Patrimonio

Vecinos de Barcelona piden parar el derribo de una finca modernista en la Font d’en Fargues

Una plataforma se opone a la construcción de una residencia "de lujo" en la finca de La Selva y el ayuntamiento explica que la aprobación del plan se ha suspendido para consensuar una solución

Protesta ante el geriátrico obligado a cerrar en el Eixample: "Aún no sé dónde me van a llevar"

El edificio de la finca de La Selva, en la Font d'en Fargues, en Barcelona.

El edificio de la finca de La Selva, en la Font d'en Fargues, en Barcelona. / PLATAFORMA SALVEM EL PATRIMONI, SALVEM LA SELVA

Jordi Ribalaygue

Jordi Ribalaygue

Barcelona
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Entidades vecinales del barrio de Font d’en Fargues, en el distrito de Horta-Guinardó, han reclamado este jueves que el Ayuntamiento de Barcelona detenga el proyecto para construir una residencia que han calificado “de lujo” en la finca de principios del siglo XX situada en el número 2 de la calle Camil Oliveres, conocida popularmente como La Selva. La plataforma Salvem el patrimoni, Salvem La Selva ha presentado alegaciones contra el plan especial para tratar que el geriátrico no se edifique.

De desoírse la petición, la entidad no descarta recurrir a la vía judicial para abortar el proyecto, que alerta que conllevará que se malogre el gran jardín monumental del recinto, de una hectárea de superficie, y se derribe una casa con decoración modernista. El gobierno del alcalde Jaume Collboni responde que la aprobación definitiva de la reforma se ha suspendido a petición del promotor del plan, de iniciativa privada, "para poder llegar a una solución de consenso sobre la apertura del jardín para que los vecinos puedan acceder", afirma.

La red vecinal advierte que la finca posee valor patrimonial y, además, forma parte de la identidad de la zona. “Este edificio estaría protegido si estuviera en el Eixample”, sostiene Dolors Canuda, miembro del grupo de estudios El Pou, integrado en la plataforma. “Hay una gran desigualdad entre cómo se trata el patrimonio en el centro de Barcelona y en los barrios periféricos, donde la construcción no se acaba y así se los densifica y se ocupan espacios libres, lo que es injusto”, ha lamentado.

Las entidades comentan que, pese a su singularidad y la relevancia que le otorgan, La Selva no figura en el catálogo municipal de inmuebles a salvaguardar. “Es un conjunto de valor arqueológico, histórico y arquitectónico, así como un testimonio del modernismo en Barcelona, cuya recuperación sería de gran importancia para la ciudad”, postula Canuda. “Barcelona tiene que preservar su patrimonio, no solo el del centro, también el de sus barrios”, remacha Imma Faba, miembro de la Asociación de Vecinos de Font d’en Fargues.

Por su parte, el gobierno municipal se manifiesta partidario de alcanzar una "solución de consenso que permita hacer compatible aquello que defiende cada parte". "Ese punto medio sería una buena solución, porque permitiría a los vecinos acceder al jardín sin comprometer el futuro de la residencia", observa el consisistorio. El ejecutivo local destaca que el geriátrico contará con plazas concertadas y que "es un equipamiento necesario para el distrito". La plataforma contraria opone que el entorno está repleto de residencias: contabiliza 40 en Horta-Guinardó y nueve en la Font d'en Fargues.  

Vista aérea de la finca de La Selva, en la Font d'en Fargues, en Barcelona.

Vista aérea de la finca de La Selva, en la Font d'en Fargues, en Barcelona. / PLATAFORMA SALVEM EL PATRIMONI, SALVEM LA SELVA

Goteo de casos

Entidades integradas en el colectivo que aboga por preservar La Selva reclaman desde hace años un plan urbanístico de protección patrimonial de Font d’en Fargues, un tramo empinado de Horta-Guinardó, donde perduran casas de planta baja con jardín. “Mientras tanto, la especulación va devorando sin miramientos una casa tras otra del barrio y los jardines se convierten en garajes y zonas de acceso a los edificios”, se queja Fèlix González, portavoz de Salvem el patrimoni, Salvem La Selva, que achaca “insensibilidad” al distrito de Horta-Guinardó. “Ya se perdieron la Casa Aimerich y la Casa de los Periodistes, esta semana se ha empezado a derruir la escuela Graziel·la para ampliar una escuela privada y le puede pasar lo mismo a La Selva -desgrana González-. Si estuvieran protegidas urbanísticamente, no nos encontraríamos en esta situación por desidia municipal”.

La plataforma propone que, en vez de una residencia que describe de alto ‘standing’, La Selva “se transforme en un equipamiento y los jardines se abran como un espacio público, para proteger y salvar el verde existente”, plantea González. Canuda afirma que al proyecto del geriátrico “no le importa nada la identidad del barrio ni eliminar su historia”. 

“Su único interés es el de un proyecto privado con buenas perspectivas de negocio”, afea. “Quieren construir una residencia geriátrica cuando el barrio ya está lleno, sin justificar la necesidad -critica-. La sobredotación de plazas residenciales que tenemos no es diferente a los motivos por los que se amplía la apertura de restaurantes y negocios en el centro de la ciudad, por interés de unos pocos y no por interés general”.

194 árboles

Faba subraya que el jardín de La Selva suma 194 árboles. “Esa masa forestal es el 2% del terreno del barrio, un pulmón verde indispensable para un entorno densamente poblado, donde no existen zonas verdes próximas y accesibles”, alega. Lo define como “un refugio climático natural”, de “unas dimensiones que no existen en Barcelona”.

La finca de La Selva está ocupada desde hace unos tres años. Las entidades han explicado que dentro viven jóvenes sin recursos que conviven con el barrio sin generar problemas y mantienen abierto el espacio. Se cultivan huertos, se organizan eventos y hallan cobijo otras actividades comunitarias. Además, se ha convertido en una zona habitual de paseo. 

No tenemos zonas de recreo en el entorno para los menores, sino que hemos de desplazarnos un mínimo de 600 metros con un fuerte desnivel e, incluso, cambiar de barrio para encontrar un lugar adecuado”, ha comentado Albert Martín, portavoz de las asociaciones de familias de alumnos de los dos centros educativos del barrio. Teme que la instalación de la residencia comporte más tráfico que se desplace al barrio, así como un aumento de la contaminación y el ruido. “Si La Selva se abriera, parte de él podría ser un buen espacio para que nuestros hijos jueguen y se relacionen entre ellos”, sugiere Martín.