Apagones frecuentes

La lluvia en Barcelona deja a oscuras a vecinos de Nou Barris: “Hemos estado más de 30 horas sin luz”

Habitantes de escaleras de la Guineueta sufren largos cortes de luz desde hace años, que se han reproducido con el mal tiempo de la última semana

El tiempo en Barcelona y Catalunya, hoy en directo: última hora de las fuertes lluvias y el estado de los ríos y pantanos

Jordi Ribalaygue

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Barcelona
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Un cartel sintetiza, con ironía y cierto estoicismo, el deseo de varias escaleras de la Guineueta, hartas de temer que la luz se vaya cuando el tiempo se tuerce y llueve con algo de intensidad. “A ver si tenemos suerte y esta es la definitiva. ¡Ánimo!”, alienta el mensaje, colgado justo donde los lampistas han reabierto la acera para tratar de reparar la enésima incidencia que altera a ese sector del distrito de Nou Barris. En el barrio se habla con fastidio sobre los apagones, siempre prolongados y que han regresado con los aguaceros de los últimos días. 

El incordio se ha reproducido coincidiendo con una semana gris en Barcelona. Los cortes afectan a más de una finca, pero se ensañan en especial con dos comunidades del paseo Fabra i Puig, habitadas por 64 familias. Salvo contadas excepciones, las viviendas de ambas escaleras encadenaron hasta 32 horas echando mano de linternas y velas en plena borrasca Jana el pasado fin de semana, desde la medianoche del viernes a la mañana del domingo. Este viernes, de nuevo encapotado en la ciudad, han sobrellevado más de seis horas a oscuras.

“Siento impotencia y desesperación, porque no puedo hacer nada, y también resignación, porque sabemos que volverá a ocurrir”, resume Jordi Ruiz, uno de los perjudicados. En ocasiones, él y su mujer se han trasladado a casas de familiares y conocidos para tratar de que las averías habituales no les arruinen la rutina. Su esposa tuvo este viernes que ir al domicilio de sus padres para teletrabajar. “No puedo entender que, en el primer mundo y pagando religiosamente, la instalación pete cuando caen cuatro gotas. Sucede demasiado a menudo y casi siempre estamos más de 24 horas sin luz”, se queja.

La zanja abierta en el punto donde se originaron los últimos apagones, junto a un cartel, en la Guineueta.

La zanja abierta en el punto donde se originaron los últimos apagones, junto a un cartel, en la Guineueta. / MARC ASENSIO CLUPÉS

Punto negro

Sea un metro más arriba o más abajo, el destrozo siempre se produce en el mismo trecho del pasaje Valldaura, repleto de señales donde la calle se ha perforado para restablecer la corriente. Fuentes de Endesa responden que el problema está “identificadísimo”. Localizan el problema en el subsuelo, “muy agresivo porque se humedece mucho cuando llueve y perjudica al cable, que está picado por diferentes puntos”, describen. 

La compañía afirma que ha solicitado una licencia de obras al ayuntamiento para sustituir el cableado. “Estamos pendientes de que nos den el permiso”, asegura.

Por ahora, los apaños tras cada corte no han acabado con una molestia cíclica desde hace años y que resurge sobre todo si diluvia. Endesa apunta que el inconveniente puede radicar en que el pavimento presente “grietas o poros, que filtran el agua cuando llueve”.

Martín Rosales, en su piso de la Guineueta, en Barcelona.

Martín Rosales, en su piso de la Guineueta, en Barcelona. / MARC ASENSIO CLUPÉS

A hombros

Martín Rosales y su mujer, Nathalie, viven en Fabra i Puig desde noviembre. Él se desplaza en silla de ruedas. Uno de los últimos apagones lo pilló en la calle. “Llovía fuerte, estaba empapado y, al llegar a casa, el ascensor no funcionaba… Mi suegro, que está cerca de cumplir los 60 años, me tuvo que cargar encima y subirme por la escalera mientras un vecino nos alumbraba”, narra Martín. 

“Durante la mudanza, ya nos encontramos que no había luz, y en diciembre también se fue varias horas”, completa Nathalie. La incomodidad coarta la autonomía de Martín: “Si para una persona con movilidad ya resulta duro, para mí es aún más difícil. Me gusta salir y ayudar a mi esposa, pero estos días han sido complicados”.

