Efectos en la hostelería

El día después del apagón en bares y restaurantes de Barcelona: reposiciones de producto agotado, poco desperdicio y compensaciones

Algunos establecimientos fiaron incluso a clientes desconocidos, y los hoteles fueron un oasis de comida caliente y la salida para quienes no pudieron volver a casa

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La hostelería y el comercio de Barcelona, a medio gas un día después del gran apagón

EFE

Patricia Castán

Patricia Castán

Barcelona
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Los trabajadores y vecinos que esta mañana de martes, en plena resaca del /esgran apagón, volvían a la normalidad devorando a dos carrillos las tortillas de patatas y platillos que han hecho célebres los desayunos del bar Lalan's de Sant Antoni, por un momento se han quedado a oscuras y más de uno casi se atraganta del susto. Pero no era una caída del suministro, sino una broma del propietario, José Ramón González, que ha desconectado la luz del negocio un momento para rememorar el inolvidable 28A de la desconexión y celebrar la recuperación. Pero el regreso a la calma en la hostelería ha sido muy distinto en función del tipo de establecimiento y de las horas transcurridas sin electricidad. No hay balances de afectación económica y sí un esfuerzo total por recuperar el pulso, que en el caso de los hoteles supuso albergar a huéspedes de última hora que no pudieron volver a sus casas.

González fue de los que tuvieron que cerrar poco después de las 13.00 horas, porque todos sus aparatos son eléctricos. Así que en cuanto clientes y vecinos arrasaron con toda la comida que tenía preparada (para llevar) y no le quedó un centímetro de pan, bajó la persiana. Hoy no ha lamentado pérdidas de género y tras el inesperado descanso ha vuelto con energía. En general, todo el mundo ha reabierto a la hora habitual y sin impedimentos técnicos.

El día del apagón estuvo marcado por la efervescencia de las terrazas de bares, donde se refugiaron muchos barceloneses cuyas viviendas son oscuras, o trabajadores que no podía volver a sus casas fuera de Barcelona, o que tenían la nevera vacía en lunes. Pero el martes ha sido un anómalo día de pasar revista y reponer, en los casos de negocios que finicquitaron bocadillos fríos, aperitivos y bebidas. O de tirar, en las situaciones de producto más perecedero.

Heladería de la avenida Mistral que perdió todo el producto y este martes lo reponía para poder abrir antes.

Heladería de la avenida Mistral que perdió todo el producto y este martes lo reponía para poder abrir antes. / P.C.

En la misma avenida de Mistral, con amplia oferta hostelera de barrio, el Racó de Mistral no paró de servir cerveza (hasta que por la tarde salía "natural") y de arrasar con patatas, olivas y similares tentempiés que hoy reponían, explica Titu, un bangladesí arraigado en el barrio, que no hizo una gran facturación porque dejó de hacer los bocadillos y platos calientes habituales. Y porque solo podían cobrar en efectivo. Este martes les ha tocado abastecerse.

Muy cerca, la heladería Gelatomania Barcelona ha pasado la mañana "tirándolo todo", relataba su propietaria. Han preferido no hacer parte para reclamar al seguro por evitar la espera de peritajes y tiempo muerto. "Deben estar colapsados", vaticinaba. Consideran que les sale más a cuenta producir y reponer al momento para poder trabajar hoy mismo que tener que cerrar transitoriamente. Con todo el producto derretido, porque la luz regresó a su manzana sobre las 22.00 horas, empezaban el día de cero.

En el entorno, muchos bares señalaban que no habían tenido que lamentar pérdidas porque los congeladores sin abrir aguantaron, y de las neveras salió mucho género para servir al momento.

Consecuencias dispares y análisis de las pólizas

En los restaurantes, las situaciones eran variadas. Muchos cerraron porque sin luz no podían trabajar, o porque el lunes es su día de descanso. Otros aprovecharon que podían activar alguna maquinaria, como Carpe Diem, en el paseo Marítim, cuya terraza se llenó en las primeras horas de la crisis, liquidando su estoc de pescado en forma de numerosas raciones de sushi, y también de hamburguesas premium, ya que pudieron arrancar el horno Josper. Pero en otros locales, como sus japoneses Ikibana, sufrieron suerte dispar: puntuales pérdidas en forma de valiosos atunes en uno de sus locales cerrados, mientras que en otro, en el Born, la luz volvió muy pronto y no hubo afectaciones.

Los efectos económicos adversos fueron más importantes para quienes no pudieron abrir en ningún momento. En el grupo Somos Esencia Barraca, Agua, Brisa Palau de Mar...) señalan que solo funcionaron algunos de sus restaurantes y limitándose a comida fría y cobros sin datáfono, lo que complicó mucho el servicio, y dejó la facturación a años luz de una jornada normal. Esta situación fue común a otros grandes grupos, pese a no sufrir apenas pérdidas de género estropeado.

En este sentido, el Gremi de Restauració de Barcelona explica a este diario que se ha "puesto a disposición de los agremiados para ayudarlos a tramitar la reclamación por los daños que se hayan producido" a consecuencia del apagón. No obstante, advierten de que "en gran medida dependerá de las pólizas contratadas y se tendrá que ir caso por caso". El gremio estudiará las pólizas de seguros de los interesados y les orientará, han subrayado.

El lunes negro fue también un día de regreso de las calculadoras a pilas y los cobros en efectivo, que algunos llevaron al terreno de la solidaridad. Por ejemplo, en el Celler de l'Estevet, en la calle de Calàbria, no daban abasto para servir las comidas que habían preparado antes del corte eléctrico, y que podían calentar porque disponen de gas. Mucho género se acabó sobre las cuatro de la tarde, pero ellos mantuvieron la terraza llena todo el día, con bebidas y aperitivos y mucho cliente nuevo no habitual. Pese a tantos nuevos rostros, fiaron a quienes no disponían de dinero en metálico, relata una camarera. Confían en que todos esos comensales regresen a pagar como apalabraron, aunque no les tomaron ni los datos ni la deuda. Lo primero fue el servicio.

Donde no hubo problema para comer a cualquier hora fue en los restaurantes de hoteles de Barcelona, que en muchos casos cuentan con generadores, como informó el lunes este diario. Así, al atardecer, sorprendía la animación que había dentro de estos establecimientos, que parecían oasis de luz en medio de manzanas en penumbra. En el Negresco Restaurant, del hotel homónimo, la cena fue muy animada, como en otros tantos. De huéspedes que no se movieron del hotel vista la situación, y de muchos barceloneses que se acercaban al ver luz y comida caliente a la mesa.

Del mismo modo, los hoteles fueron la salida para viajeros --vacacionales o profesionales-- que no pudieron regresar a sus casas por suspensión de vuelos o trenes AVE, pero también para residentes de otros municipios que no tenían acceso a Rodalies ni familia en Barcelona. Fuentes del Gremi d'Hotels de Barcelona señalan que aún no cuentan con cifras sobre el balance de reservas imprevistas, ni sobre cancelaciones por vuelos de llegada suspendidos. No obstante, estiman que la afectación sobre la ocupación de la ciudad fue mínima. Así lo apuntan también desde la cadena Catalonia, donde destacan, como otros hoteles, la implicación del personal las 24 horas para informar a los viajeros y atender imprevistos, y la entrega de los establecimientos para darles cabida.

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