Árboles

El primer baobab de Barcelona crece en la Ciutadella

Marc Valls, catedrático de Biología de la UB, lo donó en abril a Parques y Jardines tras plantarlo en su laboratorio

Lluís Abad, el 'señor' de las rosas de Barcelona: "Lo que las hace valiosas es ocuparse de ellas"

Francesca Estrada y Marc Valls, junto al baobab, en el Hivernacle de la Ciutadella, el pasado miércoles.

Francesca Estrada y Marc Valls, junto al baobab, en el Hivernacle de la Ciutadella, el pasado miércoles. / Ferran Nadeu

Toni Sust

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Barcelona
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Quizá no sean estos días los mejores para afirmarlo, pero hasta ahora Barcelona ha sido una ciudad demasiado fría para que un baobab pudiera vivir en ella. En principio lo sigue siendo, aunque la evolución de las temperaturas lleva a los expertos a augurar cambios no lejanos en este aspecto. En todo caso, ya hay en la ciudad uno de estos árboles, creciendo, prosperando.

El pasado miércoles por la mañana la técnica de Parques y Jardines del distrito 1 –Ciutat Vella- Francesca Estrada y el catedrático de Genética en la Facultad de Biología de la UB Marc Valls se encontraron en el Hivernacle, en el parque de la Ciutadella. Los dos habían ido a visitar el único baobab que hay en Barcelona, que allí se encuentra. Valls lo donó a Parques y Jardines hace tres meses. Estrada vigila que crezca en condiciones. Y así, lo que para los barceloneses era un mito, básicamente el árbol de ‘El principito’, es ahora algo que pueden visitar. Cada día, de 10.00 a 20.00, en el Hivernacle.

Una empleada de Parques y Jardines junto al baobab, este miécoles.

Una empleada de Parques y Jardines junto al baobab, este miécoles. / Ferran Nadeu

Tres años, tres metros

El baobab, de la especie Adansonia grandidieri, originaria de Madagascar, tiene tres años y mide cerca de tres metros. El del Hivernacle es una novedad en la capital catalana: no consta que haya otro en la ciudad. Su vida futura no deja de ser un experimento. Valls, que como profesor se ocupa de “todo lo que tiene que ver con la genética de planta, la mejora genética, las variedades que se cultivan”, fue quien lo plantó. Lo hizo en un tiesto en las dependencias universitarias de la Facultad de Biología, en la Diagonal.

“Por mi trabajo y por lo mucho que me gustan las plantas todo el mundo me trae semillas, Y me trajeron unas de baobab, compradas en Europa y, eso es muy importante, certificadas. Porque la gente compra por internet y planta cosas que pueden ser invasivas”, explica.

Semillas certificadas

Valls se pone muy serio al llamar a que todo el mundo emplee semillas certificadas. Es imprescindible, relata, porque pasan controles sanitarios que evitan males mayores. En general, la prevención contra las semillas de procedencia dudosa se basa en dos razones: no alterar la biodiversidad de cada zona y evitar enfermedades por microbios que traigan las semillas. “He visitado Madagascar y no me llevé semillas. Por principios”, declara.

Para que las semillas de baobab prosperaran, tuvo que rascarlas: “Hay que simular que alguien se las ha comido, hay que rascarlas para que germinen. Las semillas del baobab están dentro del fruto que da el árbol, que es comestible. La semilla tiene que herirse como si hubiera pasado por un estómago”, cuenta el académico. El proceso se denomina “escarificar”, precisa Estrada.

Invierno sin hojas

“Ha crecido muy rápido”, dice el investigador sobre el baobab. Hace unos meses, se le empezó a hacer demasiado grande. Y se puso en contacto con Parques y Jardines. Con Estrada. “Me envió un WhatsApp el 24 de abril informándome de que tenía un baobab de más de dos metros y que no sabía dónde ponerlo”, cuenta ella. Ya entonces él sugirió el Hivernacle como destino. Cuenta Estrada que pidió autorización al responsable de las plantaciones de Parques y Jardines en esta instalación, Lluís Abad, otro apasionado de las plantas, el señor de las rosas, “quien coordinó la plantación en el Hivernacle”. Abad no dudó sobre el baobab: “Lo queremos”. Y ese mismo mes de abril se produjo el traslado.

“Vivirá seguro”

“En la calle, en Barcelona, un baobab no podría prosperar. Hasta ahora, no. Quizá dentro de 50 años”, aventura la técnica de Parques y Jardines. “Es muy pertinente ese hasta ahora, no. Igual es posible antes de lo que esperamos” responde Valls. Es algo que quizá se note más estos días de calor, pero que es perceptible durante todo el año. La temperatura de la ciudad sube.

“La clave es el frío que hace en invierno, que impide que las plantas tropicales se desarrollen. Pero hemos perdido el frío del invierno: ya no hiela en Barcelona. Árboles que antes no lo hacían crecen ahora en cualquier calle de la ciudad, porque ya nunca se hielan”, destaca el catedrático. Normalmente, un baobab no puede bajar de 15 o 10 grados centígrados. “Pero en la facultad ya ha bajado de ahí, o sea que aquí vivirá seguro”, asegura Valls sobre el próximo invierno. En esa época, en el Hivernacle se llega a unas temperaturas mínimas de 7 u 8 grados.  Entre noviembre y abril, cuenta Valls, un baobab no tiene hojas y no tiene que regarse: “Es la estación seca. Si se regase, se pudriría”.

Semidomesticado

El baobab, remarca, es un árbol espiritual para mucha gente. Y es útil: da sombra y un fruto comestible. “Hay estudios genéticos que indican que es un árbol semidomesticado en algunos lugares, donde vive gente. Allí los frutos son mayores de lo habitual: o esos baobabs los han plantado los humanos o las semillas cayeron junto a donde viven. Por lo tanto, los árboles han crecido en relación con los humanos”. Los dos expertos miran el árbol y subrayan lo rápido que crece. Señalan el punto en el que llegó a su primer año: “El segundo aquí y el último aquí”, indica Valls señalando puntos concretos. Un baobab llega a medir 20 o 30 metros y puede vivir 800 años, aunque el cambio climático se ha convertido en una amenaza en su contra que podría estar detrás de la caída de grandes baobab, en concreto de ejemplares de especies que están en África continental.

Baobabs en Madagascar

Baobabs en Madagascar / PINTEREST

Valls se despide, en realidad se ha encontrado por casualidad con Estrada. Este miércoles pasó por allí a visitar su baobab por primera vez desde que está aquí. Lo hizo antes de someter a sus alumnos a uno de los exámenes típicos en esta época de fin de curso. Ahora la cuestión es si el baobab aprueba como pionero en Barcelona. Por ahora, parece caminar hacia el excelente.

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