Cambio climático
La UPC avisa de que más de 200.000 viviendas de Barcelona son vulnerables al calor extremo
Un estudio detecta que el 28% de los domicilios no están bien adaptados a las altas temperaturas, una carencia que se expande tanto por zonas de renta escasa como otras más prósperas
El avance del calentamiento global podría exponer a Barcelona a máximas de 45 grados en las próximas décadas

Edificios de viviendas en el Eixample, en Barcelona. / FERRAN NADEU

Un estudio de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) cuantifica que 229.608 viviendas de Barcelona no están suficientemente adaptadas para hacer frente a las olas de calor extremo, como las que la capital ha sufrido este verano pasado y que el cambio climático hace más habituales, a riesgo de perjudicar a la salud y llegar a causar muertes. La cifra corresponde al 28% del parque inmobiliario de la ciudad, en base a los datos abiertos y procedentes del catastro que ha analizado el grupo de investigación de arquitectura, energía y medio ambiente de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona de la UPC.
Una ventilación precaria, un defectuoso aislamiento térmico, la ausencia de patios e interiores de manzana de dimensiones idóneas, la carencia de refugios climáticos próximos como zonas verdes o equipamientos públicos climatizados y el exceso de densidad de población son los factores que los autores del informe han chequeado para detectar cuáles son las zonas frágiles frente a las temperaturas tórridas. Parte de los domicilios de zonas habitualmente a la cola en los índices de renta de Barcelona -como el barrio del Besòs i el Maresme o tramos de Nou Barris y Horta-Guinardó- constan entre los lugares afectados, pero también se diagnostican problemas para hacer frente al calor en otros sitios habitualmente considerados más prósperos, como la Esquerra de l’Eixample, Gràcia o la Barceloneta.
“No hay una relación tan directa como pensábamos” entre bajos niveles socioeconómicos y una protección mejorable ante el clima asfixiante, afirma Helena Coch, arquitecta y profesora de la UPC. “Comparándolo a 'grosso modo', no hay una relación tan directa porque hay zonas de construcción apelotonada o polígonos de viviendas que no tienen malas condiciones económicas y sociales pero sí altos índices de vulerabilidad térmica”.
Fachadas y zonas verdes
La causa que penaliza ante el calor varía según el barrio en Barcelona. “En la zona antigua de Gràcia, hay más posibilidad de ventilar, suelen tener ventanas que dan a dos fachadas, pero no hay muchos espacios públicos, es muy compacto y no se encuentra un parque o una biblioteca donde refugiarse un domingo porque está cerrada”, describe Aldo Moccia, investigador. En cambio, distingue que, “en zonas como Nou Barris o construcciones de la segunda mitad del siglo XX”, se observan “peores condiciones de ventilación cruzada y más viviendas” pero, en cambio, se concentran “más espacios públicos verdes” que alivian las inclemencias del tiempo sofocante.
En el caso del Eixample, los investigadores detectan diferencias entre el flanco izquierdo y el derecho. “En la Esquerra de l’Eixample hay muy poca zona verde y no hay refugios naturales -indica Coch-. Además, en el lado más antiguo suele haber dos viviendas por rellano y hay menos edificios partidos que en la Esquerra, donde hay más bloques con cuatro pisos por rellano, con lo que hay menos posibilidad de ventilación”. En cuanto a la Barceloneta, Moccia aprecia que, “por morfología, podrían tener buena ventilación, pero los pisos solo cuentan con una fachada para ventilarse”.
Una de las conclusiones del estudio es que el estado de los edificios antiguos de Barcelona “no es tan malo como se piensa” para responder a las olas de calor, expresa Coch. El análisis cifra que 237.965 domicilios tienen condiciones óptimas frente a la canícula y son notables en otros 361.596 hogares. Juntos suman el 72% del parque de viviendas de Barcelona.
Soluciones quirúrgicas
Para mejorar la capacidad de las fincas para resistir las temperaturas más altas, el investigador Carlos Alonso Montolío aconseja medidas “quirúrgicas”. “La ventilación cruzada puede ser una estrategia buena: cada metro por segundo de aire que corre reduce la sensación de calor en tres grados”, ilustra. “Además, puede ser tan eficaz como un aire acondicionado, que provoca consumo energético y más calor antropogénico en la ciudad”, avisa.
Por su parte, Coch recomienda elegir bien las ventanas antes de instalarlas. "Con unas correderas, perdemos la mitad de la capacidad de ventilación en verano", alerta. En todo caso, y ante las dificultades para abordar grandes reformas, los investigadores recalcan que la clave es “asegurar que el espacio tenga más calidad” para compensar los déficits en las edificaciones.
“Pueden ser pequeñas intervenciones, no hay que pensar en grandes parques”, abundan. Se trata de crear lo que Coch define como “remansos urbanos”. “Las zonas más vulnerables son donde se tendrían que cuidar más los espacios públicos: seguirá haciendo calor, pero se estará mejor bajo un árbol, en unos bancos y con una fuente al lado… Es cuestión de buscar sitios donde se esté bien y que la ciudad no colabore en el cambio climático”, postula.
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