Según un estudio de la Diputación de BCN

Sólo tres de cada diez consumidores del área de Barcelona afirman comprar alimentos frescos en mercados municipales

Los supermercados (48,9%) y las tiendas de barrio (38,4%) son las preferencias de los compradores de la provincia

CONTEXTO | El gasto mensual por hogar en la cesta de la compra asciende a 420 euros en el área de Barcelona

DATOS | La 'fuga' comercial en el área de BCN: los vecinos salen de sus ciudades a comprar ropa y productos del hogar

Un cliente compra en el Mercat de la Boqueria de Barcelona.

Un cliente compra en el Mercat de la Boqueria de Barcelona. / David Zorrakino (Europa Press)

Manuel Arenas

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Barcelona
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La salud de los mercados municipales es indicativa, por extensión, de la lozanía del comercio local en las ciudades. A ello se debe que los ayuntamientos lleven años tratando de preservarlos, máxime en un ecosistema comercial cada vez más capitalizado por centros comerciales o grandes superficies. Un nuevo estudio de la Diputación de Barcelona (DIBA) mide la capacidad de atracción de consumidores a cargo de los mercados municipales: sólo tres de cada diez responsables de la compra en los hogares de la provincia de Barcelona afirman comprar alimentación fresca en ellos.

El informe provincial, con una muestra de 7.307 entrevistas telefónicas y presenciales realizadas entre abril y mayo del pasado 2024, determina que, en el segmento comercial 'alimentación fresca', el 48,9% de los consumidores optan por los supermercados; el 38,4% por las tiendas de barrio; y el 32% restante por los mercados municipales.

Los indicadores reflejan la magnitud del reto comercial de las poblaciones: los mercados son la tercera opción preferida por los consumidores en su nicho estrella, la alimentación fresca. Y ni siquiera están entre las tres —supermercados, tiendas de barrio e hipermercados— por las que optan los compradores en el resto de alimentación, aunque sí tienen una presencia mínima (4,3% de encuestados) si el ámbito se circunscribe al barrio de residencia.

Los resultados, no obstante, son interpretados por la DIBA como un signo de resistencia local. "La alimentación fresca es lo que permite a los mercados municipales resistir", esgrimió en la presentación del dictamen la diputada de Comercio de la DIBA, Olga Serra (ERC).

El gerente de Comercio del organismo provincial, Sergi Vilamala, ratificó la relevancia de los mercados en términos de políticas públicas no sólo por su poder de seducción de público por sí mismos, sino también como polo en torno al cual se concentre comercio local de calidad. "Los mercados son un eje tractor dentro de los municipios: por cada parada, se abren dos comercios locales en el exterio", apuntaló Vilamala, también exalcalde de les Masies de Voltregà, quien aseguró que para la DIBA el comercio local es "un espacio de cohesión social".

Un resquicio de mercados en las 'fugas' comerciales

Uno de los parámetros más útiles en términos de políticas municipales que radiografía la DIBA en su análisis son las denominadas 'fugas' comerciales. Esto es, la proporción de consumidores que decide salir de los municipios en busca de determinados segmentos de mercado, muy especialmente ropa y productos del hogar.

En el contexto de esas 'fugas', los mercados son un resquicio que sobrevive: dos de cada diez (21,1%) consumidores que salen de su municipio para comprar alimentación fresca lo hacen en un mercado municipal. La proporción es menor que quienres se dirigen a tiendas de barrio (22,4%) o sobre todo supermercados (47,6%), pero la DIBA enmarca el dato en el fenómeno de resistencia de los genuinos equipamientos municipales.

Delimitando el foco comercial en la alimentación fresca, el nicho donde más protagonismo cobra la proximidad, el 33,9% de los consumidores que compran en mercados lo hacen en su barrio de residencia. Un 25,3% efectúan las compras en otros barrios del municipio, y el 21,1% es el que obtiene los alimentos fuera de su término municipal.

Las reacciones a cómo languidecen los mercados tradicionales son uno de los principales lamentos que resuenan a día de hoy en las ciudades catalanas. En unos casos, como el del Mercat Vell de Sant Cugat del Vallès, los vecinos añoran un pasado que no volverá. En otros, como el del Mercado de Singuerlín de Santa Coloma de Gramenet, los consistorios buscan fórmulas creativas para combatir una siempre acechante desertización comercial.