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Análisis altruistas

Revisiones y gafas gratis a personas con discapacidad a las puertas de Barcelona: “Logramos que tengan más contacto con el mundo”

Una oenegé de oftalmólogos y ópticos desplaza a 80 voluntarios de toda España a Sant Adrià para practicar exploraciones oculares y de audición a 550 inscritos que sufren discapacidades y vulnerabilidad

Aprobada la ayuda de 100 euros para la compra de gafas y lentillas para los menores de 16 años

Jordi Ribalaygue

Jordi Ribalaygue

Sant Adrià de Besòs
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Las lágrimas se le suelen escurrir a Míriam por el ojo izquierdo. “Me hace llorar y no puedo forzar la vista”, cuenta la chica, que trabaja limpiando en un centro ocupacional de Barcelona. La muchacha es una de los 550 inscritos con discapacidad intelectual o en situación de vulnerabilidad a los que, entre el viernes y este sábado, unos 80 voluntarios procedentes de distintos puntos de España les han practicado una revisión ocular y de audición gratuita que incluye, en caso de que se constate que las requieren, elegir monturas sin coste. Antes de concluir la doble jornada maratoniana que no organizaba en Barcelona y su entorno desde hace 13 años, la oenegé Abre Sus Ojos estimaba que iba a regalar unas 300 gafas. Una vez montadas con las lentes graduadas, se enviarán en cosa de mes y medio a las personas atendidas estos dos últimos días.

Míriam usa gafas, pero los oftalmólogos y los optometristas que se han instalado este fin de semana de forma altruista en el pabellón del colegio Sant Gabriel, en Sant Adrià de Besòs, comprobaron que las tiene desgastadas. Además, las suyas no se adecúan con exactitud a todos sus defectos de visión, por lo que le recomendaron que escogiera dos gafas para llevarse. “Unas para leer y otra para las labores”, prevé Miriam, que dedicó un buen rato a probarse las monturas antes de decidirse. No es de extrañar, porque los modelos desplegados sobre la mesa se contaban por decenas. Están por estrenar y tres fabricantes los han donado en ocasión del encuentro.

“Hay gafas de todo tipo: más juveniles, más formales… Todas son modernas, nada de segunda mano”, resalta Antonio García, presidente de Abre Sus Ojos. A través de distintos proyectos, la entidad ha repartido más de 10.000 gafas desde que se fundó en 1997. “Entregamos el doble o más que las que dábamos antes -calcula García-: la población con discapacidad tiene ahora más esperanza de vida, es bastante mayor que la que mirábamos tiempo atrás, tenemos incluso participantes de 80 y tantos”.

Alegría por ver

El número de peticiones para pasar los análisis que la organización ha efectuado en Sant Adrià ha sido de los más altos que ha acumulado en los últimos años. Tan solo en las dos primeras horas, se habían completado unas 60 exploraciones y se habían despachado una veintena de gafas.

Acabada la revisión, Míriam se funde en un abrazo con Mercedes Rodríguez, una voluntaria que participa en las concentraciones desde el 2000, una por año en un extremo u otro del país. “Soy de Madrid, pero hay gente que viene para ayudar desde Alicante, Valencia, Santiago…”, enumera Rodríguez, que da cuenta del deleite que supone entregarse sin más retribución que obtener agradecimiento y cariño.

Uno de los participantes en las revisiones de la oenegé Abre Sus Ojos, en Sant Adrià de Besòs.

Uno de los participantes en las revisiones de la oenegé Abre Sus Ojos, en Sant Adrià de Besòs. / MANU MITRU

La optometrista Milva Lorente subraya que “los problemas de visión y audición limitan todavía más" a personas con discapacidad. Recalca también el afecto que logran trasmitirles: "Nos aportan más que nosotros a ellos. Sientes su alegría por ponerse las gafas y mirar como si no hubieran visto nunca”.

Míriam puede referir sus deficiencias de visión, a diferencia de otros participantes con grados de discapacidad más severos que les impide comunicarse. En ese perfil es donde el cometido de la oenegé cobra aún más valor.

