Desde hace casi tres años
Los retrasos del bus a demanda, el actual 'El 47' de Torre Baró: "Estamos viviendo lo mismo"
Las largas esperas para tomar la línea a la carta y la demora en construir una rotonda que debería mejorar la fluidez perpetúan la sensación de aislamiento que sufre parte del barrio, célebre por el secuestro recreado por el cine
CCOO ‘secuestra’ otra vez el bus 47 para denunciar que la película sobre Manolo Vital oculta que era del sindicato

El bus a demanda, circulando por Torre Baró Sud, en Barcelona. / VICTÒRIA ROVIRA


Jordi Ribalaygue
Jordi RibalayguePeriodista
Periodista especializado en información local de Barcelona y el área metropolitana. Ha trabajado en El Mundo, EFE, Público, Ara, Tot Barcelona y medios locales de Sant Adrià de Besòs y Badalona. Ha colaborado en la redacción del libro 'Objectiu Venus', sobre el barrio de La Mina.
Isabel Reyes e Isabel Cano, madre e hija, participaron en el secuestro de un autobús en Torre Baró. No fue en la ya célebre toma del 47, con la que ese barrio escarpado de Barcelona reivindicó en 1978 que los buses remontasen las cuestas de Collserola para no seguir aislado y que la premiada película protagonizada por Eduard Fernández recrea. La acción en la que las ‘Isabeles’ se involucraron es más reciente, de 2003, cuando un 81 fue raptado entre dos y tres horas en un par de ocasiones para denunciar la escasa frecuencia de la línea. Ambas mujeres sienten que, pese a la gesta barrial de hace casi medio siglo y la popularidad que el cine le ha granjeado, aún perduran insuficiencias para moverse por ese extremo alejado del centro de la ciudad. “Seguimos sin existir para Barcelona”, reprochan.
Décadas después de los actos de rebeldía que han marcado el carácter del lugar y tras el éxito del filme que ha cosechado gaudís y goyas, el malestar con el transporte público persiste en Torre Baró, ahora a causa de las demoras que se atribuyen al bus a demanda desde que se estrenó hace casi tres años. El único transporte público en la franja sur del vecindario funciona mediante reservas que los pasajeros han de solicitar por una aplicación o una llamada para que el minibus acuda a recogerlos a una de las paradas del barrio, la mayoría sin asientos ni marquesinas.
La Asociación de Vecinos de Torre Baró ha criticado que la app avisase hace poco a un usuario que tendría que aguardar durante 105 minutos al autobús para un recorrido sin salir del barrio que, aunque breve, resulta demasiado abrupto, inviable a pie para gente mayor o con problemas de movilidad. Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) responde que el ejemplo responde a “casos muy puntuales” que achaca a “problemas de tráfico” por obras en la calzada o averías ocasionales.
Hasta 180 minutos
"No son situaciones eventuales, sino que son diarias”, contradice la presidenta del colectivo vecinal, Valeria Ortiz. El lamento no es nuevo en la zona, sino que se repite desde que se creó la red a la carta. Ortiz señala que los retrasos se producen sobre todo cuando surge una necesidad por la que no se puede pedir el trayecto con anterioridad: "Entonces se debe esperar 50, 60, 120, 160 o 180 minutos, que es lo máximo que hemos visto. Hay vecinos que han dejado de usarlo”. TMB sostiene que “la media de espera pidiendo el servicio con antelación está por debajo de los tres minutos" y que, de reclamarlo al instante, "se tiene una media de 17 minutos”.

