Entrevista
Cecília Egea, la primera mujer que entró en los bomberos de Catalunya: "Hay muchas reticencias todavía"
En plena polémica por dos cambios de sexo fraudulentos, EL PERIÓDICO conversa con la primera inspectora de Bombers sobre su lucha en un cuerpo históricamente masculinizado
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Retratos a Cecília, la primera inspectora bombera jubilada / ZOWY VOETEN


Clàudia Mas
Clàudia MasPeriodista
Periodista especializada en el Vallès. He trabajado en medios como VilaWeb, iSabadell, Diari de Sabadell y Bellaterra Diari. Codirigí el documental Els Residus del Mercuri (septiembre de 2023).
Cecília Egea rompió moldes en 1989 al convertirse en la primera mujer inspectora del cuerpo de Bombers de la Generalitat de Catalunya. Tenía 28 años y se adentró en un entorno profundamente masculinizado, donde era la única mujer.
Hoy, en un momento en que la feminización del cuerpo avanza —las mujeres apenas representan un 6%—, marcado además por la polémica de dos cambios de sexo fraudulentos en el cuerpo, EL PERIÓDICO conversa con la primera bombera jubilada. A las puertas de que en octubre de este 2025 se haga efectiva una reserva del 40% de plazas para mujeres en las oposiciones, Egea repasa las barreras estructurales y su lucha por consolidarse en una profesión que durante décadas se consideró territorio exclusivo de hombres.
Pregunta (P). ¿Cómo vivió sus inicios en un entorno absolutamente masculinizado?
Respuesta (R). Fue una entrada bastante atípica. Yo era muy joven cuando, en 1982, accedí al cuerpo como técnica del Servicio de Prevención de Incendios. Era la única mujer. Más tarde, en 1989, superé las oposiciones y entré como inspectora. En ese momento no había ninguna otra mujer ni como bombera ni como inspectora. Fui la primera en toda la historia del cuerpo de Bombers de la Generalitat en ocupar ese puesto. Con la aprobación de la Ley de Bombers, nos integramos en la estructura oficial del cuerpo.
Dentro de Bombers, una organización dividida entre operativa y gestión, yo era vista como una ‘rara avis’. En la parte de gestión llegué a ser responsable de infraestructuras, un ámbito donde me sentí más consolidada, quizás porque también soy arquitecta. Pero la parte operativa, como las guardias, las intervenciones en siniestros, vestirte de bombera y ejercer el mando en incendios, me fue vetada simplemente por ser mujer.
Mientras mis compañeros empezaban a hacer guardias, a mí me dijeron directamente que no podía. Literalmente me dijeron: "El cuerpo de Bombers no está preparado para tener a una mujer en un puesto de mando". Fue una gran decepción. Mis compañeros progresaban, se preparaban, ascendían... y yo no podía. Recuerdo perfectamente que quien me lo comunicó lo hizo incluso con pena, pero con la orden clara.
P. ¿Quién dio esa orden? ¿Desde dónde venía esa restricción?
R. Fue una decisión de la dirección general de Interior en aquel momento. Fue la dirección operativa la que consideró que yo no debía asumir ese tipo de guardias. Pero el tiempo demostró que estaban equivocados: cuando entró otra mujer inspectora y empezó a hacer guardias, se vio que nuestra valía era la misma. No hay diferencias de capacidades. Se debe tener en cuenta que entré muy pronto, en un momento en que el cuerpo estaba completamente estancado en patrones muy masculinizados. Y yo estaba sola. Ahora hay una voluntad por parte de la Administración, y de la sociedad, que entiende que las mujeres pueden hacer todo tipo de profesiones. Y será natural, pero debe consolidarse, deben pasar varias generaciones. Antes no había este claro objetivo.

