Especie exótica
Las ciudades del Besòs llaman a retirar las cañas invasoras para reducir el riesgo de inundaciones
Las administraciones encargadas de gestionar el cauce admiten los problemas que conlleva que la planta prolifere, pero advierten de las dificultades para eliminarla y del peligro que supondría arrancarla sin sustituirla por vegetación autóctona
Sant Adrià creará un parque junto al Besòs con árboles que consumen poca agua

Las cañas invasoras, al paso del último tramo del río Besòs antes de desembocar en el mar. / FERRAN NADEU


Jordi Ribalaygue
Jordi RibalayguePeriodista
Periodista especializado en información local de Barcelona y el área metropolitana. Ha trabajado en El Mundo, EFE, Público, Ara, Tot Barcelona y medios locales de Sant Adrià de Besòs y Badalona. Ha colaborado en la redacción del libro 'Objectiu Venus', sobre el barrio de La Mina.
Las lluvias de este fin de semana llegaron a multiplicar por 60 el caudal del río Besòs. El parque fluvial, en el tramo final que va de Montcada i Reixac a Sant Adrià, se anegó al desbordarse el cauce y obligó a cerrar uno de los paseos más concurridos del área metropolitana de Barcelona, exponente de la recuperación del río. La regeneración no solo ha creado un espacio de recreo sino que ha revivificado la fauna y la flora junto al Besòs, en la que también han arraigado plantas invasoras, como las cañas. Los ayuntamientos del tramo final del río tratan de recortarle espacio y piden medidas para combatirla, incluida la sustitución por vegetación autóctona, mejor adaptada al terreno y los contratiempos.

La orilla de la playa del Litoral Sant Adrià -recién reabierta tras casi cuatro años de clausura por contaminación en la arena- quedó repleta de cañas mezcladas con basura este domingo, empujadas por la crecida del río. También se amontonaron en pequeños cúmulos bajo algunos puentes y se enredaron en el mobiliario con el que topó al paso del agua que bajaba con fuerza hacia el mar. Se trata de restos de caña común, también conocida como caña americana o, en latín, ‘Arundo donax’, una especie exótica que abunda en la margen del río, también en su parque urbano.
Su expansión, extendida por muchos cauces, se debe a que “ha encontrado condiciones muy favorables, al no tener un depredador”, señala Begoña Martínez, jefa del área de ecología del Consorcio Besòs Tordera. “Es un círculo vicioso: se reproduce más cuanto más crece y más desplaza a otras especies”, avisa.

EFE
Según un documento reciente del AMB, las cañas invasoras consumen hasta 20 veces más agua que las plantas autóctonas. Además, comportan riesgo de erosión del suelo, plagas e incendios y encarecen costes de mantenimiento. “Las cañas no dejan pasar la luz e impiden el crecimiento sin hacer una sombra efectiva, por lo que el agua del río se calienta demasiado y puede que no haya oxígeno ni peces”, ilustra Martínez.
Añade que pueden suponer un peligro en caso de descender una gran avenida de agua. “Es el enemigo número uno en las inundaciones", asegura. "Tienen una flexibilidad muy pequeña, se rompen rápidamente y se arrastran agua abajo. Si encuentran una pasarela, un vado o un puente, pueden llegar a colapsarse. Si el agua no pasa hacia adelante, lo hará hacia los lados y la zona se irá inundando”, previene.

Cañaverales de gran altura en el parque fluvial del Besòs, a su paso por Sant Adrià. / FERRAN NADEU
Potencial dañino
El Ayuntamiento de Sant Adrià ha advertido al Consorcio del Besòs y la Diputación de Barcelona del potencial dañino que detecta en los cañaverales que han brotado en el cauce. “Hemos tenido muchas conversaciones en que hemos expresado que es necesaria una actuación de eliminación de estas cañas en el río”, explica el teniente de alcalde de Territorio, José A. Gras.
Algunos estudios observan que el penúltimo puente antes de que el Besòs alcance la costa, por donde cruzan los Rodalies, es tan bajo que podría agravar una inundación. Su talla escasa amenaza con causar un ‘efecto tapón’ si los escombros se acumulan y desparramar el agua que no se desagüe en el mar. Sant Adrià pide a Adif que eleve el viaducto y piensa reclamar que se arranquen cañas en la desembocadura y justo antes de llegar al último trecho protegido, donde la planta rebosa.

El río Besòs, inundado / Sonia González
La Diputación delimita que desbroza la zona ajardinada del parque del río “de forma sistemática”. La Agència Catalana de l'Aigua (ACA) precisa que las actuaciones en el lecho en zona urbana competen a los ayuntamientos, que pueden acogerse a la ayudas de financiación que ofrece. Contesta que no le corresponden las labores de conservación en el último recorrido del río, porque confronta con zonas urbanizadas a ambos lados.

