Fallecido hace unos 40.000 años
CosmoCaixa sube al trono de sus tesoros, casi como reliquia prehistórica, un mamut completo de Siberia
El furtivo paso del ‘Mammuthus primigenius’ por Barcelona hace cuatro años
El mamut de la Ciutadella, ante todo, muy cristiano

Así se ha montado el mamut de CosmoCaixa / ELISENDA PONS / VÍDEO: COSMOCAIXA

Ha regresado a Barcelona, esta vez para quedarse definitivamente, el impresionante mamut que CosmoCaixa adquirió hace cuatro años en la feria paleontológica de Tucson (Arizona), un ejemplar completo (aunque en realidad es un puzle de tres parientes distintos del ‘Mammuthus primigenius’) que desde entonces ha sido (quizá haya que pedir perdón por la expresión) pastoreado por media España. Más de 300.000 personas se han sobrecogido en las sedes de CaixaFòrum de Sevilla, Zaragoza, Madrid, Palma y Tarragona con las enormes defensas que lucía este animal que vivió hace ahora algo más de 40.000 años. Literalmente, brillan, y no porque hayan sido sometidas a ningún tratamiento odontológico embellecedor. Conservan su original capa de dentina y plantarse frente a ellas dice mucho del arrojo de nuestros antepasados cuando, en plena Edad de Hielo, decidieron que merecía la pena cazar a estas gigantes bestias. Y eso que de todas las especies de mamuts conocidas, esta, la lanuda, era la más chica de todos. ‘Solo’ 3,5 metros de altura mide la gran reliquia de CosmoCaixa.
A falta de que en el futuro los visitantes elijan un nombre para este esqueleto, decir que es una reliquia no es del todo desacertado. Ha viajado ya tanto o más que los huesos de los santos en la época de las cruzadas. Hasta 2017, la osamenta estaba aún perfectamente preservada en la nevera del permafrost siberiano. Fue localizada en el yacimiento de Tiumén. La búsqueda de mamuts en aquel extremo oriental de Rusia es poco menos que una suerte de fiebre del oro moderna. Las piezas cotizan siempre al alza. De hecho, el marfil de los colmillos de mamut no tiene las restricciones que afortunadamente se han impuesto al de los elefantes. Es una especie extinta. Se puede vender. Lo mismo sucede con los restos fósiles de esta especie.

Valentí Farràs, director de CosmoCaixa, y Javier Hidalgo, responsable de las exposiciones del museo. / ELISENDA PONS
El mamut de CosmoCaixa fue de cabeza a la feria de Tucson. Allí, los responsables del museo de la ciencia de Barcelona, donde el espacio dedicado a la evolución es a estas alturas una maravilla narrativa, vieron una excelente oportunidad. Por medio millón de euros podían comprar esta joya, perfecta para situar entre el cráneo del triceratops que desde hace años reside en CosmoCaixa y el espacio en el que se explica muy teatralmente la evolución humana. ¿Caro? Según se mire. Según Valentí Farràs, director del museo, y Javier Hidalgo, responsable de las exposiciones, desde que hace cuatro años fue adquirido, no ha vuelto a salir a la venta una pieza tan excepcional como esta. Es más, de un tiempo a esta parte, a los museos les ha salido una competencia imbatible si un fósil prehistórico llega a una subasta, los ricos del mundo, capaces de decorar los salones de sus hogares con un dinosaurio si les place. El último ‘Tyrannoaurus rex’ vendido al mejor postor logró que la puja alcanzara los 10 millones de euros.
De Estados Unidos, este mamut entró en Europa por un puerto de Bélgica y de ahí viajó perfectamente empaquetado a Barcelona, donde durante una semana se llevó a cabo un ‘unboxing’, sin igual. En una esquina del museo, sin instrucciones de uso, se abrieron las cajas y se ensayó el montaje del puzle. Fueron un par de jornadas muy emocionantes y, sobre todo, imprescindibles para que su gira por España fuera sin contratiempos, como así sucedió finalmente.

Las imponentes defensas del ejemplar, con un brillo natural, fruto de la dentina. / ELISENDA PONS
El regreso de este ejemplar tras la ‘tourné’ le abre a CosmoCaixa un universo de posibilidades. En los próximos meses, por ejemplo, está previsto organizar unas visitas comentadas con un título muy sugerente, ‘Cazadoras de mamuts’, que no se refiere a todos aquellos grupos humanos que hasta hace no tanto se las vieron con esta especie (cuando los faraones construían pirámides en Egipto, aún había mamuts en la polar isla de Wrangler), sino a todas aquellas personas que en época moderna dedican su buen saber a la paleontología y a la arqueología prehistórica. Solo a modo de apunte, las condiciones en las que se lleva a cabo la búsqueda de restos en Siberia no son aptas para cualquiera, pues son un infierno de barro y mosquitos apto para pocas almas.

El mamut, al fondo, y en primer término su mayor depredador. / DAVID CAMPOS
Pero el relato principal que ofrecerá la nueva reliquia de CosmoCaixa es el de cómo las distintas especies de estos proboscídeos, como el hombre, surgidos en África, salvo Oceanía, conquistaron toda la Tierra. Tuvieron incluso su propio Cristóbal Colón, aunque, más práctico, llegó a América a través del Estrecho de Bering. Aparecieron hace cinco millones de años y se extinguieron, probablemente no por una única causa. Eran voraces consumidores de pastos, hasta 180 kilos de hierba al día cada ejemplar, de modo que el crecimiento exponencial de los bosques les perjudicó. También las enfermedades. Y el aumento de las temperaturas, porque venían equipados con perfectos abrigos de hasta tres capas distintas de pelo. Pero, por supuesto, la caza humana les pudo dar la estocada. Eran, sin duda, una presa muy codiciada. Sin ir muy lejos, son célebres en Francia las pinturas rupestres de Rouffignac, con más de 100 mamuts representados en sus muros de piedra. Fuera un altar o una simple contabilidad de la tribu, la cifra impresiona.
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