Piso de citas

Un prostíbulo en un bloque de Barcelona irrita a vecinos del Clot: “Los clientes llaman a casa de madrugada”

Vecinos de la zona se quejan de molestias habituales por ruido y de inseguridad por la presencia de desconocidos en la escalera que acuden a un domicilio en el que se conciertan encuentros sexuales

El Govern quiere abolir la prostitución: ¿qué diferencias hay entre abolir, prohibir y regular?

El bloque del barrio del Clot, en Barcelona, donde los vecinos se quejan de la existencia de un prostíbulo en un piso.

El bloque del barrio del Clot, en Barcelona, donde los vecinos se quejan de la existencia de un prostíbulo en un piso. / JORDI COTRINA

Jordi Ribalaygue

Jordi Ribalaygue

Barcelona
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Alguien ha pintado el timbre en el portero automático para tratar de evitar malentendidos. Coloreado de rojo, destaca en una esquina sobre los botones del resto de viviendas de un bloque de la calle Aragó, en Barcelona. Pese a que la señal es explícita, aún hay quien se confunde y llama donde no debe.

“Nos ha pasado que sean las tres de la mañana, que estemos durmiendo, se equivoquen, toquen a nuestro timbre y nos digan: ‘Vengo a follar’”, cuenta un vecino que, como los demás que han hablado con EL PERIÓDICO, lo hacen bajo anonimato. Un fastidio casi idéntico relatan otros hogares de esa zona del Clot, donde aseguran que un piso opera como prostíbulo. Dicen que ocurre desde hace unos 15 años. Refieren inseguridad, miedo y ruidos, a lo que añaden que las muchachas que asisten a la vivienda son muy jóvenes. Todas ellas son latinas y rondan los 20 años, tal como consta en unos anuncios no muy difíciles de localizar en internet. 

Los Mossos d’Esquadra y la Guardia Urbana han recibido quejas y han intervenido por algún incidente que definen de "leve", pero explican que no han hallado actividad en el domicilio por ahora. La dirección del inmueble aparece más o menos explícita en webs de contactos: no figura el piso, pero sí uno de los dos número del edificio. 

Contactada por este medio, una chica que allí ejerce confirma que recibe de 15:00 a 04:00 horas en el domicilio que los vecinos señalan. Lo define como su "piso privado independiente". La tarifa -a saldar en efectivo- es de 40 a 100 euros, según la duración del encuentro, y pide que se le avise 20 minutos antes de llegar al lugar.

“Ahora van por aplicación, puedes bajar ahora al portal y encontrártelos: puede ser desde un mecánico que tiene un parón en el trabajo y viene en mono, un repartidor o un chaval de 20 años”, detallan en el bloque. “Cuando vuelvo a casa y los veo con el móvil delante del piso, me espero por precaución a que les abran”, admite una mujer. "No puedo salir tranquila de casa, siempre miro antes por la mirilla", manifiesta otra. 

Alguno de los vecinos se declara "harto" de llamar al teléfono de emergencias 112. Uno de ellos afirma que unos agentes de incógnito se instalaron durante 15 días en su vivienda durante una investigación y, cuando parecía que la clausura era próxima, la operación no prosperó. Otros confiesan haber desistido -"no hay un interés genuino en arreglarlo"- y alguno dice que los administradores han enviado burofaxes a la propietaria, una particular, sin efecto por ahora. Sí coinciden en que en el piso se procede como en una casa de citas, a la que las prostitutas y los clientes solo acuden tras haber acordado una hora para el servicio.

Detalle del portero automático, con un timbre marcado en rojo en el entresuelo primera para identificar la casa de citas.