Un puente sobre el Besòs amenaza con inundar el entorno de las Tres Xemeneies en caso de riada / ELISENDA PONS / ANTONIO PONS
La jefa del servicio de gestión de parques naturales de la Diputación, Juana Barber, considera que los proyectos para eliminar las cañas son “necesarios”. No obstante, responde que el organismo no cuenta con uno a gran escala. “No podemos actuar solos sin las administraciones competentes, el ACA y los municipios”, aduce. Apostilla que los planes “deben estar muy bien planificados” y ser de “muy larga duración” para que sean efectivos: “Estamos hablando de más de cinco años en la mayor parte de casos, ya que se debe hacer la siega de la especie invasora cada año y favorecer el crecimiento de las autóctonas”.
Naturaleza alterada
Pero, ¿cómo la caña se ha extendido con tanta facilidad? "Pasó de ser una planta útil a una especie invasora", reflexiona Joan Pino, ecólogo especialista en especies exóticas y director del CREAF (Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales). "Cuando se plantó, existía un negocio detrás de la caña, se utilizaba para sostener plantas hortícolas y para construir tejados", expone. El problema es que también se arrancaba vegetación autóctona y el proceso iba en paralelo a la degradación de los bosques de ribera. "El Besòs es un claro ejemplo de lugar en el que hemos alterado el medio natural", considera el científico. Y esto, según su punto de vista, ha dado vía libre a especies generalistas y adaptables como la caña.
Gras puntualiza que no se trata de despejar toda la margen. “Sería un error, la vegetación de ribera sirve para rebajar la velocidad del agua y filtrarla”, destaca. “Ahora bien, las cañas pueden provocar un embudo, especialmente en el puente del ferrocarril en caso de riada. Aparte de otros problemas, es una razón para extinguirla”, esgrime el concejal.
La Diputación avisa que los planes contra plantas invasoras deben ser de "muy larga duración" y calcula que se necesitan más de cinco años para erradicarlas
“En caso de riadas, se producen roturas de cañas y pueden suponer un riesgo, también por eso se trabaja en su retirada y sustitución”, expresa el servicio de medio ambiente del Ayuntamiento de Santa Coloma. El consistorio también hace peticiones a instancias superiores para despejar la maleza en tramos concretos. “La presencia de caña en nuestra ciudad es excesiva, pero la retirada se debe hacer de forma escalonada”, matiza. “Tenemos un déficit evidente de estructuras vegetales para la fauna, que tiene un estrato arbustivo y árboreo más pobre de lo que correspondería y la caña cubre en parte esa función”, alega.
Complejo y caro
Los ayuntamientos advierten de la complejidad y el alto coste para acabar con la caña, así como del efecto contraproducente de eliminarlas sin suplirlas por vegetación propia. “Cualquier especie invasora es un problema ambiental pero, pese a esto, su presencia hace una función de refugio, lo que favorece la presencia de fauna”, subraya Dámaris Sánchez, concejala de Medio Ambiente de Montcada. Pide una correcta gestión de los residuos de las podas en cañaverales “para no trasladar el problema aguas abajo” y “un programa de mantenimiento para garantizar la eficacia de la actuación a lo largo del tiempo”.

Acumulación de cañas en el tramo final del río Besòs. / FERRAN NADEU
A su vez, Sánchez subraya que la erradicación de la caña americana “debe plantearse en un ámbito de actuación mucho más amplio al del parque fluvial”. Aboga por extenderla al conjunto de la cuenca del Besòs, por lo que pide que la ACA se implique “de manera activa”. La ACA programa acciones de mantenimento en un afluente del Besòs, el Mogent, a la altura de La Roca, Llinars y Vilanova del Vallès.
“Se tiene que actuar en toda la longitud del río, aunque sea de forma secuencial”, coincide Gras. “Una retirada masiva sería inabordable desde el punto de vista económico y, aún más importante, técnico, ya que los impactos sobre el medio y la biodiversidad serían demasiado altos”, alerta Santa Coloma. “Sin medidas adicionales, el espacio volvería a ser colonizado en un muy corto espacio de tiempo, porque rebrotaría alguna raíz o se arrastrarían rizomas de otras zonas de la cuenca en lluvias fuertes”, agrega. “Siempre se ha de erradicar de arriba a abajo: si en la desembocadura se hace muy bien pero no se hace nada en los municipios de la cabecera, la caña volverá”, aclara Martínez.
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