Entrevista
Enric Garcia Domingo: "Todo el mundo tiene una catedral, pero no unas Drassanes como las de Barcelona"
El director de Museu Marítim repasa la historia y la labor de divulgación del equipamiento durante casi 100 años
Una infamia con apellidos catalanes: el Museu Marítim muestra el tabú del tráfico de esclavos

Enric Garcia Domingo, el pasado lunes en el Museu Marítim, una hora antes del gran apagón. / Jordi Otix


Toni Sust
Toni SustPeriodista
Escribo sobre Barcelona desde 2016. Antes lo hice sobre Política social (2011-2016) y sobre Política catalana y española (2001-2011).
Profesor asociado de Periodismo en la UPF.
Enric Garcia Domingo es doctor en Historia Contemporánea y lleva décadas trabajando en el Museu Marítim de Barcelona. En 2021 se convirtió en su director. Veterano y con retranca, su entrevista, hecha el pasado lunes, transcurrió en el Jardí del Baluard, sobre un tramo de la muralla que da al Paral·lel.
¿Desde cuándo existe el Museu Marítim?
En 1929 cumpliremos 100 años. Ese año se creó un pequeño museo marítimo, que estaba en la Escola de Nàutica, en Pla de Palau. En 1936, la Generalitat crea oficialmente el museo y lo traslada todo aquí, a Drassanes. Con la Guerra Civil empezada, hace funcionarios a los trabajadores de la escuela. Así los protegió, porque en su mayoría eran gente católica y de derechas, amenazada durante el conflicto. En 1939, cuando acaba la Guerra Civil, todo lo que era de la Generalitat pasó a la Diputación, y también el museo, que abre en 1941.
Es un poco de perogrullo decirlo, pero Barcelona es una ciudad que ha tenido una historia indisociable del mar.
Desde el minuto cero. Desde la minicolonia romana, pero antes seguro que en la playa vivía gente. Aquí donde está la iglesia de Sant Pau había un campamento del Neolítico con gente que pescaba. Investigué ahí una temporada cuando era arqueólogo, una etapa corta, por suerte.
¿Usted es doctor en Historia?
Empecé como historiador, luego intenté ser arqueólogo pero era muy malo, la verdad, y luego me fui derivando hacia la historia marítima, que es lo que me gusta. Hice el doctorado tarde, en 2013, sobre el trabajo en la marina mercante.

El director del museo, frente al equipamiento cultural. / Jordi Otix
¿Qué opina de esa idea de la Barcelona que se cerró al mar?
En el siglo XIX la gente se movía por el puerto, que era una zona abierta. Fue más al principio del siglo XX cuando se fue cerrando –hay vías, hay vallas- por razones estratégicas y de seguridad. La imagen de la separación entre Barcelona y el mar es discutible. Para la gente el mar es la playa, ir a la playa. Y antes la gente no se bañaba, el mar era un lugar donde trabajar, ir a pasear, pintar.
"La imagen de la separación entre Barcelona y el mar es discutible. Para la gente el mar es la playa, ir a la playa"
¿Qué nos cuenta de Barcelona y el mar el Museu Marítim?
El Museu Marítim es singular. Somos un consorcio en el que está la Diputación, como propietaria, la que pone más dinero; el Ayuntamiento de Barcelona, que es el propietario de las Drassanes, son de propiedad municipal, y el Puerto de Barcelona. Formalmente, somos un museo de Barcelona, pero tenemos una vocación de serlo de Catalunya. Así que hablamos de Barcelona, de Catalunya, de la España mediterránea. El mar tiene una cosa fantástica, no tiene fronteras, las ponemos nosotros. Nosotros nos comunicamos con Valencia, Mallorca, Génova, el norte de África, Estambul.
¿Cuáles son los ejes del museo?
Además de las exposiciones, actividades, programa pedagógico y de las colecciones que conserva, incluye en la misión estratégica de salvaguardar el patrimonio marítimo la labor de un taller que lleva un ‘mestre d’aixa’ (carpintero de ribera), que es el responsable del mantenimiento de las embarcaciones del museo.

Garcia Domingo enseña un 'aixa', herramienta para trabajar la madera. / Cedida
Es director desde 2021.
En mayo hará cuatro años. Soy un director atípico. Cocinero antes que fraile. Empecé en el archivo fotográfico, en 1994, después estuve en una oficina que se dedicaba a la restauración de barcos, después a temas de investigación y en 2005 pasé a ser el jefe de colecciones. Y después, director. En este museo, cuando yo llegué, no había nadie a quien le interesara la historia marítima. Eran gestores de museos, gente de la cultura. Yo no era un gran experto, lo suficiente para diferenciar un portaaviones de una barca de pesca.
¿Es un museo moderno, conectado con la ciudad?
Creo que sí. Tenemos una pequeña brecha digital, llegamos tarde a algunas cosas, en parte conscientemente: no queremos ser un museo de pantallitas ni de realidad virtual. Es nuestra apuesta. Hay gente que dice que hay poca pantalla para tocar, bueno, tienes barcas para tocar, de verdad, auténticas.
"Competimos con los museos y con actividad cultural, hay muchos actos en la ciudad. Pero tenemos algo que no tiene nadie: las Drassanes. Si se me permite, es acojonante"
¿Vienen los barceloneses al museo?
Los barceloneses vienen pero no tanto como quisiéramos. Competimos con los museos y con actividad cultural, hay muchos actos en la ciudad. Pero tenemos algo que no tiene nadie: las Drassanes. Si se me permite, es acojonante. Todos tienen una catedral, 40 palacios, ‘cases pairals’, pero unas Drassanes como estas, nosotros y las de los venecianos, que están en manos de la Armada italiana. Este es un edificio único, solo por verlo la gente tendría que venir una vez en su vida.

