En Barcelona

Ciutat Vella lanza un plan de usos anti suvenirs, tiendas cannábicas, de manicuras y de carcasas de móviles

El distrito pone coto al monocultivo comercial y las actividades que afecten al espacio público y la convivencia

La normativa promoverá la apertura de más oferta cultura, sobre todo en la Rambla, y podría aprobarse antes de final de año

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Terraza de un restaurante de la Rambla, la actividad más frecuente en Ciutat Vella, el mes pasado.

Terraza de un restaurante de la Rambla, la actividad más frecuente en Ciutat Vella, el mes pasado. / Ferran Nadeu / EPC

Patricia Castán

Patricia Castán

Barcelona
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El último plan de usos de Ciutat Vella aprobado en 2018 puso sobre todo en el punto de mira al ocio y la actividad nocturna que impactaba en el descanso vecinal. Pero siete años después, los frentes se han multiplicado y la nueva propuesta que ha presentado el Ayuntamiento de Barcelona este viernes y que podría aprobarse definitivamente antes de acabar el año, pondrá coto a los nuevos negocios en función de su nivel de incidencia en el espacio público, el ruido y residuos que ocasionen y cómo afecten a la convivencia. Ninguna nueva licencia quedará prohibida sobre el papel --más allá de las ya que lo estaban, como suvenirs, locales de apuestas y prostíbulos--, aunque de la mano de nuevos criterios de densidad, anchura de calles y dimensión de los locales, en la práctica en muchas calles será imposible abrir establecimientos de los que ya hay saturación, como restaurantes, súpers, tiendas cannábicas, de manicuras, o de fundas de móviles. La picaresca con los suvenirs en tiendas con otras licencias tambien se combatirá en la nueva normativa.

Por contra, el plan de usos --único para todo el distrito, aunque con criterios específicos de "singularidad" para Via Laietana y la Rambla-- fomentará la oferta vinculada a la cultura.

El nuevo Plan especial urbanístico de ordenación de las actividades de pública concurrencia, comercios alimentarios, servicios turísticos y otras actividades en Ciutat Vella es una regulación compleja, en tanto clasifica las actividades a regular en 13 grupos, correspondientes a tres niveles de afectación y 180 epígrafes. El concejal del distrito, Albert Batlle, ha explicado que han ampliado estos últimos para abarcar explícitamente actividades que antes eludían con picaresca la normativa. El caso más claro es la proliferación de tiendas cannábicas, muchas veces como floristerías, tiendas de regalo o asociaciones privadas. También sucede con los comercios de carcasas de móviles (ahora con esta categoría específica). Tanto estos casos como los de tiendas de manicuras mantienen la suspensión vigente desde hace casi un año, hasta que se apruebe el plan de usos final. Para frenarlos con artillería pesada en la nueva regulación se ha creado la categoría B3 (comercio no cotidiano no alimentario), especialmente dura.

La previsión es que la aprobación inicial se produzca en la comisión de gobierno de final de junio, para pasar a exposición pública durante el verano y encarar la aprobación final antes de acabar el año o a principios de 2026.

Ordenación de futuro

Batlle parte de la premisa de favorecer la "habitabilidad" del centro de Barcelona, evitar el monocultivo comercial enfocado al visitante y promover la diversidad de la actividad económica, favoreciendo la de proximidad dirigida a los vecinos. No será fácil teniendo en cuenta que la actual oferta es intocable, porque las licencias no se pueden revertir, y las 3.102 vigentes en los ámbitos que ahora se regularán suman 1.357 en el apartado de restauración, y un total de 720 de comercio alimentario, seguidos por 498 servicios turísticos (no incluye alojamientos) y los mencionados comercios no cotidianos no alimentarios, disparados en los últimos años. En cambio, confía en que esta herramienta permita ordenar el futuro crecimiento de la actividad.