Antonio Barroso, en una parada del bus a demanda de Torre Baró Sud, en Barcelona. / VICTÒRIA ROVIRA
“Con que pase una sola vez, y pasa varias veces, es suficientemente grave”, expresó el concejal de Nou Barris, Xavier Marcé, en una reciente audiencia pública. El edil se comprometió a demandar soluciones a TMB para conseguir una “periodicidad razonable” en vez de lo que definió como una “exageración inaceptable”.
La compañía recuerda que está pendiente la construcción de una rotonda que “mejorará el servicio”. La obra, a la expectativa desde hace un par de años, ha encallado en trámites que el consistorio confía en resolver para que se comience en el primer trimestre de 2026, con un coste de 390.000 euros. TMB también prevé efectuar un cambio de la plataforma tecnológica con que opera el bus para “mejorar ciertas prestaciones”. Vecinos de Torre Baró aseguran que, como ya ocurría en 2023, el GPS que guía a los conductores falla en puntos con mala cobertura.
Fuerte desnivel
Reyes, de 85 años, acude casi una vez por semana al Vall d’Hebron para recibir tratamiento. El bus le resulta imprescindible para salvar la fuerte pendiente desde la cima -donde se apiñan las viviendas- a la parte baja del barrio, que concentra los comercios y los servicios. “Los mayores lo necesitamos, el que es joven va patas abajo pero yo no puedo”, distingue.
Cuando se apea del bus, Reyes toma el metro hasta el hospital, sin apenas contratiempos al programar el viaje con margen. Al regreso es otro cantar porque, al no saber cuándo saldrá de la consulta, no puede encargar la ruta con anticipación. “Con suerte, me da para 35 minutos de espera; si no, tarda de 70 minutos para arriba. Si no lo tienes pedido, es para morirse”, atestigua.

Isabel González Montoya, vecina de Torre Baró, en Barcelona. / VICTÒRIA ROVIRA
La épica revuelta encabezada por el conductor Manolo Vital ocurrió en Torre Baró Nord. Allí, ahora se combinan dos líneas regulares de bus con una a demanda sin tacha, a diferencia de la cara sur del vecindario, donde se ha consagrado un hábito peculiar: no son pocos los que activan las alarmas para ser los primeros en reservar el bus, casi como si se tratara de una competición. En caso de no atrapar la plaza a la hora que conviene, hay riesgo de no llegar a tiempo al trabajo o a clase.
La alerta le suena siempre a Cano un minuto después de medianoche para solicitar los trayectos de ida y vuelta a 13 días vista, lo máximo que la aplicación permite. “Antes había una línea regular que pasaba cada media hora y era mucho mejor, al menos sabías cuándo iba a pasar”, opina. TMB descarta volver al sistema convencional en Torre Baró. “El bus a demanda es la mejor opción para la zona”, responde.
Vital en el recuerdo
“En Torre Baró Sud estamos viviendo ahora lo mismo que en ‘El 47’”, equipara Toni Ruiz, miembro de la asociación de vecinos. Confiesa que a menudo debe hacer de chófer: “Es constante que recoja a vecinos por la calle. Los encuentro subiendo la montaña a las 10 o las 11 de la noche al volver del trabajo, del teatro o de fiesta, o a familias bajando un kilómetro y medio o dos a las seis de la mañana. Sin quererlo, estamos haciendo la faena del bus y el barrio está lleno de coches”.

Isabel Cano, vecina de Torre Baró, en Barcelona. / VICTÒRIA ROVIRA
“Llevo aquí 69 años y estamos peor que antes”, piensa Isabel González Montoya, que se desplaza con un andador y carece de vehículo en casa. “Muchas veces he tenido que renunciar al bus. ¿Cómo lo vas a aceptar cuando te lo dan con una hora y media de retraso? Aunque me ayudarían, no molestaré a los vecinos para que me bajen porque me faltan naranjas… Da rabia porque no tengo libertad para decidir cuándo salgo”. Andrés ha contratado a una asistente que dispone de coche para ahorrarle el mismo mal trago a su suegra, que también padece de movilidad reducida: “Me supone un gasto pero, si no, era un drama y ella no podía volver de hacer la compra, porque trabajo y no puedo ir a buscarla”.
La hazaña de Vital es seña de identidad para el barrio, aunque no se intuye que vaya a repetirse. “Conseguimos que el autobús llegase a fuerza de protestar”, evoca Reyes, escéptica con que una proeza como la que la gran pantalla ha revivido pueda emularse: “Seríamos cuatro y no sería efectivo. Los jóvenes ahora tienen coche”. TMB afirma que las quejas han caído y que solo ha recibido una en lo que va de año. "La gente luchadora se ha hecho mayor y quedamos pocos que seamos de Torre Baró de toda la vida", concluye Ruiz.
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