Garcia Domingo, ante el portal de Santa Madrona, debajo del Jardí del Baluard. / Jordi Otix
¿Qué pasaba aquí?
Las Drassanes están formadas por un edificio muy grande, plano pero con una cierta altura, que se empezó a construir en el siglo XIII y se rehizo casi en su totalidad en el XVI. Es un edificio preparado para construir galeras. Tienes que imaginarlo como un parking de autocares, naves muy largas. Las galeras se sacaban de la playa y se metían aquí.
¿Cuándo se reformaban?
A veces las construían dentro, pero sobre todo aquí se reparaban. Y algo muy interesante: guardarlas. Hacer una galera cuesta dinero, pero conservarlas, más que construirlas, es lo que dio sentido al edificio. Para que cuando el rey te diga que quiere ocho galeras las tengas disponibles rápidamente. El edificio tiene una estructura que para mucha gente recuerda a la mezquita de Córdoba: unas columnas que aguantan un techo. Pero es un edificio que no se ve. 20.000 metros cuadrados, al lado de la Rambla, que mucha gente no ha visto nunca, es como invisible. Es bueno porque podemos jugar a descubrirlo.
¿Cuánto medía una galera?
Entre 40 y 60 metros. La que tenemos aquí, una réplica de la Galera Real de la marina española en la batalla de Lepanto, mide 60. Eran para la guerra y también para algún tipo de comercio, de elementos de poco volumen, documentos, oro, especias, que tuvieras que llevar rápido. Necesitaba 200 personas para remar. Tenías viento y remo. La Galera Real llevaba 300 y pico remeros más unos 15 marineros y el resto, soldados. Una galera en combate llevaba a unas 500 personas en total.
¿Cuánto se tardaba en construir una galera?
Un máximo de 10 meses. Contando que tengas una estructura creada. Porque si una galera precisaba de 60 remos, cada uno de ellos se hacía de un solo árbol. Era una empresa pública que daba mucho trabajo y riqueza a Barcelona.
"En 1748, se acaban las galeras, desmontan el arsenal y se llevan a todo el mundo a Cartagena. Aquí hubo un cuartel. La parte baja del Raval estaba llena de tabernas, prostíbulos. Donde hay soldados, hay necesidades y negocio"
¿Cuánto duraron las galeras?
Se empezaron a construir en el siglo XIII y en España acabaron oficialmente en 1748, cuando la Corona decidió que ya no tenían sentido. Se acaba el cuerpo de galeras. Desmontan el arsenal y se llevan a todo el mundo, los remeros, los presos que quedaron, a Cartagena, donde está el gran arsenal de la Corona en la Mediterránea. Y allí ya es otro mundo, otro tipo de barco. Aquí hubo una fundición de cañones y un cuartel en el que vivía mucha gente y que generaba mucha vida. Toda la parte del Raval bajo estaba llena de tabernas, prostíbulos. Donde hay soldados, hay necesidades y negocio.

El director del Museu Marítim, junto a la muralla del siglo XIV que da al Paral·lel, señalando el taller del 'mestre d'aixa' / Jordi Otix
¿En total, cuantos visitantes tienen al año? ¿Cuánto cuesta la entrada?
En 2024, el museo recibió a 359.268 visitantes, un 40% más que en 2023. La entrada cuesta 10 euros. Tenemos mucho turista francés y americano, mucha gente de Barcelona y nos falta turismo del resto de Catalunya. Del resto de España viene turismo a la ciudad pero no mucha al museo: gente que viene un fin de semana de Cantabria y Andalucía y adónde van: Sagrada Família, ruta modernista, el MNAC, el museo del Barça, el Picasso.
"En 2024, el museo recibió a 359.268 visitantes, un 40% más que en 2023. La entrada cuesta 10 euros. Tenemos mucho turista francés y americano, mucha gente de Barcelona y nos falta turismo del resto de Catalunya"
Ahora una de sus exposiciones recuerda que los barceloneses no siempre hemos sido buena gente. O no todos. La que versa sobre el esclavismo.
‘La infamia’. Muchos turistas vienen de ciudades construidas gracias a las colonias, como París. La Europa colonial se fundamenta en la explotación de imperios coloniales hasta hace cuatro días. Y ahora parece que es muy lejano, pero las colonias españolas duraron hasta hace pocos años: Marruecos, Guinea Ecuatorial, el Sáhara.
"Ahora somos muy señores y ponemos mala cara a los inmigrantes, pero es bueno que recordemos esa etapa en la que nos íbamos a América y Europa a trabajar"
Ya no nos acordamos de cuándo la gente de aquí emigraba.
España es un país que ha sido productor de emigrantes y exiliados durante siglos. Hace 20 años que se ha convertido en receptora de inmigrantes. Ahora somos muy señores y ponemos mala cara a los inmigrantes, pero es bueno que recordemos esa etapa en la que nos íbamos a América y Europa a trabajar. Estamos participando en un proyecto de 40 museos para explicar cuestiones vinculadas con la emigración y la inmigración.
(En este punto, avisaron a Garcia Domingo de que se había ido la luz y de que se estaba evacuando el museo. Y la charla, que tuvo lugar en el Jardí del Baluard, se dio por finalizada).
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