Patrimonio histórico
Un siglo de material escolar pionero, el tesoro patrimonial de Barcelona que espera destino
Una amplia colección de mobiliario, juegos didácticos de Maria Montessori y vestigios de aulas republicanas y franquistas reposa en cajas y estanterías desde hace 20 años
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Cajones de madera con 45 husos para aprender a contar según la metodología Montessori, de la colección de objetos pedagógicos del Museu d'Història de Barcelona / Ferran Nadeu / EPC

El inicio de un nuevo curso escolar reaviva cada otoño el debate sobre los métodos y resultados educativos. Barcelona suma más de un siglo de centros de titularidad municipal y por sus aulas han pasado las tendencias, polémicas e innovaciones de cada época. Una historia cotidiana que ha quedado reflejada en una extensa colección de materiales pedagógicos, mobiliario e iconografía: 3.343 piezas históricas que en su inmensa mayoría duermen en un almacén del Museu d’Història de Barcelona en la Zona Franca, a la espera de una oportunidad para llegar al gran público.
El Institut Municipal d’Educació de Barcelona (IMEB) recopiló durante los años 80 y 90 aquellos objetos de interés histórico que las escuelas de titularidad municipal --una treintena, actualmente-- retiraban de las aulas por obsoletos o envejecidos. Era un momento de muchos cambios, con la recuperación de la democracia como telón de fondo. Se generó un fondo muy variopinto, que incluía desde pupitres, tinteros y juegos, hasta una vajilla de comedor escolar con el escudo municipal o una máquina de escribir en Braille.

Mobiliario escolar histórico de la colección de objetos pedagógicos del Museu d'Història de Barcelona / Ferran Nadeu / EPC
Hacia 1996 se vio que este material peligraba, al estar depositado en condiciones precarias en dos locales municipales del Eixample. Se fraguó entonces una oportuna donación al museo de historia local, que encabezaba Antoni Nicolau. La cesión en depósito se firmó en 1999 y durante los años 2000 entraron aún algunas piezas. Puesto que una de las cláusulas del acuerdo era promover que se exhibieran los objetos donados, la Navidad 2003-2004 protagonizaron la muestra temporal ‘Un siglo de escuela en Barcelona’, que pudo verse dos meses.
En las últimas dos décadas, la colección ha permanecido guardada en cajas y estanterías. Apenas una decena de piezas se han incorporado a las exposiciones de alguna sede del museo, como una sopera de los años 30 en la plaza del Rei, un escritorio infantil en la Oliva Artés. El resto de la colección aguarda destino.

Sopera de una vajilla escolar municipal de la primera mitad del siglo XX, expuesta en la sede central del Museu d'Història de Barcelona / Elisenda Pons / EPC
“Está bien guardada y conservada”, ha asegurado a EL PERIÓDICO el director en funciones del museo, Carles García Hermosilla. Llegó al cargo hace un año y en sus primeros meses, repasó todo el patrimonio que custodia la institución y observó personalmente este fondo. “Somos conscientes de que es una colección interesante, pero en estos momentos no tiene un uso inmediato previsto”, ha apostillado.
“Las piezas más antiguas son de los años 20”, probablemente centenarias, y “el grueso deben ser de los años 40 y 50”, detalla Núria Miró, del departamento de Colecciones del museo. Muchas son materiales didácticos enmarcados en metodologías pioneras, como la Folch i Torras, la Decroly y muy especialmente la Montessori.

Cajonera de cartón con plantillas de madera de figuras geométricas, de inicios del siglo XX y metodología Montessori, de la colección de material escolar del Museu d'Història de Barcelona / Ferran Nadeu / EPC
Legado de las estancias de Montessori
Las directrices de la pedagoga Maria Montessori (Italia 1870 – Países Bajos 1952) son veneradas hoy por los expertos en educación infantil, pero de hecho se introdujeron en Catalunya hace ya un siglo. El Ayuntamiento de Barcelona, la Diputació de Barcelona y luego la Mancomunitat de Catalunya acogieron con entusiasmo las ideas renovadoras de la precursora italiana, que empezaron a aplicar en la Casa de la Caritat del Raval como antídoto a la conflictividad social de principios de siglo.
Crearon una aula piloto y el primer material Montessori se trajo desde Roma, pero pronto se empezaron a fabricar réplicas en la ciudad. Enviaron a maestras catalanas a formarse con la pedagoga en Roma y luego, en plena Primera Guerra Mundial, la convencieron para impartir un curso en Barcelona. Llegó a realizar varias estancias entre 1915 y 1936, sobre las que todavía quedan muchos detalles por documentar.

