Urbanismo
Barcelona pagará un millón para reparar una calzada llena de baches pocos meses después de reformarse
El ayuntamiento sustituirá en verano las piedras de granito de Pi i Margall, maltrechas por el paso de vehículos pesados por la calle pacificada desde finales de 2023
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Un peatón pasa por un paso de cebra con el adoquinado maltrecho en la calle Pi i Margall, en Barcelona. / ZOWY VOETEN


Jordi Ribalaygue
Jordi RibalayguePeriodista
Periodista especializado en información local de Barcelona y el área metropolitana. Ha trabajado en El Mundo, EFE, Público, Ara, Tot Barcelona y medios locales de Sant Adrià de Besòs y Badalona. Ha colaborado en la redacción del libro 'Objectiu Venus', sobre el barrio de La Mina.
La calle Pi i Margall, que une la Vila de Gràcia con el Baix Guinardó, estrenó su remodelación con aceras más anchas y menos carriles de circulación en diciembre de 2023, después de un año y medio de obras. En noviembre de 2024, tan solo 11 meses después de que la vía se reabriese por completo, las grietas y los baches ya cuarteaban la calzada, en la que el asfalto fue reemplazado por piedras de granito.
“Vas con el coche y se nota que el suelo hace ‘croc-croc’. También se escucha cuando pasa el bus y para quien vaya en moto es un peligro; también lo es cruzar a pie: es un horror, soy mayor y voy con mucho cuidado para no tropezarme”, confiesa Isabel Ciurana, vecina de la zona. Algo más de medio año después de reconocer los daños en el empedrado, el Ayuntamiento de Barcelona ha anunciado este miércoles que pagará casi un millón de euros para arreglar los desperfectos, renovando de nuevo el firme y recurriendo a otro tipo de enlosado.
“El deterioro ha sido muy inusual y muy rápido”, ha observado la teniente de alcalde de Urbanismo y concejala de Gràcia, Laia Bonet. Además, la pintura que señala los pasos de cebra y el carril de bici no se ha adherido bien al pavimento, por los que las marcas se han difuminado. La socialista ha explicado que la calzada entre la plaza Joanic y la ronda Guinardó tendrá que volverse a levantar “por una cuestión de seguridad y por las molestias que se generan”, debido al tableteo con que el suelo cruje cuando los vehículos atraviesan los hoyos.
“Los datos de siniestralidad no son muy diferentes a otras zonas, pero solo hay que asomarse y ver que está roto, lo que es inasumible”, ha resuelto Bonet. “Provoca no solo más riesgo, sino también más contaminación acústica, porque los vecinos oyen más el paso del tráfico”, ha abundado.

Una moto atraviesa el pavimento deteriorado de la calle Pi i Margall, en Barcelona. / ZOWY VOETEN
En concreto, la reparación costará 982.558,77 euros y se rehará una superficie de 5.621,20 metros cuadrados. El granito se suplirá por una base de aglomerado asfáltico. Los trabajos empezarán a mediados de julio y se espera que duren un mes y medio. Durante la sustitución de las baldosas, la circulación en Pi i Margall se cortará por tramos. El empedrado se relevar a relevar en el extremo más cercano a Joanic para que las obras en esa zona acaben antes de las multitudinarias fiestas de Gràcia, que se celebrarán entre el 15 y el 21 de agosto.
Material innovador
Tras unos meses de estudio del porqué de las roturas en la calzada, el ayuntamiento ha desechado que se justifique solo por el innovador material empleado para relegar al asfalto y atenuar el efecto isla de calor. Tampoco lo achaca a fallos en la ejecución. La renovación completa de Pi i Margall -aceras y zonas ajardinadas incluidas, que se mantendrán tal cual- se confió a la unión temporal de empresas formada por Acsa y Vimasa y a la compañía Vías y Construcción. La rehabilitación tuvo un coste total para el ayuntamiento de 9,45 millones de euros.
El consistorio sí vincula los desperfectos a que el desnivel de la vía unida al trasiego de vehículos pesados ha hecho sufrir al adoquinado de granito. La pacificación de la calle fue acordada por Barcelona en Comú y el PSC cuando compartían mal que bien ejecutivo bajo la alcaldía de Ada Colau. Bonet ha recordado que los socialistas pusieron entonces como “línea roja” para aceptar la pacificación de Pi i Margall que los buses que pasan por esa arteria de conexión entre barrios no sufrieran alteración ni se impidiera el tráfico de vehículos de mercancías, dado que el mercado de la Estrella se afinca en la misma vía.

Una moto circula por un tramo con baches en la calle Pi i Margall, en Barcelona. / ZOWY VOETEN
"La evidencia ha demostrado que los materiales no han sido compatibles con la funcionalidad de la calle, con el paso de autobuses y mercancías”, ha reconocido Bonet. “Todos los pavimentos se desgastan, pero el material no era el más acertado para la funcionalidad de esta calle”, ha analizado la arquitecta jefe del consistorio, Maria Buhigas. En todo caso, ha descartado vetar al granito en otras zonas de Barcelona. “No va de prohibir, sino de resolver un problema, y aquí la pendiente ha tenido mucho que ver”, ha apuntado Buhigas.
Bonet y Buhigas prometen que el nuevo enlosado resultará más resistente que el que cubre la calzada ahora y han negado que el cambio suponga regresar al asfalto. “Serán diferentes visualmente y la tonalidad será muy similar al de la piedra actual”, ha garantizado la teniente de alcalde.
"Retroceso gravísimo"
En la oposición, el gobierno del PSC ha cosechado críticas tanto por el estado de la calle como por la solución propuesta. La líder de Barcelona en Comú, Janet Sanz, ha reprochado al ejecutivo del alcalde Jaume Collboni de cometer un "retroceso gravísimo" y una "involución inaceptable" al "reasfaltar una calle pacificada". "Estamos absolutamente en contra, solo se ha llevado a cabo en otras ciudades del Estado de la mano de la derecha y la extrema derecha, del PP y de Vox", ha recriminado quien fuera la titular de Urbanismo durante la etapa de Colau.
Sanz ha opinado que la sustitución de piedra de granito por aglomerado asfáltico "significa perder una calidad en el espacio público propia de las calles del siglo XXI, necesaria para reducir el calor y que prioriza sobre todo el paseo, el juego y que los peatones sean el centro de estas nuevas calles". La concejala de los Comuns también ha sostenido que el caso es muestra de "una rendición del gobierno municipal a las obligaciones que tienen las empresas que desarrollaron la obra". "Si el pavimento ha generado algún problema, si la piedra natural no estaba bien colocada o se ha descolocado, se debe exigir a las empresas que desarrollaron la obra que se hagan cargo de la restitución y desarrollen una forma de hacerlo que garantice que este material no se daña", ha postulado.
Por su parte, Junts ha hablado de "chapuza". El partido ha recordado que la reforma de Pi i Margall se inauguró con Collboni ya al frente de la alcaldía.
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