Xavier Lloveras: "Sant Jordi ha cambiado pero la flor no, sigue siendo un producto de lujo para regalar"

¿Desde cuándo es florista?

De toda la vida, nací en la tienda. Tengo 49 años.

¿Su familia ya se dedicaba a esto?

Mis padres, mis abuelos, mis bisabuelos. Desde 1830 estamos liados con esto de las flores. Antiguamente los hombres plantaban en el campo y las mujeres manipulaban las flores en la floristería. Yo vengo de una abuela que manipulaba flores y mis padres se engancharon. Tengo primos que plantan, porque cogieron la rama del hombre. Yo cogí la de la mujer.

¿Vende lo que plantan y flores que compra?

Correcto.

¿Sant Jordi es el mejor día para su sector?

Tenemos otros días grandes, el día de la Madre, la campaña de Navidad. Sant Jordi es un día importante pero no el más fuerte.

¿Cuándo empezó a trabajar?

Con 16 o 17 años. Venía del colegio a la tienda.

¿Ha cambiado la venta de flores?

El Sant Jordi ha cambiado: es una fiesta que empezó en 1975, en 1980. Por lo demás no ha cambiado mucho el sector: la flor sigue siendo un producto de lujo para regalar que cuesta introducir para el día a día: tener flores como tenemos mandarinas.

"La flor sigue siendo un producto de lujo para regalar que cuesta introducir para el día a día"

Se diría que su trabajo es uno de los que no acabarán por la inteligencia artificial.

Eso espero y deseo.

Pero le compran flores por internet.

Sí. Internet, WhatsApp, aplicaciones.

Se acerca Sant Jordi.

Llevamos un mes calentando motores. Hay una preparación. Hay que pedir material, la rosa a veces es la misma y lo que cambia es el envoltorio.

¿En un mes normal cuántas rosas vende?

Unas 400 rosas.

¿Y cuánto valen?

Cinco o seis euros la unidad.

¿Y cuántas vende en Sant Jordi?

De 3.000 a 3.500 rosas. Son un par de euros más caras. Más por el complemento. Por Sant Jordi venderé rosas con precios de 5 a 15 euros.

"En un mes normal vendo unas 400 rosas a cinco o seis euros la unidad. En Sant Jordi, de 3.000 a 3.500, un par de euros más caras"

¿Ya no compramos rosas producidas aquí?

La cosa ha cambiado mucho. Al Maresme ha ido a vivir mucha gente, y muchos campos se han convertido en urbanizaciones.

¿Es un drama que pase esto?

No es un drama. Ahora la mayoría de las rosas nos llegan de Holanda y de Sudamérica: Colombia y Ecuador. Llegan dos o tres vuelos cada día. De todas formas, el Maresme, incluso si hubiera 10 productores, no podría abastecer la demanda en todo Catalunya por Sant Jordi: siete millones de rosas. Además, un rosal da rosas tres veces al año.

¿En los siete millones de rosas se cuentan los de la gente que pone paradas por toda Barcelona?

Todas, también las que venden jóvenes, abuelos, boy scouts.

¿Qué supone eso para el sector?

A mí me gusta la fiesta, pero pediría más regularización: que se pagara un impuesto por poner la parada, que se recaude un dinero para causas sociales. Porque el dinero que ganan esas paradas va al bolsillo y no se paga nada. Nosotros pagamos personal, impuestos, gestión de residuos, ocupación de la vía pública.

Porque a la gente que pone paradas no se le cobran impuestos.

Así es. No pueden estar a menos de 50 metros de una floristería pero el Ayuntamiento de Barcelona no les cobra nada. Pero cómo le lleves a tu pareja una rosa de estos boy scout igual te la tira a la cabeza.

¿Por qué las de los profesionales son mejores?

No se pueden recoger todas las rosas tres días antes de Sant Jordi. Algunas han llegado hace 20 días, y las meten en neveras.

¿Dónde compra las rosas?

En Mercabarna. Tengo dos proveedores.

Usted está en el Gremi de Floristes de Catalunya.

Estoy en la junta. Nos dicen que es una fiesta popular y que no se puede hacer nada con estas paradas. Sorprende que el ayuntamiento fomente la venda ambulante de rosas sin factura. Ocupación del espacio público a coste cero, rosas sin IVA... Se está fomentado que trabajen en negro.

¿A nadie se le pregunta de dónde salen?

A nadie. Y todos pagan en efectivo y sin factura.

¿Las paradas de flores deberían ser todas de floristería?

Estaría bien, pero entonces la fiesta no sería igual. Lo que pido es que la diferencia no sea tan bestia.

Usted se encargó del abeto de Navidad del año pasado en Sant Jaume.

Sí. Para nosotros, que llevamos 70 años de floristería, fue un orgullo. Se nos explicó cómo se decoraría la plaza para que hiciéramos algo acorde. El árbol viene de Espinelves, Mercabarna lo encarga. Este año fue complicado traer un árbol de 17 metros en medio de la reforma de la Via Laietana. El camión que lo trabajo no podía girar por la calle de Jaume I a causa de las obras. Se tuvo que cancelar y repetirlo dos días después, y movieron las vallas para que pudiera hacerse.

¿Tiene una idea clara de cómo irá este Sant Jordi? ¿Hay un patrón habitual?

Sí. Este año lo bueno y también complicado es que el domingo y el lunes previos son festivos y con las puertas cerradas avanzaremos mucho. El martes será la locura (Sant Jordi cae en miércoles), porque los que lleguen de Semana Santa que se pondrán a hacer encargos.

¿Trabajar en una floristería, entre tanto colorido, es relajante?

Es un estrés total. A las siete de la mañana hoy estaba en Mercabarna y suelo acabar a las nueve de la noche.

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