Primeros ejemplares protegidos de la comarca
Así son los cuatro árboles del Jardín Botánico Histórico de Barcelona declarados 'monumentales' por la Generalitat
Los ejemplares distinguidos en el Sot de l’Estany son un nogal alado, un fresno rojo americano, un fresno de hoja estrecha y un plátano falso
El nogal alado del Sot de L'Estany
El alcanforero del Sot de la Masía

El Sot de l'Estany, lugar privilegiado de Barcelona y parte del Jardín Botánico Histórico en el que se encuentran los cuatro árboles distinguidos por la Generalitat. / Manu Mitru


Toni Sust
Toni SustPeriodista
Escribo sobre Barcelona desde 2016. Antes lo hice sobre Política social (2011-2016) y sobre Política catalana y española (2001-2011).
Profesor asociado de Periodismo en la UPF.
Es posible que fuera así: hay que imaginar a un botánico estadounidense, a finales de los años 20 del siglo XX, colocando con cuidado semillas de fresno americano en un sobre para enviárselo a un homólogo barcelonés. Las semillas atravesaron el océano atlántico y llegaron a la capital catalana. Y ya en ella fueron plantadas en el Jardín Botánico Histórico, un remanso de paz y belleza situado a unas decenas de metros del Museu Nacional d’Art de Catalunya, en Montjuïc.
Los árboles que allí se ven tienen 90 años. Se plantaron en 1930, ya acabada la Exposición Internacional de 1929, que para la ciudad dejó como legado principal la urbanización de la montaña de Montjuïc, hasta entonces formada por algunas masias y varias canteras de piedra. Así lo explica Jaume Pàmies, geógrafo y técnico de colecciones de planta viva del Jardín Botánico, visible conocedor, apasionado y sobrio a la vez, de los árboles que pueblan este espacio.
El motivo de la visita: la Generalitat ha declarado árboles monumentales a un total de 24 ejemplares, de los que cuatro están en el Sot de l’Estany del Jardín Botánico Histórico. Por primera vez, se incluye en la lista de protección a ejemplares de la comarca de Barcelona.

El fresno rojo americano, Fraxinus pennsylvanica. / Manu Mitru
Los cuatro distinguidos
Son cuatro árboles de más de 30 metros, de los más altos que se pueden ver en Barcelona: un nogal alado, Pterocaria rehderiana, que es un híbrido entre una especie de nogal del Cáucaso y una de China; un fresno rojo americano, Fraxinus pennsylvanica, de origen estadounidense; un fresno de hoja estrecha, Fraxinus angustifolia, autóctono, y un plátano falso, Acer pseudoplatanus. Son árboles que ya estaban catalogados por el Ayuntamiento de Barcelona como árboles de interés local.
Cuenta Pàmies que no se conoce con exactitud el origen de estos árboles, en el sentido de que pudieron crecer a partir de semillas enviadas por un botánico estadounidense, esa imagen recreada inicialmente, ya que, cuenta, es muy habitual el intercambio entre expertos de distintas partes del mundo: “Es fácil enviar semillas”. El sistema de intercambio, gratuito, se conoce como Index seminum. Pero el experto añade que no hay que descartar que no fueran semillas, que llegara un árbol pequeño, o un esqueje, por barco. Con todo, advierte: “Los viajes en barco eran largos y no era fácil trasladar planta viva”.

El fresno de hoja estrecha, Fraxinus angustifolia. / Manu Mitru
El Sot de l’Estany
Pàmies inicia el descenso hasta la parte baja del Sot del l’Estany, que reúne unas características especiales: aquí tiende a acumularse el aire frío y la humedad, y especies que en otras partes de Barcelona sucumbirían al calor se encuentran cómodas en esta zona, una de las dos que forman el Jardín Botánico Histórico, creado a partir de 1930 por el botánico, químico y farmacéutico Pius Font i Quer, y cuyo nombre lo diferencia del Jardín Botánico, abierto en 1999.
Subraya Pàmies que no fue la naturaleza la que creó este espacio hundido, sino la mano humana. Esto era una cantera, y lo de la mano no es una forma de decirlo: a pico y pala se extraía la piedra, y se le daba forma. “De aquí han salido metros y metros cúbicos de piedra de Montjuïc. Toda Barcelona está hecha con esa piedra”.
Turistas y árboles
A media mañana de un viernes, en esta parte de Barcelona solo hacen presencia algunos turistas. El espacio es tan particular que invitar a que tenga más visitas parece casi un pecado. Pàmies contempla desde la escalera que baja los árboles y señala cuáles han sido los distinguidos.
Hay casi 300 árboles monumentales en Catalunya. Son ejemplares considerados singulares, por su dimensión excepcional dentro de su especie, por su edad, por su historia o por su particularidad científica. La protección de la Generalitat empezó en 1987, e implica que está prohibido talarlos o arrancarlos parcial o totalmente.

El nogal alado, Pterocaria rehderiana, una especie híbrida entre una especie originaria del Cáucaso y una de China / Manu Mitru
Reconocimiento
Pero Pàmies explica que en el caso de los cuatro del Sot de l’Estany el efecto de que hayan sido declarados árboles monumentales es un reconocimiento, que de hecho estaba previsto hace años, como indican placas ya colocadas que advierten de que el proceso de reconocimiento está en curso. Lo que quiere decir con eso es que no hay riesgo de que los árboles que están en esta zona vayan a ser talados.
Aquí los árboles son los protagonistas, y el experto cree que en algunos casos habrá que limitar un poco el acceso inmediato a algún ejemplar, porque hay gente que ven en abrazarse a un árbol una bonita idea para una foto que colgar en Instagram. Y eso puede acabar dañando a algún árbol. Algún día, subraya, como cualquier ser vivo, estos árboles morirán. La sequía de estos últimos años los desgasta especialmente. Dice que las cuatro especies distinguidas pueden vivir entre 100 y 200 años, pero también que no se puede vaticinar con exactitud cuándo les llegará el fin, porque depende de varios factores.

El falso plátano, Acer pseudoplatanus. / Manu Mitru
El alcanforero
Ya en la parte más baja de, Sot de l’Estany, Pàmies relata que cada año entre 70.000 y 80.000 personas lo visitan. No es, pues, un rincón muy escondido. Además de los turistas, algunos barceloneses lo frecuentan a diario: lo han convertido en espacio de lectura.
El técnico señala algunos árboles que no han entrado en el catálogo: Carpinus betula, de interés local Barcelonés, “típico de Alemania, de Holanda. Que encontremos este árbol en Barcelona es notable”. También enseña dos Ginkgo biloba, “un árbol japonés poco evolucionado, que aparece mucho en el mundo de la mitología japonesa, del cómic japonés”. Con todo, está claro que hay un favorito de Pàmies, que lo cita varias veces: un alcanforero, Cinnamomum camphora, que está en Sot de la Masia, la otra parte del Jardín Botánico Histórico. Se nota, se siente, que en su opinión el alcanforero tiene mimbres para haber entrado en esa lista exclusiva de árboles monumentales en la que ya han ingresado sus compañeros de jardín.
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