Transporte público

Vecinos de Torre Baró retoman la lucha de 'El 47' y exigen acabar con los retrasos del bus a demanda

Más de un centenar de manifestantes marchan desde el barrio protagonista de la rebelde gesta de película, cortan el tráfico en Nou Barris y reclaman una línea regular de autobuses que sustituya el cuestionado transporte público a la carta

Los retrasos del bus a demanda, el actual 'El 47' de Torre Baró: "Estamos viviendo lo mismo"

Jordi Ribalaygue

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Barcelona
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No es un aniversario redondo como se suele entender, pero para el caso viene al pelo. A principios de mayo se cumplieron 47 años de la legendaria toma del 47, el bus secuestrado por el conductor Manolo Vital y sus convecinos de Torre Baró para conducirlo hasta lo alto del enclave encajado en las cuestas de Collserola y rebatir a las autoridades municipales que daban por imposible que los autocares pudieran escalar ese extremo de Barcelona. Inspirados por la hazaña que la premiada película protagonizada por Eduard Fernández ha revivido, en torno a 150 vecinos de Torre Baró han marchado esta tarde por las calles de Nou Barris para volver a reclamar un transporte público digno y que funcione en el barrio que guarda el memorable acto de rebeldía popular de hace casi medio siglo como una seña de identidad

A diferencia de 1978, la reclamación no es ahora que los autobuses remonten las pendientes hasta la cima, sino que se ponga fin a los defectos y las largas esperas con las que los habitantes de Torre Baró topan a menudo en el servicio a demanda, por lo que urgen a que se sustituya por una línea regular convencional. Por ahora, el bus a la carta es el único que opera en la cara sur del barrio y acumula quejas desde que se estrenó hace casi tres años. 

"Tener que esperar al bus media hora o más es inviable, me ha pasado que se retrasara hasta una hora", atestigua Encarna. "Tarda 60, 70, 75, 85 minutos... 90 es lo que más me obligaba a esperar, que es como ir y volver a la plaza Catalunya, así que por las mañanas he desistido de cogerlo y bajo a pie, acortando camino por la montaña", admite Elena. Por su parte, Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) opone que las demoras desmedidas son solo “casos puntuales”.

Los manifestantes han partido desde el vecindario hasta la sede del distrito, un recorrido de poco más de tres kilómetros en que han transitado a pie por mitad de la calzada, ante la atenta mirada de decenas de curiosos. Los han sorprendido retomando consignas que ya se coreaban en los albores de la democracia. "Torre Baró existe y resiste", "Una línea de autobús para un barrio obrero" y "El 47 no es un bus es una victoria" han sido los lemas que han abrazado los congregados, que han ralentizado el tráfico en su periplo. Durante unos 10 minutos, se han apostado en medio de la rotonda de Via Favència con Via Júlia, donde se han hecho escuchar. 

Manifestantes en la marcha de protesta de Torre Baró por los problemas con el bus a demanda, en Barcelona.

Manifestantes en la marcha de protesta de Torre Baró por los problemas con el bus a demanda, en Barcelona. / MANU MITRU

Un sistema bajo escrutinio

El mismo sistema de bus a solicitud existe también en el lado norte del vecindario y otros tres puntos de la ciudad, pero sin las disfunciones ni las críticas que motivan el malestar que se ha visibilizado en la protesta. "Cada vez va peor, no logramos que funcione bien y lo que queremos es una línea que sepamos a qué hora pasa", resume Inés.

Para que el minibús acuda a recogerlos, los vecinos tienen que pedir el viaje mediante una llamada o una aplicación, indicando la parada de salida y la de destino dentro del circuito cerrado que cubre Torre Baró Sud. No obstante, los pasajeros reprochan los retrasos con que a menudo tienen que lidiar de no haber reservado el desplazamiento con antelación y reclamarlo por una necesidad no prevista, incluso urgente en un lugar donde los habitantes de la cumbre tienen que descender para comprar, ir al médico o acudir a clase.

Dan cuenta de haber tenido que aguardar 50, 60, 120, 160 o hasta 180 minutos para abordar el autobús. Luego quizá el trayecto apenas dura 20 minutos o menos, pero recorrerlo andando supone tropezar con fuertes repechos y desniveles, inasequibles para ancianos, personas con movilidad reducida o familias que cargan con menores. 

