Descubrimiento inesperado
Las obras de la Via Laietana destapan los restos de cinco casas medievales de Barcelona
La repavimentación de la calle Fusteria hace aflorar restos en el subsuelo que dan nuevas pistas sobre cómo evolucionó la construcción en la ciudad desde el siglo XIV y hasta principios del siglo XX
El reconocimiento de la comisaría de Via Laietana como lugar de memoria se limitará a una placa

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Jordi Ribalaygue
Jordi RibalayguePeriodista
Periodista especializado en información local de Barcelona y el área metropolitana. Ha trabajado en El Mundo, EFE, Público, Ara, Tot Barcelona y medios locales de Sant Adrià de Besòs y Badalona. Ha colaborado en la redacción del libro 'Objectiu Venus', sobre el barrio de La Mina.
Un hallazgo inesperado durante las obras de remodelación de la Via Laietana ha permitido descubrir las ruinas de cinco antiguas casas de origen medieval bajo la calzada de la calle Fusteria, junto a la sede histórica de Correos en Barcelona. Las exploraciones aún son iniciales, pero los vestigios cobran relevancia porque dan idea de cómo mudó la construcción en ese tramo de la ciudad próximo al puerto entre el siglo XIV y hasta 1909, cuando se produjeron los derribos para abrir la gran avenida que conecta la plaza Urquinaona con los muelles.
“Es como el Born de la calle Fusteria", compara Toni Fernández, el arqueólogo que dirige las prospecciones. "Son de la misma cronología y encontramos el mismo tipo de pavimento, estructuras y pozos, pero los restos en el Born se detienen en el siglo XVIII mientras que aquí vemos cómo evolucionó hasta los derribos del siglo XX”, diferencia. Además, se están examinando los sótanos que se han conservado de dos de los hogares. "Eso no lo tenemos en el Born", aprecia el jefe de las excavaciones.

Vista de las exploraciones arqueológicas en la calle Fusteria, donde se han hallado restos de casas medievales de Barcelona. / JORDI OTIX
Las exploraciones arrancaron hace mes y medio en ese tramo bajo del Gòtic, un lugar goloso para quienes se dedican a desenterrar el pasado oculto de la urbe. Desde que la rehabilitación de la Via Laietana comenzó en 2023, ya han aflorado ruinas del antiguo convento de Sant Sebastià y de la desaparecida fuente del Àngel, un monumental surtidor medieval en las inmediaciones de la zanja de 239 metros cuadrados que se seguirá sondeando durante las próximas semanas. Es el yacimiento de mayor tamaño en que los arqueólogos se zambullen desde que se inició la reforma de la avenida y su entorno.

Arqueólogos en la zanja abierta en la calle Fusteria donde se han hallado restos de casas medievales de Barcelona. / JORDI OTIX
Un santo en el suelo
Pese a que los resultados han acabado desmintiendo al escepticismo, no había esperanzas de dar con ningún tipo de resto de relevancia antes de repavimentar la calle Fusteria. De hecho, no se halló nada al cavar en la acera hace un año por unas obras de las cañerías de agua. Las bajas expectativas de toparse con bienes históricos llevó a asignar solo dos arqueólogos para cubrir las labores ordinarias. Ahora, en cambio, hay seis trabajadores destinados a peinar el subsuelo, del que se espera que surjan más despojos.
Por ahora, han emergido unas pocas monedas de escaso valor de los siglos XVII y XVIII y algunos enseres, como un cuchillo que brotó este martes, además de cerámicas y piezas decorativas, metales, huesos de animales y vidrio. También han aparecido unas bóvedas, baldosas del siglo XIV, pozos, depósitos y canalizaciones de saneamiento de época medieval y posterior.

El mosaico de San Antonio de Padua localizado en las excavaciones de la calle Fusteria, en Barcelona. / JORDI OTIX
"A medida que avancemos, se irán encontrando más cosas", confía Fernández. A su vez, expresa que parte de los vestigios “se destruyeron cuando se construyó el edificio de Correos”. Sin embargo, al inspeccionar las labores de apertura de la calzada, las previsiones dieron un giro al despuntar una baldosa policromada. "Se le podría decir que 'contigo empezó todo'", bromea el arqueólogo. Una vez retirada la tierra, se descubrió que la losa formaba parte de un mosaico completo de cerámica con una imagen de San Antonio de Padua. Está muy bien conservado y se piensa que es del siglo XVIII. Se ubica al pie de lo que fue la entrada de una de las viviendas identificadas y será extraído del lugar.
A los arqueólogos les ha llamado la atención que el plafón se ubique en el suelo, algo infrecuente. “Es curioso porque solían engancharse en la pared, no es nada habitual que esté en el pavimento y que la imagen pudiera ser pisada", cuenta Fernández. Admite que se preguntaron al principio si quizá los azulejos se habrían desprendido de un muro. "Pero no, se hizo así expresamente”, responde.

Excavaciones en la calle Fusteria, junto a la Via Laietana, donde se han hallado restos de casas medievales de Barcelona. / JORDI OTIX
El equipo de investigadores aún no tiene claro si la imagen religiosa puede ser indicio de que el domicilio fuera un taller dedicado a un oficio que se consagrara a la protección de San Antonio de Padua. “Es el patrón de los obreros y, cuando lo encontramos, los trabajadores de la obra se pusieron muy contentos y tomaron fotos”, cuenta Fernández.
El primer museo
Si bien son de origen medieval, el rastro de las plantas bajas de las viviendas que ha visto la luz corresponde a edificaciones que abarcan varios siglos. Los despojos más antiguos corresponden a un muro de fachada original del siglo XIV. "Las construcciones se derribaron posteriormente, no sabemos si en el siglo XVII o XVIII, y se volvieron a levantar. Y la que hace esquina con la calle Ample, se demolió en el siglo XIX y se construyó de nuevo", ilustra Fernández.
El arqueólogo describe que las casas eran "muy pequeñas". Se estima que una de ellas medía unos 26 metros cuadrados. Añade que no debían ser muy altas, "de planta baja más tres", calcula, y separadas por una calzada angosta, de unos cuatro metros de anchura. "Era más estrecha que la actual, más del tipo de una calle oscura de Ciutat Vella", equipara.

Unos peatones observan las exploraciones arqueológicas en la calle Fusteria, en Barcelona. / JORDI OTIX
El equipo todavía está perforando para despejar si había hornos u otras estancias que den pistas sobre el uso de las plantas subterráneas. "A medida que bajemos, descubriremos más", pronostica Fernández. Sí se sabe que en ese tramo abrió uno de los primeros museos conocidos en España. "Fue durante los siglos XVII y XVIII, sus propietarios eran boticarios y disponían de restos arqueológicos, pero no hemos localizado nada de la colección y la casa que hemos encontrado donde se hallaba es del siglo XIX", aclara el jefe de las exploraciones.
Los vestigios han quedado destapados y son visibles por ahora a pie de calle. En cualquier caso, volverán a cubrirse una vez que las prospecciones concluyan, se hayan documentado las ruinas y se retiren los enseres.
Los investigadores están convencidos de que los rastros del pasado de Barcelona se extienden bajo tierra por el contorno. De hecho, se escrutará también en el subsuelo de la calle Àngel J. Baixeras, detrás del edificio de Correos. "Ya se hicieron unas obras de cableado y se encontraron restos", apunta Fernández.
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