Colapso en el transporte
Salir de Barcelona, misión imposible: "He caminado ocho kilómetros para llegar a la parada"
Las paradas de bus de plaza Catalunya colapsan con centenares de personas que intentan salir de la ciudad con el apagón de por medio
Buses desbordados como tabla de salvación en el centro de Barcelona tras el apagón
Metro desalojado, semáforos al azar, buses abarrotados, cierres... Todas las afectaciones del apagón en Barcelona

Jordi Beltrán, ha caminado ocho kilómetros hasta la parada y lleva dos horas esperando / P.L.


Pau Lizana Manuel
Pau Lizana ManuelPeriodista
El apagón generalizado que ha sorprendido a todo el mundo este mediodía ha cogido a miles de personas trabajando o estudiando en el centro de Barcelona. Lo que podría parecer una anécdota, o la excusa perfecta para reducir el tiempo de trabajo de un lunes, se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para centenares de personas que se han visto con las opciones para regresar a sus casas muy limitadas.
Con los accesos a las paradas de Metro y Rodalies completamente cerrados, el bus se ha convertido en la única opción para muchos. Tampoco funciona el servicio de Bicing y los servicios de bici o motosharing no son una opción para muchas personas que, además de no poder contar con conexión a la red eléctrica, tampoco tienen acceso al internet necesario para reservar estos vehículos. Por la misma regla de tres, el taxi también ha quedado descartado como opción para muchos viajeros. No solo porque sea un servicio más caro que el resto de pociones, sino porque mucha gente no dispone del dinero en efectivo para poder pagar al taxista mientras los datáfonos continúan sin funcionar.

La estación Plaça de Catalunya, cerrada en pleno día / P.L.
El Aerobús, al límite
Laton y Marco, por ejemplo, tenían pensado coger un taxi hasta el aeropuerto para exprimir al máximo las últimas horas de su fin de semana en Barcelona. Estos dos turistas australianos tenían programado su vuelo de vuelta a Londres, donde residen, a las 18: 30 h, pero hacia las 15:00 h, cuando han llegado a plaza Catalunya precipitándose tras conocer la noticia, se han topado con una larga, serpenteante y lenta cola de espera para coger un Aerobús. “Llevamos 45 minutos y habremos avanzado unos 5 metros”, se lamenta Laton, que mira con algo de preocupación la hora en su reloj. “Prometedor”, bromea con algo de ironía su paisano.
El único punto positivo en el que se pueden apoyar para subirse la moral en este momento es que, excepcionalmente, el servicio de Aerobús se ha ofrecido de manera gratuita. Con las máquinas emisoras de billetes de plaza Catalunya sin servicio y con los datáfonos sin funcionar, la medida era prácticamente inevitable. A pesar de no tener que rascarse el bolsillo para llegar al aeropuerto, la desesperación de muchos viajeros era palpable en sus caras. Especialmente cuando pasaba uno de los buses en dirección a la Terminal 1 y partía con tan solo 40 personas para poder dar servicio al resto de paradas de la línea. En el caso del A2, que se ocupa de la terminal antigua, la restricción de pasaje no ha sido tan estricta y el bus se ha llenado en pocos segundos hasta prácticamente el límite de su aforo.

Largas colas para coger el Aerobús, en la plaza de Catalunya / P.L.
Volver al Baix Llobregat, una odisea
El mediodía tampoco ha sido fácil para aquellos que necesitaban regresar hacia el Baix Llobregat. En plaza Catalunya tienen origen y final las líneas L95 y X95, que salvan la distancia entre Castelldefels y Barcelona. Aunque la línea ya de por sí suele estar concurrida, alrededor de su parada, en la esquina entre Rambla Catalunya y Ronda Universitat, la cantidad de pasajeros que esperaban un bus era desorbitada. Tanto que mucha gente, hacia las 15:00 h, ya había tenido que renunciar a subir a dos buses que, al pararse, se habían llenado de inmediato.
“De hecho, ha habido problemas porque mucha gente se ha colado en cuanto el primer bus ha frenado”, explica Eric Jiménez, un estudiante que ya lleva dos horas de trayecto hacia Castelldefels cuando atiende a EL PERIÓDICO. Jiménez ha salido del curso al que atiende en Via Júlia hacia las 13:00 h. Lo que normalmente es un trayecto relativamente tranquilo en metro y tren hasta el hotel de Castelldefels donde trabaja se ha convertido en una auténtica gincana donde ha tenido incluso que tentar a la suerte.
“Me he subido al primer bus que he pillado” para llegar hasta la plaza Catalunya, asegura Jiménez. “Tenía que entrar a las 15:00 a trabajar, pero ahora ya…”, lamenta el joven señalado el reloj de su móvil, que marca las 15:10. No ha podido recibir ninguna directriz de su empresa porque, como muchos otros, no tiene acceso a Internet.

Eric Jiménez, cuando llevaba más de hora y media esperando a su bus / P.L.
Esto es precisamente lo que más molesta a Daniela Torres, una estudiante de Ciencias Políticas que ha salido de la Universitat Pompeu Fabra cuando el centro ha anulado toda su actividad por el apagón hacia las 13.30. “Hemos cogido el H16 y hemos bajado en la parada de Muntaner, a ver si así cogíamos sitio”, explica Torres, que ha probado suerte avanzando hasta la siguiente parada de su línea para ver si así se ahorraba aglomeraciones. Pero su gozo en un pozo. “Han pasado dos buses llenos y no se han parado”, asegura la joven, que ha vuelto entonces a la primera parada, donde ya llevaba un buen rato esperando.
Algo parecido le ha pasado a Xavier Canadell, que ha subido toda la Rambla prácticamente corriendo al salir de su escuela de diseño en Drassanes hacia las 13:15. “Me olía que pasaría algo así, pero nada”, lamenta el joven, que también lleva esperando en la parada más de dos horas.

Xavi Canadell, llevaba dos horas esperando el bus / P.L.
Poco después de hablar con estos tres jóvenes llega un bus de la L95. El volumen de gente que intenta entrar es tal que tres agentes de la Guardia Urbana tienen que actuar para que el conductor pueda avanzar.
Más de lo mismo hacia el Maresme
Tampoco corren mucha suerte los que se dirigen al Maresme. Desde la esquina de ronda Universitat con Balmes salen las líneas e11.1 y e11.2 en dirección a Mataró. El colapso es tal que las filas para entrar a alguno de estos autobuses recorre prácticamente 200 meteos hasta llegar a la plaza Catalunya.

Largas colas para coger el bus hacia Mataró, en la ronda Universitat / P.L.
Entre esa multitud está Jordi Beltrán, que ha tenido un día duro. “He venido andando desde Cornellá hasta aquí, ocho kilómetros”, explica este vecino de Mataró visiblemente resignado. “He intentado coger el bus desde allí, pero todos iban llenos y tenía que hacer algo”, explica Beltrán, que trabaja en la ciudad del Baix Llobregat. Ha acabado de trabajar a las 13 y, ya con la larga caminata en sus piernas, se ha puesto a esperar en la cola para coger el e11.1 de vuelta a casa. “Ya llevo unas dos horas y he visto pasar dos buses”, lamenta Beltrán que calcula que “siendo optimista” podrá coger su bus a casa hacia las 18:00, cinco horas después de salir de trabajar.
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