Comercio
Sant Adrià veta más salones de manicura, súpers y tiendas para móviles en el centro durante un año
El ayuntamiento suspende otorgar nuevos permisos en su principal eje comercial al detectar un "incremento significativo y reciente" de esos tipos de negocio
El gasto mensual por hogar en la cesta de la compra asciende a 420 euros en el área de Barcelona

Un local de manicura. / EL PERIÓDICO


Jordi Ribalaygue
Jordi RibalayguePeriodista
Periodista especializado en información local de Barcelona y el área metropolitana. Ha trabajado en El Mundo, EFE, Público, Ara, Tot Barcelona y medios locales de Sant Adrià de Besòs y Badalona. Ha colaborado en la redacción del libro 'Objectiu Venus', sobre el barrio de La Mina.
Guardando un cierto parecido con las tiendas abocadas al turismo en las zonas más visitadas de Barcelona, la proliferación de distintos negocios de alimentación, belleza y tecnología se ha generalizado por diferentes zonas del área metropolitana hasta el punto de ir tomando el relevo al comercio tradicional y limitar la variedad de la oferta en algunas calles, incluso amenazando con coparla. Distintos ayuntamientos tratan de poner coto a ese auge, en la que ven un riesgo de que se creen monocultivos comerciales que no satisfagan las necesidades de sus vecinos e intensifiquen el éxodo hacia centros comerciales situados en otras localidades, una tendencia amplia por lo que se refiere a compras de ropa y productos del hogar, según un estudio de la Diputación.
Inmersa en la misma preocupación existente en otras ciudades metropolitanas, Sant Adrià de Besòs procura impedir que más tiendas gemelas entre sí sigan afincándose en su principal eje comercial, donde detecta que la aparición de negocios como los colmados de 24 horas y otros que ofrecen productos y servicios idénticos a otros ya existentes se ha acelerado en los últimos meses. Para tratar de frenarlo, el ayuntamiento de la localidad de casi 40.000 habitantes y pegada a Barcelona ha decretado no conceder permisos durante un año como mínimo para la apertura en el centro de la población de más salones de manicura, fruterías, supermercados y locales de venta y mantenimiento de dispositivos electrónicos.
El veto se centra en una de las principales arterias del municipio, la avenida de Catalunya, y las calles adyacentes hasta el límite con Badalona, que congregan un buen número de establecimientos. Son la plaza de la Vila, la avenida Pi i Margall, las calle Bogatell, Santa Caterina, Andreu Vidal, Església, Josep Royo, Mossèn Josep Pons, Andreu Soler y un tramo de Besòs, así como la avenida Joan XXIII, que Sant Adrià comparte con Badalona.
Regulación de actividades
El edicto publicado este jueves alega que la "finalidad" de no otorgar nuevos permisos es "estudiar la reforma del planeamiento urbanístico" para regular la apertura de tiendas. El gobierno de Sant Adrià comenta que la fórmula por la que ha optado responde, por un lado, a una "táctica para parar la proliferación de actividades no deseadas y haya una mixtura comercial más grande" y, por otro, disponer de tiempo para trazar una "estrategia" para reglar qué negocios sí se pueden implantar, ya sea a través de una modificación de planeamiento urbanístico o mediante un plan de regulación de usos. Este último instrumento impera en distintos barrios de Barcelona, incluidas zonas del Eixample y Sant Martí.
El ayuntamiento justifica la suspensión temporal de licencias para los comercios que no quiere que abunden más en el centro por el “incremento significativo y reciente de este tipo de negocio en esa zona que actualmente satisfacen con holgura la demanda”. El ejecutivo local defiende que la decisión pretende “impulsar la diversidad y la calidad del tejido comercial en la ciudad”.
La medida recuerda a la que se aplica en el distrito de Ciutat Vella, en Barcelona, donde no se otorgan autorizaciones para más tiendas cannábicas, de accesorios para móviles y salones de pedicura y manicura desde julio de 2024. El Ayuntamiento de Barcelona ordenó la suspensión por un año, con opción de prorrogarla por otro más, a la espera de que presente un plan de usos comerciales para Ciutat Vella en los próximos meses. Además, no permite la apertura de nuevos establecimientos de ningún tipo en la Rambla, en plena reforma hasta 2027, cuando se confía que haya finalizado.
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