“Hay veces que, simplemente corrigiendo el problema ocular que tienen, se logra que cambien su postura, su actitud y que den más respuestas al percibir más estímulos”, destaca Rodríguez. “En los últimos años, hemos detectado a chicos con graduaciones muy altas que no se habían corregido -expone-. Sus padres nos dicen que, tras la revisión, han cambiado de actitud y han logrado una gran mejoría”.

Alta prevalencia

El 40% de los participantes que acuden al encuentro anual de Abre Sus Ojos necesita algún tipo de corrección óptica. “De todos los problemas que tienen, la visión queda para el final: si tienen un problema cardíaco o digestivo, la vista queda para más adelante y nunca se llega a ella”, apercibe García.

Un participante pasando un test de visión en las revisiones de la oenegé Abre Sus Ojos, en Sant Adrià.

Un participante pasando un test de visión en las revisiones de la oenegé Abre Sus Ojos, en Sant Adrià. / MANU MITRU

Desgrana algunos casos que vivieron en otras ediciones de las revisiones itinerantes: "Nos vino una chica agarrada por dos monitores, mirando al suelo y con una miopía muy alta: le pusimos las gafas, se soltó y ya era otra persona. Otra venía en sillas de ruedas, tenía una graduación muy alta, le pusimos unas gafas que tenemos para hacernos una idea de lo que podía tener y se las tuvimos que dejar hasta que le mandamos sus gafas, porque no se las quería quitar”.

“Tenemos pacientes con ocho o diez dioptrías que, cuando les ponemos las gafas, alucinan”, comenta Enrique Ordiñaga, optometrista. “A menudo no pueden trasmitir lo que les pasa, así que simplemente vemos el problema y lo solucionamos -sintetiza-. Quitamos la limitación de estos pacientes para intentar comunicarse con el exterior”.

En las evaluaciones de este fin de semana se emplean equipos y material adaptado a la discapacidad. Ocurre con los test de visión -hay que adivinar dibujos en vez de letras- y los aparatos manuales que se manejan para los análisis a personas con movilidad reducida. A menudo afloran diagnósticos de trastornos que habían pasado desapercibidos. “Estos pacientes suelen ir al especialista cuando se quejan, si tienen capacidad de queja, o cuando ya es tarde”, advierte Ordiñaga, que enfatiza la mejoría que supone para personas con un grado elevado de dependencia que sus alteraciones visuales se atajen a tiempo: “Aunque no se comuniquen, sí logramos que tengan más contacto con el mundo”.

Una participante se prueba unas gafas en las revisiones de la oenegé Abre Sus Ojos, en Sant Adrià.

Una participante se prueba unas gafas en las revisiones de la oenegé Abre Sus Ojos, en Sant Adrià. / MANU MITRU

Dedicación y empatía

Durante las jornadas, emergen un número considerable de presbicias, glaucomas, cataratas prematuras, astigmatismos elevados, estrabismos, malformaciones de la retina que reducen la agudeza visual… En esos casos, se redactan informes para derivar el seguimiento a una visita médica.

García indica que el infradiagnóstico se concentra ante todo en los niveles más profundos de discapacidad: “Se necesita tiempo, ganas y material para atenderlos, pero los servicios de oftalmología están saturados. Hay informes que se limitan a decir que estas personas no colaboran”.

Algunos padres que acompañan a sus hijos a la multitudinaria prueba gratuita dan fe de que han topado con algún sinsabor de ese tipo. Carlos Matas explica que se dieron cuenta de que su hijo, Quique, acercaba demasiado la cara al papel para dibujar: “Lo llevamos a la óptica durante el coronavirus pero no me dejaron pasar con él para ayudarle, porque no se expresa. Le hicieron unas gafas con una graduación equivocada, no lo supimos hasta que en la Seguridad Social le diagnosticaron unas dioptrías diferentes y, en el seguimiento, le detectaron unas cataratas”.

María Isabel Fernández arropa a su hija durante una retinoscopia. La joven es ciega de un ojo y tiene una visión limitada en otro. La madre se declara gratamente sorprendida por la dedicación que los voluntarios muestran. “Lo que hacen no me lo he encontrado yendo de pago, es un trato diferente”, aprecia.

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