Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Final de etapa

Cierra Muebles Cáceres, la tienda con 80 años de historia que conquistó la plaza de la Revolució de Gràcia

Josep y Carme Cáceres, segunda y tercera generación de la saga familiar, decidieron poner fin al negocio a la vista de que la cuarta se dedica a otras actividades

Cierra la Bodega Manolo, institución de Gràcia y templo del ‘plat d’aperitiu’

Carme y Josep Cáceres, este martes frente a una de las tiendas de Muebles Cáceres.

Carme y Josep Cáceres, este martes frente a una de las tiendas de Muebles Cáceres. / Zowy Voeten

Toni Sust

Toni Sust

Barcelona
Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Son tantos los locales que Muebles Cáceres tiene en la plaza de la Revolució de 1868 y su entorno que un vecino de la zona podría fácilmente tener dificultades para recordarlos memoria dónde están. Pero no hay residente en esta parte de la Vila de Gràcia que no tenga presente ese apellido, esas tiendas salpicadas por varios edificios de la plaza, de la calle de Terol y de Torrent de l’Olla.

Tiendas que fueron apareciendo a partir de una inicial, de 70 metros cuadrados, situada en Terol, 19. Muebles Cáceres inició su actividad a principios de los 40, aunque abrió oficialmente en 1947, hace casi 80 años. Ahora, tres generaciones después, el negocio familiar se acerca a su fin: cerrará el próximo 31 de diciembre por jubilación.

Los Cáceres, en uno de los sofás que ofrecen en sus tiendas, ahora en liquidación.

Los Cáceres, en uno de los sofás que ofrecen en sus tiendas, ahora en liquidación. / Zowy Voeten

El fundador

Todo empezó con Genaro Cáceres, nacido en Cúllar de Baza (Granada). El hombre vino a Barcelona y se casó con una lugareña. Cuando abrió el negocio, pocos años después del fin de la Guerra Civil española, los tiempos eran duros, la población estaba empobrecida y la capacidad de consumir, de comprar cualquier cosa, era muy limitada.

Vecino de Sarrià, Genaro bajaba y subía a la tienda de muebles en carro. “Cuatro veces. Bajaba por la mañana, subía a comer, bajaba por la tarde y subía de nuevo por la noche”, recuerda su hijo, Josep, que tiene 84 años y que le tomó el relevo en 1972, aunque ya llevaba años trabajando con él. Con la segunda generación llegó el gran crecimiento, entre finales de los 70 y principios de los 80 del siglo pasado.

El crecimiento

Primero añadió un local, después otro. Muebles Cáceres tiene huella en Terol, 15 y 19, con salones de exposicion en los números 5 y 9-11 de la plaza de la Revolució (este último con escaparate en Terol, 16). Todos son de propiedad, solo se alquiló uno, en el número 12 de la misma plaza, donde ahora hay un supermercado, frente a la zona de juegos infantiles, que Muebles Cáceres dejó hace tiempo. El apellido llegó hasta Torrent de l’Olla, porque Josep abrió un almacén allí cuando ya no se pudo aparcar en Revolució, por la reforma  de la plaza.

Carme Cáceres (60 años), bióloga que durante una parte de su vida no trabajó en la tienda, representa a la tercera generación del negocio familiar y lo dirige desde hace 20 años. Lo que no significa que su padre, que se jubiló a los 70, se retirara del todo, aunque si redujo mucho su actividad. La cuarta generación, tres nietos, se dedica ya a otras actividades en las que están perfectamente asentados: “Todos tienen carrera. Uno es director de orquesta, otra estudió Ingeniera del Diseño y otra, Dirección de empresas”, explica el abuelo.

Y eso ha llevado a Josep y a su hija a tomar la decisión: Muebles Cáceres cerrará sus puertas de forma definitiva a final de año, y dejará así un poco huérfana a la plaza de la Revolució. Son casi 1.000 metros cuadrados de tiendas que ahora conocerán nuevos inquilinos, lo que supone casi una reforma del barrio. La familia Cáceres advierte de que su intención es que en esos locales no se ubique cualquier comercio, que sean negocios que valgan la pena.

La plaza de Cáceres

“En broma, mis amigos me decían que esto era la plaza de Cáceres”, explica Josep sobre la presencia del negocio en esta parte de Gràcia. Recuerda bien los inicios, porque él empezó a trabajar aquí en 1957, a los 16 años, cuando su padre tuvo un problema en el oído y se quedó sordo, lo que obligó al hijo a implicarse, y a acabar de noche sus estudios, hasta entonces desarrollados en La Salle de Bonanova.

“Siempre nos hemos dedicado a la compra-venta. Comprar muebles y venderlos”, explica. “Lo que más apreciamos es la gran clientela que hemos tenido. Al principio, la gente no tenía dinero. Se casaban y se morían con los mismos muebles. Con el tiempo, la economía fue mejorando. Veníamos de la miseria, del racionamiento”. Hizo la mili a los 18 años como voluntario, 20 meses, para poder quedarse en Barcelona y trabajar por las tardes.

Padre e hija, en el interior de Muebles Cáceres.

Padre e hija, en el interior de Muebles Cáceres. / Zowy Voeten

Pagos a plazos

“La clientela era toda del barrio”, cuenta. Le pedían consejo, le otorgaban una confianza total. “Entonces no querían ver catálogos, querían tocar los muebles”. Ha conocido crisis económicas y ha tenido una clientela “de gente trabajadora” que durante mucho tiempo pagaba sus muebles con letras semanales, sin ningún banco detrás, como ahora sucede. Eso suponía una confianza férrea entre vendedor y cliente: “La gente no fallaba casi nunca. Solo cuando alguien se quedaba en paro. Y esperábamos a que pudieran pagar. Pero casi nunca hemos tenido morosos”.

Muebles Cáceres ha contado empleados de los que trabajaban toda su vida en un solo lugar: “Varios se han jubilado aquí”. Ha tenido “tres generaciones de clientes. Los hemos cuidado mucho”, dice Josep. La competencia de grandes empresas como Ikea es relevante, admite, pero también considera que es “otra filosofía” y que hay pastel para todos. Y está convencido de que queda espacio y futuro para los comercios de proximidad, de barrio. Un reto que puede asumir quien quiera llenar el vacío que Muebles Cáceres, el apellido que conquistó la plaza de la Revolució, dejará en breve.

Suscríbete para seguir leyendo