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Crisis habitacional

La batalla por lograr alquilar en Barcelona: ganan los expats y pisos compartidos y pierden las familias y mascotas

La reducción al mínimo de la oferta de alquiler complica este septiembre la búsqueda de vivienda y deja fuera de juego cada vez a más perfiles

Los anuncios de habitaciones ya cuadruplican los de alquiler convencional en Barcelona

El precio del alquiler disponible sigue subiendo y 95 candidatos pugnan por cada anuncio en Barcelona

Un hombre mira la oferta en un escaparate de una inmobiliaria de Barcelona.

Un hombre mira la oferta en un escaparate de una inmobiliaria de Barcelona. / Mar Armenteros / EPC

Patricia Castán

Patricia Castán

Barcelona
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En sus 78 años de historia, en Amat Immobiliaris nunca como en el último año habían registrado tanto trasvase de propietarios de viviendas arrendadas que optan por vender tan pronto acaba algún contrato de alquiler. "Hay desconfianza y quieren salir del mercado de arrendamiento", señala la empresaria Joana Amat, enfrentándose a una oferta más escuálida que nunca. Concreta que tienen una cartera de 3.000 pisos administrados para alquiler en Barcelona y el área metropolitana, y solo 19 anunciados este septiembre entre sus cuatro oficinas. El inicio de curso es uno de los dos meses punta de búsquedas, y ofrece un panorama desolador para quienes necesitan alquilar, con 95 candidatos de media para los anuncios que llegan a publicarse, según datos de Idealista.

En esta lucha por lograr arrendar, hay perfiles que 'ganan' la partida, como expats con salarios holgados y personas que alquilan entre varias para compartir. Son los perfiles más atractivos para muchos dueños, explican las fuentes. Mientras que otros, como inmigrantes, familias con niños y salarios modestos, personas solas o con mascotas lo tienen cada vez más difícil, salvo que sus nóminas sean muy altas.

Septiembre conjuga una demanda especialmente elevada donde confluyen los motivos personales habituales (separación, ampliación de familia, final de un contrato previo...), a la par que el inicio de temporada en que que llegan a la capital catalana miles de personas tantos por motivos laborales como por estudios, entre otras razones.

"Cuando la demanda es muchísimo mayor que la oferta, se elige a quien aparenta menos riesgo", señala Óscar Gorgues, gerente de la Cambra de la Propietat Urbana de Barcelona. "Apenas hay rotación, porque los inquilinos no se mueven porque saben que es difícil encontrar alternativas y muchos solo dejan los pisos que tienen alquilados si deciden comprar". Y entonces es posible que esa vivienda vacía pase también a la venta, de modo que el mercado de alquiler se estrangula poco a poco. Con su cartera también en mínimos, este experto afirma que la mayoría de contratos que intermedian son con extranjeros o personas que vienen de fuera de Barcelona, lo que es "muy sintomático".

Los expats que eligen vivir en Barcelona o aterrizan para una larga temporada por motivos laborales suelen contar con ingresos altos y, pese a la escasez de la oferta, tener muchas más opciones que un sueldo medio local, porque también optan al alquiler de temporada. Desde una inmobiliaria de la Dreta de l'Eixample indican que "apenas hay pisos, pero cada vez nos llegan más peticiones por parte de trabajadores de otros países con buenos puestos e ingresos de más de 8.000 o 10.000 euros al mes, que son perfiles muy fiables y con los que firmamos bastantes contratos". Incluso entonces, cada vez más propietarios piden clausulas de impago.

Hacia el "colapso"

El portavoz del COAPI en Barcelona, Carles Sala, advierte de que llegan tarde los que quieren alquilar en otoño porque muchos contratos se han acelerado en verano y cada vez funciona más el "boca a oreja" entre estudiantes o quienes comparten y dan relevos entre sus conocidos. Por descontado, "casi nada llega a portales inmobiliarios". "Lo que suele llegar está fuera de precios o de medidas", añade.

"En general, lo tendrá difícil cualquier candidato sin ingresos muy superiores a la renta o que aporten garantías, sean familiares o de las empresas si llegan por motivos laborales". Porque "cuando recibe 300 propuestas para un alquiler, el profesional elegirá al que dé más garantías".

