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Ante la Catedral

"Joan murió a dos calles de donde se crio": Arrels recuerda a las 69 personas sin hogar fallecidas en un año en Barcelona

Una pequeña casa de cartón, unos zapatos y una placa simbolizaban que detrás de cada caso hay una familia y una historia

El 87% de personas sin hogar en Barcelona denuncian que tuvieron que hacer la recuperación hospitalaria en la calle

Morir en la calle en Barcelona: uno de cada tres sintecho fallece al raso

Acto de la Fundació Arrels frente a la Catedral

Acto de la Fundació Arrels frente a la Catedral / Arrels / Europa Press

Martí Sosa

Barcelona
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“Cuando pienso en él lo primero que se me viene a la cabeza son sus gestos, su manera de sentarse cruzando la pierna y su sonrisa”. Así recuerda Brian Núñez a su padre, Joan. Él es una de las 69 personas sin hogar que han fallecido en el último año en las calles de Barcelona y a las cuales --como cada otoño-- la Fundació Arrels recuerda en un acto frente a la Catedral. En esta ocasión este miércoles las ha homenajeado con una pequeña casa de cartón, unos zapatos y una placa para mostrar que detrás de cada número hay una persona, una familia y una historia.

La fundación, junto con otras 20 entidades, han celebrado el emotivo encuentro reivindicando que los fallecidos en los últimos 12 meses --que desde 2016 ya ascienden a 600-- también son vecinos de la ciudad. De esos 69 últimos casos, un 34% de personas vivían en la calle en el momento de morir, y un 72,5% lo hizo por enfermedades y problemas de salud; además, un 14,7% eran mujeres y un 85% hombres.

En el acto, se ha leído el manifiesto 'Carta a la ciudad de Barcelona', en el que Arrels recoge algunos testimonios de personas que murieron en la calle y pide "políticas valientes, en calles y barrios donde todo el mundo tenga derecho a vivir y ser cuidado". "Querida Barcelona, no sé si lo recuerdas, pero hace 8 años te escribimos una carta. Te explicábamos que vivir en la calle no es algo normal y que muchas personas sin hogar que queremos se mueren antes de tiempo. Hoy, te volvemos a escribir porque hay cosas que no deberían repetirse y, aún así, siguen pasando", rezaba el texto.

Una historia de la calle

En el caso de Joan --, cuyo hijo relata su historia a EL PERIÓDICO, había nacido en Barcelona en 1976, en el barrio de Gràcia. Tuvo una buena infancia, que en gran medida pasó en el distrito de Sant Martí, donde siempre “estuvo acompañado de buenos amigos”, afirma Brian. A los 20 años conoció a su madre y le tuvieron a él. “Tengo un muy buen recuerdo de mi infancia. Vivimos en muchos sitios como Malgrat y Blanes, pues mi padre era una persona que siempre se estaba moviendo. Trabajaba de todo, tenía muchos títulos y hablaba muy bien el inglés”. Añade que sus padres se divorciaron cuando tenía 7 años y reconoce que, aunque no podía ver mucho a su padre, él siempre estaba presente en su vida.

Joan y Brian

Joan y Brian / EPC

Más adelante conoció a su nueva pareja, con quien se mudó a Uruguay y tuvo otro hijo. Por aquella época Joan comenzó a sufrir problemas de salud mental --con fuertes depresiones-- que le llevaron a estar ingresado en diversas ocasiones. Aún así, el progenitor siempre se mantuvo como “una persona muy alegre, cariñosa y que siempre tenía una sonrisa en la cara”, reconoce Brian. En 2018 volvió a Barcelona, donde encontró trabajo rápidamente, pero en 2019 regresó su depresión y entró en una espiral de la que nunca pudo escapar, menos aún cuando se separó de su pareja. “Era una buena persona, pero tenía una lucha interna muy grande”, asegura su hijo.

Tiempo después fue a vivir a casa de su hermana, con quien convivió durante tres meses hasta que su alcoholismo --inducido por su depresión-- quemó la convivencia y tuvo que mudarse. En 2021 Joan comenzó a vivir en la calle. Perdió el contacto con su hijo y el resto de su familia y nunca más volvieron a saber de él. “Él no se veía capaz de remontar. Tenía una depresión bastante importante y se avergonzaba un poco de la situación”, explica María Vidal, una voluntaria del equipo de calle de Arrels con quien Joan conversaba frecuentemente.

Brian y Maria

Brian y Maria / Fundació Arrels

Vidal le recuerda por una peculiar característica que le diferenciaba del resto: “Era una persona sumamente educada, muy agradecida de que te sentaras a hablar con él. Normalmente a las personas que están en la calle les cuesta mucho hablar de su vida, pero él enseguida hablaba de sus hijos”. También destaca su afición por la lectura y que siempre estaba agradecido cuando ella le traía un libro.

Una mirada a las personas sin techo

Joan falleció en Gràcia el 19 de marzo de 2025. Sus problemas de salud mental y su consecuente alcoholismo le empujaron a esa situación. Como tantas otras personas sin hogar, se encontró en un pozo del que no supo salir y la vergüenza jugó un papel importante en la desconexión con su familia. “El sitio donde falleció estaba a apenas dos calles de donde se crio. Estuvo allí, supongo, porque le recordaría a sus momentos más felices y lo conocía como la palma de su mano”, explica Brian.

“Tras la muerte de mi padre he aprendido a valorar más a las personas cercanas y las personas que viven en la calle. He aprendido a abrirme y a sentir más las cosas y a la gente. Porque realmente todas las personas tienen valor”, afirma Brian. Vidal destaca la importancia de no hacer oídos sordos al problema de las personas sin hogar, cada vez más latente en Barcelona. “Si vas por la calle y no les miras contribuyes más a su exclusión. Les hace sentir que no merecen la pena”, asegura Vidal. Considera que ignorar el problema lo agrava y que está en manos de todos revertir la situación: “Se tiene que dejar de evitar la mirada, son personas que por las circunstancias que sea están allí y tender la mano siempre es importante.”

Brian Núñez y María Vidal han recordado hoy a Joan en la plaza Nova, frente a la Catedral de Barcelona y la mirada de cientos de asistentes, dejando una rosa blanca junto a su casita de cartón y sus zapatos, con la música en directo del Conservatorio del Liceu y el coro de góspel de El Lloc de la Dona. Una rosa que sirve para mantener vivo el recuerdo de este hombre y de las otras 68 personas fallecidas, con la esperanza de que nadie tenga que pasar nunca por la misma situación.

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