Retratos a Cecília quien muestra la medalla de homenaje por ser 30 años bombera jubilada / ZOWY VOETEN
P. ¿Cómo reaccionaban sus compañeros? ¿Había machismo explícito?
R. La parte operativa fue la única donde sentí una exclusión directa. En el ámbito de la gestión nunca se me cuestionó. Al contrario, como arquitecta siempre estuve muy bien valorada. Nunca sentí rechazo ni falta de respeto por parte de mis compañeros o superiores. Los problemas venían más de estructuras rígidas y del sistema. Era una cuestión cultural y estructural.
P. Pero eso no quita que no fuera duro, ¿no?
R. Claro que fue duro. Me planteé marcharme. Pero decidí seguir porque esta era mi profesión, era lo que me gustaba. Empecé a hacer guardias de investigación de incendios, que eran muy interesantes: consistían en averiguar las causas de los fuegos y redactar informes. Me consolidé como jefa de guardia en las salas de coordinación: primero en el Centro de Coordinación de Catalunya (CECAT), luego ya fusionados con Protección Civil, y finalmente en la Sala Central de Bombers. Esa fue una de mis victorias.
P. ¿Diría que has ganado la batalla?
R. Sí, sin duda. Me consolidé como profesional tanto en gestión como en operativa. Y esto no lo digo solo yo; era algo reconocido por mis superiores. Me lo gané a pulso. ¿Tuve que demostrar más que los hombres? Por supuesto. A ellos se les daba por válidos desde el principio. A nosotras nos pedían demostrar constantemente. Pero yo y muchas más.
P. En aquella época no había referentes femeninos. ¿Sintió que tuvo que serlo?
R. Totalmente. Cuando decía que quería ser bombera, todo el mundo se quedaba parado. "¿Qué irás a hacer?", me preguntaban. En aquel entonces no había nadie. Más adelante empezó a entrar alguna mujer en Madrid, en el País Vasco... pero era todo muy aislado. No tenía referentes ni red de apoyo. Estaba sola. Por eso siempre intenté hacer mi trabajo con el máximo rigor y profesionalidad. Como muchas mujeres, tuve que demostrar más, porque se nos cuestiona de base.

Retratos a Cecília, la primera subinspectora bombera jubilada / ZOWY VOETEN
P. ¿Crees que esto sigue ocurriendo hoy en día?
R. Menos, pero sigue ocurriendo. Es una cuestión estructural. Aunque ahora las nuevas generaciones empiezan a ver las cosas de otra manera, queda aún camino por recorrer.
P. ¿Cómo ha evolucionado la percepción sobre las mujeres dentro del cuerpo?
R. Creo que ha habido un cambio de paradigma. Antes, a las niñas se les regalaban muñecas y cocinitas, y a los niños, coches o juegos de guerra. Hay que romper con eso desde la cuna. La idea básica es que ninguna mujer debe pensar que no puede ejercer una profesión por su género. No existen profesiones de hombres o de mujeres, solo de personas. Si estás capacitada, puedes hacerlo, sea lo que sea: bombera, mecánica, piloto de caza, lo que te guste. El sexo no está en las profesiones.
P. ¿Y este cambio de paradigma se está consiguiendo en los bomberos?
R. En parte, sí. Pero cuesta. Hay muchas reticencias todavía. Es un proceso lento porque requiere concienciación en la sociedad. Pero ahora, por fin, hay una voluntad clara desde la Administración y la sociedad de avanzar en esta línea. Eso antes no existía. Cuando yo entré, no había ningún respaldo institucional. Hoy sí lo hay. Desde el cuerpo de bomberos se están haciendo muchas acciones para fomentar la presencia femenina. Algunas empezaron cuando yo aún estaba en activo, y otras han venido después.
P. ¿Cómo ve la próxima reserva del 40% de plazas para mujeres?
R. Sobre esta medida no me quiero pronunciar por dos motivos. En primer lugar, no estoy en condiciones de hablar de algo de trabajo si yo ya estoy jubilada. Y dos, esta medida se ha impulsado cuando yo ya no trabajado. Lo que te puedo decir es que como norma general estoy a favor sobre todas las medidas que fomenten la presencia de mujeres en el cuerpo de bomberos. No se trata de quitar a nadie, sino de facilitar que las mujeres puedan entrar en igualdad de condiciones. Durante décadas hemos estado en clara desventaja por razones estructurales. Este tipo de medidas correctoras son necesarias para cambiar eso.
P. Finalmente, ¿qué opina sobre los dos cambios de sexo supuestamente fraudulentos de dos funcionarios?
R. Prefiero no pronunciarme al respecto por desconocimiento de la causa y la situación.
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