La pedagoga italiana Maria Montessori, inmortalizada en un busto que le regalaron sus alumnos de Barcelona en 1916 / Museu d'Història de Barcelona
La colección que custodia el museo incluye un testimonio de estas visitas, un busto esculpido por Eusebi Arnau y que se conservó en el parvulario Casa dels Nens. Según reveló en 2022 el doctor en Innovación e intervención educativa Daniel Cañigueral en un artículo académico, la estatua fue un regalo de final de curso que hicieron a Montessori los alumnos del primer Curso Internacional en Barcelona en 1916. Ha podido verse en la sede de la plaza del Rei hasta su reciente traslado a la Fabra i Coats, donde abrirá en breve el Museo del Trabajo, que también mostrará un armario de higiene bucal de la misma colección.

Vajilla, cubiertos y servilletas con el escudo municipal de un comedor escolar de la primera mitad de siglo XX, de la colección de objetos pedagógicos del Museu d'Història de Barcelona / Ferran Nadeu / EPC
Aprender jugando
Entre los materiales Montessori que almacena el museo en la Zona Franca hay todo tipo de herramientas de aprendizaje: cajas con perlas de colores para enseñar a contar, lotes de letras de cartón para componer palabras, pequeños sets de madera con las principales figuras geométricas, herbarios y labores, cajones clasificadores para trabajar la ortografía, barras de sonido con un pequeño martillo para introducir las notas musicales, un banco bajo para ejercicios de equilibrio y varios ábacos de cálculo.

Un herbario de 1937, entre las piezas destacadas de la colección de objetos pedagógicos del Museu d'Història de Barcelona / Ferran Nadeu / EPC
Otros elementos destacados del fondo son material escolar de la Segunda República y de la dictadura franquista. Miró cita unas placas que rezan “Escuela de niños” y “Escuela de niñas”, con escudos de los años 30 tapados por un papel enganchado encima tras la Guerra Civil. También están guardados varios pósteres de Primo de Rivera y Franco que se colgaban sobre las pizarras durante la posguerra.

Escudo republicano tapado con papel tras la Guerra Civil, de la colección de material escolar del Museu d'Història de Barcelona / Ferran Nadeu / EPC
La datación de cada pieza es aproximada, pues bebe del inventario que en su día hizo el IMEB y que a su vez se basaba en las referencias que aportó cada escuela donante. El museo “no puede iniciar una investigación” para cada uno de los 51.000 objetos que custodia, asume Miró, por lo que “se enriquece” con las aportaciones de conocimiento de tesis doctorales y especialistas como Cañigueral.
Escuelas-museo
Existe también otro conjunto de patrimonio escolar, más disperso porque aún está en uso. Está en las siete integrantes de la Red de escuelas Históricas de Barcelona (XEHB), que en menor o mayor medida han mantenido in situ el material didáctico más interesante. Destaca el colegio Àngel Baixeras, que data de 1922. Conserva casi 200 elementos, muchos de inicios del siglo XX, como una imprenta propia o las libretas gratuitas que recibía el alumnado. Los ha convertido en un recurso pedagógico para que el alumnado trabaje conceptos curriculares e Historia.

Una 'biblioteca circulante' de Josep Goday, entre las piezas destacadas de la colección de objetos pedagógicos del Museu d'Història de Barcelona / Ferran Nadeu / EPC
Además, fue uno de los colegios diseñados por el arquitecto Josep Goday, referente del noucentisme, que materializó el espíritu de renovación pedagógica en la distribución del edificio, el mobiliario e incluso la decoración de las aulas. Una de sus aportaciones fueron las ‘bibliotecas circulantes’, un armario tipo secreter que permitía tener en cada clase una pequeña dotación de libros sin ocupar mucho espacio. La escuela Ramon Llull conserva dos y otra forma parte de la colección que custodia el museo de historia.
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