TMB afirma que el tiempo medio de espera es de tres minutos si la ruta se programa con anterioridad, 17 minutos a lo sumo en el supuesto de requerirlo al instante. Los viajeros niegan en redondo que sea así. "Ahora te encuentras el problema a cualquier hora, a veces no da ni siquiera servicio a las seis de la mañana. Y se acaba a las diez y media de la noche, pero a las diez ya no se pueden hacer peticiones y ves a un montón de gente subiendo a pie y coches de un lado para otro recogiendo a los que no han podido tomar el bus", lamenta Elena.

La empresa pública ha convocado a los representantes de los vecinos este jueves a una reunión, a la que se espera que acudan miembros del distrito de Nou Barris. Los portavoces vecinales confiesan que apenas albergan expectativas de que sus demandas se atiendan.

Los manifestantes de Torre Baró cortando el tráfico a la altura de Via Júlia para pedir una línea de bus regular, en Barcelona.

Los manifestantes de Torre Baró cortando el tráfico a la altura de Via Júlia para pedir una línea de bus regular, en Barcelona. / MANU MITRU

Como cualquier otro barrio

La Asociación de Vecinos de Torre Baró, convocante de la marcha, exige “la recuperación inmediata de líneas regulares con frecuencia adecuada”, “una mejora clara en la accesibilidad y la comunicación de horarios y rutas” y “un sistema eficaz, estable y digno, que conecte Torre Baró Sud con el resto de la ciudad como cualquier otro barrio”. La entidad advierte de que la situación es “insostenible” y ve en ella una muestra del “abandono sistemático” que piensa que el barrio sigue sufriendo respecto al transporte público. Es lo que ya se denunciaba en la Transición y de nuevo hace tres años, cuando los manifestantes cortaron la C-17 a la altura del vecindario, también por deficiencias en el servicio de autobuses. 

José Manuel Romero, 'Rope', estuvo con 14 años a bordo del 47 raptado y es uno de los figurantes criados en el barrio que aparece en el filme galardonado con el Goya a la mejor película. Luce las fotos del mítico bus rojo y su conductor estampados en la camiseta. "El recuerdo de Manolo Vital aún sigue vivo", proclama 'Rope', que echa en falta que más jóvenes sigan la estela de las viejas generaciones: "No son como los de antes, a mi me viene de mi madre y mis tíos. Eran muy luchadores y me dejaron buena herencia. Mi madre pegaba octavillas por la noche... ¡en la dictadura! Murió hace dos años y me pidió que siguiera luchando por el barrio. Es una vergüenza que en Torre Baró y muchos barrios de la periferia aún tengamos que salir a la calle en 2025. Estamos hartos de que nos tomen el pelo".

Valeria Ortiz y José Manuel Romero, 'Rope', luciendo tatuajes de Torre Baró en la manifestación para pedir una línea regular de bus, en Barcelona.

Valeria Ortiz y José Manuel Romero, 'Rope', luciendo tatuajes de Torre Baró en la manifestación para pedir una línea regular de bus, en Barcelona. / MANU MITRU

La asociación vecinal se queja de que, con el bus a demanda, se ha pasado "de tener dos líneas con una frecuencia de 30 minutos a disponer de un único servicio bajo reserva, que no cubre las necesidades reales del barrio”. “No solo ha precarizado aún más nuestra movilidad, sino que ha puesto en jaque el acceso a derechos básicos como el trabajo, la educación o la salud”, alerta la asociación, que califica el transporte a la carta como un “fracaso anunciado”.

Aún más, y en contraste con el “mínimo de conexión” conseguido a raíz del desacato de Vital y los demás, el colectivo vecinal diagnostica riesgo de que Torre Baró dé pasos atrás. “Hoy nos quieren hacer retroceder décadas, reduciendo servicios y dificultando nuestros desplazamientos”, previenen los organizadores de la marcha, que recuerdan que “el transporte público no es un lujo”, sino “un servicio esencial”. “Y quienes vivimos en la periferia no somos ciudadanos de segunda, tenemos el mismo derecho a movernos que cualquier otro vecino de Barcelona”, remachan.