Igual que le pasó a Martín, ancianos y otros vecinos con movilidad reducida se han visto forzados a enclaustrarse a la espera de que el ascensor recobrase la corriente. Anna acudió al bloque el pasado fin de semana para hacerse cargo de su madre, que reside en la séptima planta de una de las fincas damnificadas: “No podía subir y bajar siete pisos y, además, usa una máquina de oxígeno para dormir, que debe enchufarse. Cuando hay corte, no le queda otra que no usarla”.

Emma, la portera de las escaleras afectadas por los apagones frecuentes en la Guineueta, en Barcelona.

Emma, la portera de las escaleras afectadas por los apagones frecuentes en la Guineueta, en Barcelona. / MARC ASENSIO CLUPÉS

Emma es la portera de ambas escaleras. Vive en un piso del edificio en el que cuida de sus padres, que padecen párkinson. “El fin de semana pasado, pedí que no se pusieran malos, porque no podrían bajar hasta la ambulancia… No podía dejarlos solos con linternas y velas, así que me quedé en todo momento con ellos”, cuenta.

Disgusto a flor de piel

Los últimos episodios han atizado el descontento en el inmueble. “Esta vez ha sido el segundo apagón en que he tenido que tirar comida: es un coste que no sabemos cómo demostrarlo para que nos lo compensen”, protesta Santos. “Tengo que subir ocho pisos si no hay luz y padezco de problemas de corazón, nadie tiene empatía con la gente mayor de estas fincas”, reprocha Guillermo Maestre. 

Guillermo Maestre señala desde el balcón el lugar donde se oyó una explosión que afectó a la instalación eléctrica el pasado fin de semana.

Guillermo Maestre señala desde el balcón el lugar donde se oyó una explosión que afectó a la instalación eléctrica el pasado fin de semana. / MARC ASENSIO CLUPÉS

“Cuando hay corte, los vecinos nos acumulamos en la cafetería para cargar el móvil. Es agotador por la reiteración”, atestigua Raquel. “Tengo un hijo con autismo, de 5 años, y lo pasa muy mal cada vez que no hay luz”, admite Gloria Mera. “Cuando hay un episodio grande de lluvia, nos echamos a temblar”, reconoce Aquilino Durán.  

Algunos negocios también han trampeado a oscuras, como el quiosco de Marc. “Hemos vuelto a trabajar a la vieja usanza. Suerte que los datáfonos tenían batería”, resopla. En contraste, el bar Mejía se ha zafado en esta ocasión. “Pero una vez estuvimos 30 horas sin luz. Faltan dedos para contar todos los apagones que hemos tenido”, confiesa David.

David, en el bar Mejía, en la Guineueta.

David, en el bar Mejía, en la Guineueta. / MARC ASENSIO CLUPÉS

Reclamaciones en marcha

Alguno de los vecinos ha presentado queja al Síndic de Gregues. Aparte, piensan reclamar ante el ayuntamiento y la Generalitat. Los residentes viven de alquiler en el inmueble, que pertenece a un solo dueño. Algunos inquilinos plantean que la propiedad debería interceder. Creen que sería lo más efectivo.

Marc, en su quiosco en la Guineueta, afectado por los últimos apagones en el barrio.

Marc, en su quiosco en la Guineueta, afectado por los últimos apagones en el barrio. / MARC ASENSIO CLUPÉS

El distrito de Nou Barris sostiene que ha solicitado a Endesa información sobre los contratiempos “para que los solucione lo más pronto posible y no vuelva a pasar”. No precisa cuándo formuló la petición. Los entrevistados explican que una explosión sacudió la instalación eléctrica el sábado pasado y los Bomberos han intervenido este viernes.

Endesa comenta que ha redactado un estudio técnico para suplir el cable por un tendido de 138 metros de longitud y una nueva interconexión. Debería bastar para solucionar el engorro. La compañía añade que el cambio se efectuará “lo más pronto posible”, cuando disponga de permiso municipal y “se puedan planificar las obras”. En esencia, es la solución que los electricistas manifiestan desde hace meses a los vecinos que se requiere para dejar de poner parches.