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La nueva Barcelona

Las viviendas unipersonales crecen en Barcelona y son la primera opción en Ciutat Vella y Les Corts

La tendencia de vivir solo ha crecido en ocho distritos desde la pandemia, alimentada en especial por estudiantes y trabajadores extranjeros, así como nómadas digitales que prevén una estancia de pocos años

Más de la mitad de los barceloneses de 25 a 34 años llegaron a la ciudad hace menos de una década

Revolución demográfica en Barcelona: menos de un tercio de los adultos jóvenes son locales

Mela Castagna, argentina residente en Barcelona en una vivienda unipersonal.

Mela Castagna, argentina residente en Barcelona en una vivienda unipersonal. / Elisenda Pons / EPC

Jordi Ribalaygue

Jordi Ribalaygue

Barcelona
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La tendencia a vivir solo en Barcelona se afianza. La última Encuesta Sociodemográfica del ayuntamiento estima que el 28,8% de las casas dispone de un único residente, un 4,8% más de lo que el sondeo detectó en 2020. Las parejas sin hijos siguen siendo el tipo de domicilio más frecuente (37,5%), pero se consolida la distancia entre los pisos unipersonales y los que albergan a familias más tradicionales, compuestas por tres miembros o más, que suman una media inferior al 20% en la ciudad.

El estudio municipal aprecia un incremento generalizado de las viviendas pobladas por un solo vecino en el último lustro. Ocurre en todos los distritos, excepto en Nou Barris y Sant Martí, con sendos descensos ligeros, aunque ambos mantienen la proporción de los hogares unipersonales por encima del 20%. La tónica sobresale ante todo en Ciutat Vella (el informe calcula que el 38,5% de los pisos cuentan con un único morador) y Les Corts (se tasa que sucede en el 33,2% de los casos). Son las dos zonas de Barcelona en que no compartir domicilio ha pasado a ser la opción mayoritaria, de acuerdo a la encuesta.

El interés por hallar pisos minúsculos para un solo residente va en ascenso desde hace cinco años, comenta Iñaki Unsain, consultor inmobiliario en Barcelona. “La oferta es bastante corta y, cuando salen, se venden muy rápido”, asegura. Concreta que se trata de viviendas “de 40 a 50 metros cuadrados con una sola habitación”, buscados en especial por inversores con idea de alquilarlas para obtener rentabilidad.

Los menores de 65 años que viven sin compañía abundan más (18,4% sobre el total de hogares) que los que han alcanzado la tercera edad (10,4%). “Hay una gran demanda de pisos pequeños que alquilan estudiantes de máster o ejecutivos nómadas por dos o tres años”, señala el experto. “Los inquilinos principales de ese tipo de domicilio son extranjeros que vienen a Barcelona a trabajar o teletrabajar y estudiantes que no son locales, de 25 a 30 años”, retrata.

Nuevos barceloneses

Pau Alarcón, investigador del Institut Metròpoli, indica que, “desde el 2000, las migraciones transnacionales han sido el motor demográfico de la ciudad” y que esos nuevos barceloneses “comienzan a ser a la mayoría de la población en algunas franjas de edad”. “En las franjas de 25 a 29 años, de 30 a 34 y de 35 a 39, las personas nacidas en el extranjero son mayoría entre los residentes de Barcelona”, precisa.

La mayoría de los residentes en la capital de 25 a 39 años son nacidos en el extranjero, detecta el Institut Metròpoli

Mela Castagna -argentina, 34 años- y Francesco Vaglia -italiano, 29 años- atienden al perfil floreciente de jóvenes foráneos instalados en la ciudad. A su vez, han logrado establecerse solos tras cohabitar con otras personas y lidiar con el alto coste de la vivienda.

Castagna vino desde Sudamérica hace ocho años y, tras una temporada fuera, regresó hace tres a Barcelona. Hace un año y tres meses que vive sola en un estudio de 32 metros cuadrados en el Born, por el que paga 787 euros al mes. “Me cansé de compartir piso y está divino: tiene mucha iluminación, está reformado, es acogedor… No lo recomendaría para vivir en pareja, pero para mí sola está bien”, aprueba.

Desde que se lo propuso, a Vaglia le ha costado un año abandonar el piso en que convivía desde hacía tres con un chico sudafricano y otro irlandés en la Esquerra de l’Eixample y alojarse en otro domicilio del mismo barrio, al que se mudó hace dos semanas. “Antes pagaba 650 euros por un cuarto y ahora pago 1.000 para mí solo -explica-. Había ofertas, pero son caras y muchísimas son alquileres de temporada. En la zona que me gusta, no había nada que fuera un piso con dormitorio por menos de 1.200 euros... También hay mucha competición con gente de fuera. Por suerte, un amigo dejaba el piso y me preguntó si estaba interesado. Aunque me parece raro decir que por suerte lo encontré, porque 1.000 euros es tanto…”.

Urbe “de moda”

Vaglia es informático. Entre otros motivos, deseaba asentarse por su cuenta para concentrarse más en el teletrabajo. Con un Erasmus como experiencia previa en la ciudad y un contrato de cinco años, no se ve como una persona apenas de paso

"Barcelona se ha convertido en un punto de encuentro internacional: todos mis amigos son de fuera", cuenta Francesco Vaglia, un italiano de 29 años

Barcelona se ha convertido en un punto de encuentro internacional, sobre todo de creativos y nómadas digitales", describe. "Básicamente, todos mis amigos son de fuera -confiesa-. Me gustaría conocer más gente de aquí porque la que conozco están solo por un tiempo y, quizá en un mes, se vayan a Ámsterdam o Nueva York”.

Castagna palpa que más jóvenes de su país se desplazan más ahora a Barcelona que cuando ella probó por primera vez. Como razones, alude a la facilidad para que los argentinos obtengan la nacionalidad española o italiana para trabajar en la Unión Europea, así como la ventaja de compartir idioma y una amplia colonia de compatriotas.

“Y, también, que Barcelona está un poco de moda”, observa Castagna, que es ‘marketing manager’ en el hotel InterContinental Barcelona. “Soy licenciada en Publicidad y, en la universidad, había el incentivo de que a los argentinos creativos nos iba bien en Barcelona -relata-. Y me enamoré de la ciudad, sentí que me iba a acoger bien para continuar con mi carrera y seguir viajando”.

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