Lo que sí ha prometido el teniente de alcalde es reforzar los servicios inspectores para hacer cumplir la normativa a los actuales operadores, asumiendo que hasta ahora han faltado recursos, pese a los despliegues de multiinspección impulsados en la era Collboni. Un caso especialmente flagrante es el de los suvenirs, cuyas licencias están reguladas para el conjunto de la ciudad, pero en Ciutat Vella siguen expandiéndose valiéndose de la trampa de poder incluir un máximo de un 20% de dichos artículos pese a tener otro epígrafe en un negocio (como la ropa). Por ello, según ha detallado el gerente del distrito, Félix Ortega, se endurece dicha cláusula de modo que en los futuros negocios esa cuota nunca podrá ser de productos vinculados a actividades no admitidas en el territorio.

Cabe destacar que las actividades no contempladas en el plan de usos, sin saturación (como moda o menaje), de proximidad (como librerías o mercerías, entre otras muchas) pueden abrir sin ningún tipo de restricción.

El caso de la Rambla y la Via Laietana

Mención especial tienen los casos de la Via Laietana y la Rambla, dos arterias clave que cruzan el distrito, sumidos en obras, y cuyo futuro se quiere proteger. El plan de usos es válido para ambos, pero con particularidades sobre todo en las dimensiones de los locales, al tratarse de viales de gran afluencia. Así, en estas zonas algunas actividades pueden llegar a los 2.000 o 2.500 metros cuadrados, muy por encima de otros viales.

Se quiere garantizar su "singularidad", favoreciendo que el comercio que sin duda aflorará tras la reurbanización del primero tenga "identidad", y que en el caso de la Rambla la nueva etapa tenga a la cultura como motor. Por ello, la moratoria que impide nuevas licencias en este vial, salvo que continúen con la actividad previa, se mantiene hasta que esté lista la nueva regulación, pero se abre la puerta a nuevas actividades de tipo cultural, como reivindicaban los comerciantes para no paralizar la reactivación del eje.

Distancias y tamaño

La posibilidad o no de abrir un nuevo negocio parte de la tabla de actividades reguladas en tres niveles. El A abarca las de alta incidencia en la convivencia y la calidad de vida, con molestias de ruido o externalidades en la vía pública (por ocupación o limpieza), así como afluencia, por tanto son las más limitadas. La integran seis grupos: actividades de espectáculos, de ambientación musical, de restauración y degustación, de comercio no cotidiano alimentario, asociativas privadas y de carácter especial (A6, juego-apuestas y prostitución, que no se pueden abrir).

Las B tienen una incidencia más moderada en la convivencia, aunque mantienen las externalidades, e incluyen el comercio alimentario de alta capacidad, la actividad de servicios turísticos, el comercio no cotidiano no alimentario y los juegos y atracciones recreativas. En cambio, el nivel C incluye las que tienen potencial para favorecer la convivencia y la calidad ambiental: las culturales, las culturales con ambientación musical y el comercio cotidiano alimentario (el que se enfoca al vecindario, como una pollería). Cada una de ellas se vertebra hasta un total de 180 epígrafes concretos, que no se han detallado aún.

La nueva regulación se basará en la concentración de actividades y las características de la calle donde se emplace el negocio. El área de densidad limitada es un criterio que fija cuántos negocios de un tipo se pueden dar en un radio. Con un doble filtro, de 50 metros para el epígrafe concreto (por ejemplo, un restaurante) y un segundo radio de 100 metros para el conjunto del nivel A. Y en cada caso se especifica anchura mínima de la calle y tamaño máximo del local, ha explicado el gerente de Urbanismo, David Martínez.

El consistorio no ha querido revelar todas las distancias y densidades de cada ámbito para evitar la compra o alquiler de locales con fines especulativos antes de que se apruebe el plan, que también prevé un un apartado para "proteger" y facilitar la viabilidad de los comercios emblemáticos a través de actualizaciones y mejoras.