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2025-2027

El Ayuntamiento de Barcelona pone a punto contra el cambio climático el alcantarillado con 40 millones de inversión

"Alcalde, la Modelo va demasiado lenta", el último mural de la pinacoteca de la prisión del Eixample

El colector de la Diagonal, a la altura de Verdaguer, durante las obras a cielo abierto en 2021.

El colector de la Diagonal, a la altura de Verdaguer, durante las obras a cielo abierto en 2021. / JORDI OTIX

Carles Cols

Carles Cols

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El Ayuntamiento de Barcelona destinará en lo que ya va de 2025 y hasta 2027 más de 40 millones de euros a rehabilitar 13 kilómetros de la red de alcantarillado, no en continuo, sino en 201 actuaciones repartidas por los 10 distritos de la ciudad. En comparación con el total de la red, que casi alcanza lo 2.000 kilómetros de galerías, la cifra podrá parecer menor, pero, según la teniente de alcalde Laia Bonet son actuaciones mucho más que imprescindibles ante las crisis que con más frecuencia debe soportar el subsuelo de Barcelona como consecuencia del cambio climático.

Invertir en alcantarillado es enterrar dinero, pero no en el sentido de echarlo a perder, sino como si fuera un tesoro. Bonet, que ha visitado parte de las infraestructuras recién remozadas en el cruce de la Diagonal con el paseo de Sant Joan gracias a las obras del tranvía, ha explicado, por ejemplo, que algunos de los 15 embalses subterráneos de que dispone la ciudad para evitar inundaciones en días de lluvias torrenciales, han alcanzado el 100% de su capacidad en alguna ocasión. La previsión, dicen los meteorólogos, es que estadísticamente el número de días que cada año sucede ese contratiempo vaya en aumento, de modo que los trámites administrativos para construir 29 depósitos más ya se han iniciado, con la correspondiente reserva de suelo.

Las inversiones previstas de aquí a finales de 2027 abarcan un amplio espectro de obras. Las hay destinadas a evitar obstrucciones en el normal curso de las aguas domésticas residuales y pluviales. Otras directamente tienen como meta prevenir que, fruto del paso del tiempo, el pavimento de la superficie repentinos hundimientos. En general, el propósito es alargar la vida útil del alcantarillado y, en puntos concretos, como el que ha visitado la teniente de alcalde, resolver cuellos de botella que de vez en cuando podían provocar desbordamientos.

Allí, más a o menos justo debajo del monumento a Jacint Verdaguer, se cruzaban de una forma deficiente los colectores del paseo de Sant Joan y la Diagonal. Según cuál fuera la intensidad de la lluvia, ninguna avenida de agua cedía el paso a la otra y las consecuencias se podían sufrir calle arriba. El subsuelo de ese punto del Eixample es hoy una compleja obra de ingeniería en la que incluso se construyeron una suerte de cascadas que tienen como misión apaciguar la violencia del agua.

A lo largo de 2025 se han terminado ya siete de las obras previstas en el calendario, en Sant Antoni, Poble-sec, Les Corts, Bonanova, Tres Torres, Torre Baró y la Marina del Prat Vermell. Este último barrio, por ejemplo, fue hasta finales de los años 80, con un perfil urbanístico que nada tenía que ver con el actual, el escenario de frecuentes inundaciones. Millones de anteriores inversiones presupuestarias no solo han hecho caer en el olvido aquellos sucesos, sino que han evitado otros que jamás llegaron a ocurrir. Es lo que tienen las inversiones en alcantarillado, que raramente dan pie a inauguraciones solemnes con público.

Almuerzo institucional en el alcantarillado de Barcelona en 1907.

Almuerzo institucional en el alcantarillado de Barcelona en 1907. / Archivo

Es un sinsabor que los responsables municipales conocen, como poco, desde hace 118 años. La fotografía que encabeza este párrafo es de 1907 y, aunque hay algunas dudas sobre su verdadera localización, se supone que es un almuerzo con mantel y centros de flores que el Ayuntamiento de Barcelona organizó para congratularse de lo bien que le había quedado un tramo del nuevo alcantarillado de la ciudad. Según la biografía que Manuel Vázquez Montalbán escribió sobre Barcelona, aquello era en el subsuelo de la calle de Rocafort, pero, sea cierto o no, lo mejor era la prosa que le ponía a este tipo de proyectos con los que la ciudad se modernizó a principios del siglo XX. “Cada calle de la ciudad tiene su sombra subterránea, su otro yo de indecencia sumergida, como toda vida tiene la sombra de la muerte, y las ratas son las dueñas de estas tinieblas casi perennes”. En realidad, ni una sola rata ha hecho acto de presencia a lo largo de toda la visita que Bonet ha hecho al alcantarillado, quizá en parte porque las mejoras en higiene son también parte de las inversiones programadas.

Los más de 100 años transcurridos entre aquella foto y la actualidad, en el que la red del alcantarillado es supervisada en tiempo real desde una sala de control, con 22 cámaras en los depósitos pluviales y más de 2.000 sensores de niveles de agua, han comportado un radical antes y después desde el punto de vista de la ingeniería. Solo la red de embalses subterráneos tiene una capacidad a hoy de 447.000 metros cúbicos, pero el propósito es llegar a medio plazo a más de un millón de metros cúbicos. Entre otros proyectos en ejecución de este capítulo figura, por ejemplo, el de la Rambla Prim, destinado a regular el correcto funcionamiento del área de la Sagrera en caso de lluvias intensas, y el de Bac de Roda, estrechamente relacionado con las obras de remodelación del paseo de la Mar Bella. Además de prevenir inundaciones, este tipo de instalaciones evita que el agua de la lluvia, tras arrastrar basura por las calles de la ciudad, termine el en el mar.

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