen siendo una asignatura pendiente. Mientras tanto, los vecinos continúan soportando el ruido, el humo y la espera de unas soluciones que, por ahora, no llegan.

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