Detalle del portero automático, con un timbre marcado en rojo en el entresuelo primera para identificar la casa de citas. / JORDI COTRINA

Un error exasperante

“Es frecuente que toquen nuestro timbre a cualquier hora y que insistan: en una semana, puede que se repita en cinco días y en un solo día puede que piquen tres veces distintas”, atestigua una residente. “Pasa de madrugada como, qué sé yo, al mediodía, y es lo que más molesta -calibra-. No sé si los clientes son tontos o lo hacen expresamente, pero no atinan. Un cliente nos enseñó que la dirección que le habían dado era la nuestra. Incluso uno llegó a meterse en nuestra casa, mientras teníamos la puerta abierta. Y un sábado por la mañana picaron a la puerta del piso, abrí y había un hombre que iba borracho”.

“Aparte de las molestias, provoca sensación de alarma y un poco de miedo”, expone otra mujer. “Hay muchos momentos del día en que te topas con gente extraña en la escalera -prosigue-. Y en más de una ocasión nos siguen picando, sea a las dos de la tarde o las 11 de la noche, a pesar de que, tal como está pintado, el timbre es muy identificativo… Es una situación desagradable y son muchos años aguantando”.

La misma vecina sufrió una escena desagradable. Ocurrió mientras esperaba el ascensor, hace “seis o siete años”: “Tuve un pequeño susto. Estaba de espaldas, entró alguien, vino directamente hacia mí y se me abalanzó. ‘¿¡Qué!?’, grité y me giré. ‘Perdona, perdona’, dijo él, y se fue escaleras arriba”. Añade que no se ve capaz de interpelar a los clientes por temor a un encontronazo.

Una cerradura rota

“Más de una vez he ahuyentado a clientes: los enfrento cuando los veo tocar el timbre”, acredita un vecino, que habla de un trasiego tenaz de desconocidos en el edificio. “Genera una inseguridad tremenda, todo el tiempo están entrando personas casi a la puerta de tu casa”, lamenta.  

Además, da cuenta de que más de una vez ha tenido que llamar la atención para refrenar los gritos y la música a un volumen alto que atraviesa las paredes: “El fin de semana está más movido, pero puede pasar cualquier día a cualquier hora. Me ha pasado tener que quejarme un lunes por la tarde o un martes por la mañana, aunque lo más molesto es el ruido de 10 de la noche a la una de la madrugada. Las chicas me han abierto muy pocas veces. Cuando lo han hecho, les he rogado que, por lo menos, guarden silencio. Paran porque saben que están haciendo algo mal y no quieren que pase a mayores. Pero al día siguiente vuelven”.

La Guardia Urbana asegura que inspeccionó la vivienda en 2023 sin que hallase actividad. Desde entonces, ha anotado tres quejas. Los Mossos señalan que no ha recibido ninguna denuncia relacionada con el ejercicio de la prostitución en el piso. Sí han actuado este año por una pelea a raíz de que un supuesto cliente fue acusado de robar dinero. En otra ocasión, se desplazaron porque una prostituta se confundió de piso, con la mala pata de que la llave que introdujo en la cerradura equivocada quedó atrancada en el bombín. La reparación costó 300 euros.

La llave que una de las chicas de la casa de citas introdujo por error en otro piso del bloque.

La llave que una de las chicas de la casa de citas introdujo por error en otro piso del bloque. / CEDIDA

“Quince años dan para mucho”, resopla un vecino, cansado de escuchar muebles arrastrándose por la casa: “No digo que griten durante el acto, porque al menos eso no pasa. Pero, por algún motivo, mueven camas a cualquier hora. Nos levantamos temprano y, en mitad de la noche, se oyen armarios cambiando de sitio por la fantasía sexual de alguien”. 

Descreído con que la Generalitat se plantee de verdad abolir la prostitución, comparte varias estampas vividas, a cual más grotesca: “Un día, de madrugada, un cliente que no quedó contento cogió el extintor y lo vació entero en el rellano. A otro lo echaron del piso totalmente desnudo y le tiraron la ropa por la ventana. Cuando España ganó la Eurocopa, las chicas estaban en la ventana, sin ropa, gritando a los del bar: ‘¡Subid, subid!’ Después de una victoria del Barça, la selección u otros equipos, hay más clientela. Pero, en realidad, vienen a diario”.

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