Sin olvidar que ante la incertidumbre, muchos hacen contratos de meses para evitar "problemas de impagos o ante las dificultades de ejecutar desahucios", apunta, convencido de que el mercado del alquiler va hacia el "colapso". Porque en un contexto actual de "casi récord de ventas", enfatiza que "lo que se vende sale del alquiler o de lo que podría haberse alquilado" en otra situación normativa y política.

alquileres en barcelona

Otra agencia inmobiliaria en Barcelona. / Mar Armenteros / EPC

Amat puntualiza que no ha sido "la limitación de precios del alquiler", vigente en los municipios tensionados de Catalunya hace año y medio, lo que echa para atrás a muchos propietarios a la hora de decidir si alquilan o no. "Muchos lo consideran una medida lógica", apunta. Pero en cambio reniegan de otros aspectos surgidos de la mano de la ley de vivienda, como los altos impuestos, la cuestión social (la lentitud de los desahucios y la vulnerabilidad o no de los inquilinos) y sobre todo "el disparate" de convertir a los propietarios de cinco viviendas (sea cual sea su valor y dimensión) en grandes tenedores en Catalunya, "poniéndolos en el punto de mira, y tratándolos como si fueran fondos", apunta.

Detalla que las listas de espera de las agencias están ya llenas de conocidos con referencia, hijos de clientes o de notarios y demás aspirantes prioritarios, de modo que solo afloran anuncios en ubicaciones con menor demanda. Ese desequilibrio provoca que haya menos tolerancia con las mascotas, por ejemplo, por si causan daños, agrega. Otras fuentes también señalan que las familias o monoparentales con niños a su cargo --salvo solvencia contrastada-- no lo tienen fácil, porque podrían considerarse vulnerables en caso de no poder pagar la renta, y están protegidas por la ley.

Pocos renuncian al piso que tienen

"Las renuncias de inquilinos han bajado a menos de la mitad en los últimos años, ahora suponen solo un 30% de los pisos que quedan disponibles en nuestra cartera", relata. Saben que será difícil optar a otro. En ese marco, la empresa está cerrando en los últimos meses sobre todo contratos para pisos compartidos, de modo que uno está en el contrato y otros ejercen de avalistas, o bien figuran varios titulares, lo que asegura la solvencia. Y no se refiere a pisos de estudiantes --que muchas veces optan directamente por habitaciones-- sino a personas de más de 30 años, con carrera y trabajo, pero que no pueden vivir solos y comparten incluso entre tres o cuatro, apunta. Ese es un perfil pujante y nada tiene que ver con el negocio especulativo de las habitaciones.

Ferran Font, director de estudios de Pisos.com, agrega que la escasez es permanente, pero asume que este otoño para muchos inquilinos será un reto hallar un hogar, con precios rondando los 30 euros por metro cuadrado. El volumen de contratos ha caído un 30% en dos años, dice, pero han salido del mercado de alquiler sobre todo los pisos más caros, de forma que ahora hay más competencia por los del tramo medio y los dueños pueden elegir arrendatarios con rentas muy altas, "descartando a quienes habitualmente deberían optar a esa franja por sus ingresos". Lo que deja con menos opciones que nunca a las rentas bajas y medias. "Los jóvenes sin economías saneadas y las familias con presupuestos ajustados lo tienen muy difícil si no cambia el marco legislativo".

Otro perfil que sufre especialmente es la inmigración, frecuentemente con ingresos moderados o sin contrato laboral. El aumento de los flujos ha multiplicado la presión inmobiliaria en Barcelona. Muchos deben compartir techo con compatriotas o bien se ven obligados a buscar en el área metropolitana, desviando allí la sobredemanda, alerta Font. En una inmobiliaria con muchas franquicias en la ciudad, donde piden anonimato, confiesan que muchos pequeños propietarios "descartan" directamente a población inmigrante "tanto por ingresos poco estables y trabajos precarios, como por miedo a que subalquilen habitaciones" para afrontar el arrendamiento.

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