Deporte e igualdad

Las niñas gitanas lideran el fútbol femenino en La Mina: “Tienen la oportunidad que no tuvimos nosotras”

La primera generación de chicas menores futbolistas del barrio debuta ganando la liga y deshaciendo prejuicios dentro y fuera del vecindario

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VÍDEO | El primer equipo de fútbol femenino de La Mina se crea con mayoría de jugadoras gitanas

Jordi Ribalaygue

Jordi Ribalaygue

Sant Adrià de Besòs
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Eli se deja la voz en la grada. Se desvive gritando consignas, corrigiendo, alentando y felicitando a las chicas que corren sobre el campo, las benjaminas del Tramontana, el club de fútbol de La Mina que nació para sembrar hábitos entre chavales de la periferia y que monta su torneo anual este fin de semana. Este viernes compitieron las más pequeñas, adolescentes apenas. La mayoría de ellas son gitanas y del barrio, la primera generación que forma un equipo femenino infantil en sus calles. Se han proclamado campeonas de liga nada más debutar con la camiseta rojiblanca y han deshecho prejuicios con el balón en los pies. 

“Es un orgullo que tengan la oportunidad que nosotras no tuvimos”, expresa Eli, de La Mina de siempre. Con 39 años, es la pionera de las pioneras del vecindario, la capitana del sénior femenino del Tramontana, surgido hace un par de años e inspirado por la victoria de la selección española en el Mundial. El conjunto que integra a vecinas de la zona -gran parte de sus componentes también son gitanas- iza una bandera por la igualdad en un barrio donde ver a chicas disputando un campeonato de fútbol ha dejado de ser una rareza. 

El equipo infantil femenino del Tramontana La Mina jugando contra el Pomar, con los bloques del barrio al fondo.

El equipo infantil femenino del Tramontana La Mina jugando contra el Pomar, con los bloques del barrio al fondo. / MANU MITRU

“Las grandes han sido una referencia para las niñas: sus madres nos las traían para que jugaran”, explica Toni Porto, fundador y alma del modesto e intrépido Tramontana. Él fue quien acabó de reclutar a las menores para conformar el equipo. Antes hizo lo mismo con el amateur femenino, para lo que se reunió con parientes de las chicas para disipar reticencias. Ahora ya no ha sido necesario en un club que mezcla sus colores con la bandera del pueblo gitano.

“Partir moldes cuesta mucho y el inicio siempre es lo más duro. Pero ahora, si tuviéramos espacio y dinero, se montarían más equipos de chicas”, resuelve Porto, convencido de que han contribuido a desarmar concepciones anquilosadas en el barrio. “Mucha gente de fuera ha valorado lo que hacemos”, presume. 

El fundador del Tramontana La Mina, Toni Porto, junto a algunas jugadoras del club.

El fundador del Tramontana La Mina, Toni Porto, junto a algunas jugadoras del club. / MANU MITRU

Tabúes rotos

La creación de una escuadra de mujeres y otra de muchachas ha roto tabúes en La Mina. En parte eran comunes con los del resto de la sociedad; otros eran fruto de la idiosincrasia del lugar, el peso de las tradiciones, la precoz asunción de responsabilidades, la lealtad a una cultura perseguida y marginada durante siglos y la sobreprotección -sobre todo, de las chicas- frente al desprecio que ha abundado contra el barrio más allá de sus límites.

“Realmente, se ha abierto un camino”, observa Alba, otra de las futbolistas adultas del Tramontana, que subraya el papel del fútbol femenino para combatir la estigmatización que los vecinos sufren. “Ayuda a que se vea otra cara del barrio y también se están cambiando mentalidades en La Mina”, aprecia. 

Eli, capitana del primer equipo femenino del Tramontana La Mina, en el centro de la imagen.

Eli, capitana del primer equipo femenino del Tramontana La Mina, en el centro de la imagen. / MANU MITRU

“Ya no solo es que antes había otra mentalidad, sino es que antes no teníamos la oportunidad de jugar”, completa Eli. Recuerda que nunca jugó a fútbol de pequeña en La Mina y siempre tuvo que salir fuera para saciar la ansia por la pelota. Ahora, forjada como una líder con mando dentro y fuera del campo, el club del barrio le compensa confiándole el brazalete por veteranía y (lo más importante) dando la alternativa a su hija, Lis, en el conjunto infantil. “Que tenga la oportunidad que otras jugadoras no hemos tenido”, desea su madre

Mellizas campeonas

Jéssica y Lalo son los padres de las dos mellizas del Tramontana, Tana e Ivana, de 14 años. “Son las dos que llevan una coleta larga, se parecen mucho: una es extremo derecho y la otra juega entre la defensa y el medio campo”, identifica el padre, pegado a su hijo y a la jaula donde guarda un jilguero, muestra de esa afición ornitológica con tanto apego en todas las periferias, de La Mina al Gornal. 

Jugadoras del Tramontana La Mina, durante el torneo del club, este viernes.

Jugadoras del Tramontana La Mina, durante el torneo del club, este viernes. / MANU MITRU

Jéssica cuenta que tiene otro hijo enrolado en las categorías inferiores. “Siempre que su hermano venía al fútbol, ellas bajaban y jugaban con la pelota, igual que hacían en el cole con los niños -confiesa-. Siempre decían: ‘¿por qué los niños sí que pueden? Nosotras también queremos jugar’. Le ponen muchas ganas y, para ellas, es su devoción”. Si bien echa en falta más público en la gradería, la madre nota que sus hijas están removiendo convicciones. “No de nosotras, sino de los padres”, recalca.

Lalo dice que en casa se aceptó sin reparos que las mellizas quisieran atarse las botas. “Les hacía mucha ilusión. Y han empezado muy fuerte, ¡no han perdido ni un partido este año! Querían jugar y tienen el apoyo de toda la familia. Las sobrinas y las tías también vienen a los partidillos, como esta, que es prima -señala-. Ayer hizo la prueba pero vio que jugar no es lo suyo… Prefiere animar. Yo había jugado de pequeño, en el 'casal' y en el colegio. Entonces no había chicas que jugaran al fútbol, no tenían tanto apoyo. ¿Si esto es un cambio para el barrio? No solo aquí, también lo es en muchas otras zonas”. 

Jugadoras del Tramontana La Mina, durante un partido del torneo del club, este viernes.

Jugadoras del Tramontana La Mina, durante un partido del torneo del club, este viernes. / MANU MITRU

El Ayuntamiento de Sant Adrià de Besòs beca a algunas de las jóvenes del Tramontana para afrontar los costes de la ficha, la vestimenta y otros gastos para que no queden excluidas de competir. “Que el primer equipo de niñas gitanas federado que hay en España sea de Sant Adrià es un orgullo para la ciudad”, manifiesta el concejal de Deportes, Francisco Burgos. 

El edil recuerda que hace unos años costaba convencer a ciertas familias para que las jóvenes talentosas del club de gimnasia de La Mina fueran hasta Sant Cugat para hacer la prueba en el CAR. Cree que el fútbol femenino está desmontando esos temores que pesaban sobre las muchachas: “La respuesta que ha tenido ha sido una pasada, un ‘boom’: ahora hay chicas que no son gitanas que se quieren sumar al equipo y vienen también de Barcelona y Badalona porque quieren jugar en La Mina”.