Crisis habitacional
Los vecinos del área de Barcelona alquilados gastan unos 700 euros anuales más en vivienda que los hipotecados
Un estudio del Observatori Metropolità de l'Habitatge expone cómo la vivienda ha escalado como origen de cada vez más desigualdades
CONTEXTO | Crece la demanda de vivienda en Catalunya: ya hay más de un millón de personas que buscan piso

Un hombre mira en el escaparate de una inmobiliaria las ofertas de pisos y casas en venta y alquiler. / Andrés Cruz


Àlex Rebollo
Àlex RebolloPeriodista
Hasta el año 2020 los vecinos de la Barcelona metropolitana con hipoteca eran los que más pagaban por vivienda. Desde el año 2021, sin embargo, son los hogares que viven de alquiler a precio de mercado los que asumen un coste más elevado por la vivienda. Con datos del año 2023, un informe publicado recientemente por el Observatori Metropolità de l’Habitatge (O-HB) constata cómo los inquilinos del área metropolitana de Barcelona gastan 675 euros más de media al año (12.256,6 euros por arrendatario) en materia de vivienda —aquí se incluyen otros gastos como suministros, seguros o comunidad— que quienes pagan hipoteca (11.581,5 euros por propietario). La diferencia asciende a los 722 euros anuales de brecha en Barcelona ciudad.
Carles Donat, codirector del O-HB, remarca que desde el Observatori han visto cómo, en los últimos 23 años —entre el 2000 y el 2023—, los ingresos de los hogares han aumentado de forma mucho más lenta que los precios medios de la vivienda. Donat señala que en las compraventas, esta separación, que también es “muy grande”, se ve “ligeramente amortiguada” por las condiciones de financiación de las hipoteca. Por ejemplo, la relación entre el préstamo hipotecario y su valor o la duración de los créditos.
En el caso del alquiler, al no intervenir estas condiciones de financiación, toda la distancia que se crea entre los ingresos de los hogares y el precio medio de los arrendamientos"se traslada hacia el esfuerzo de acceso a la vivienda de estos hogares". Donat destaca que estos datos analizan la evolución hasta 2023, es decir, antes de que se empezara a aplicar la regulación de los alquileres que limita las subidas en zonas tensionadas.
El codirector recuerda que el precio medio de los alquileres se ha estabilizado, a la vez que el salario mínimo ha aumentado en los últimos años. Una combinación que ha permitido una “pequeña mejora”, dado que los hogares con menos ingresos han visto aumentar su capacidad adquisitiva. Pese a esa “ligero” avance, Donat advierte también de que este cambio de tendencia “no es suficiente” porque “el esfuerzo que hacemos en incrementar el salario mínimo interprofesional se tendría que ver reflejado de una forma más significativa, no ligeramente”.
En esta línea, Donat describe esta problemática como un “reto social para el conjunto del sistema de bienestar”. Y remarca como, en la actualidad, los mecanismos de redistribución terminan absorbidos por la vivienda: “Todo el gasto público que hacemos en el sistema de bienestar lo chupa la vivienda. Y esto es insostenible a medio y largo plazo”.
Las dificultades de acceder a una vivienda
Más allá de los costes, el estudio del O-HB también ahonda en las posibilidades de acceso y cambio de vivienda. En el caso de la vivienda en propiedad, destaca que un 85% de los vecinos de Barcelona ciudad que viven de alquiler no pueden adquirir un piso de obra nueva. Dicho de otro modo, apenas uno de cada diez inquilinos con un arrendamiento de mercado puede comprarse una vivienda de nueva construcción. Todo ello, de nuevo, con datos de 2023.
Entre las casas de segunda mano tampoco hay una gran mejora estadística, dado que el 72,7% de los inquilinos de la capital catalana tampoco pueden acceder a una compra de estas características. En estos casos, Donat explica cómo desde el O-HB detectan que el problema no está en las cuotas —o, al menos, no solo—, sino que hay hogares que actualmente viven de alquiler y que podrían pagar las cuotas hipotecarias, pero que tienen problemas para ahorrar.
Las dificultades, no obstante, no solo residen en la compra. En los hogares con inquilinos que no tienen otro piso en propiedad, los datos obtenidos indican que un 45% de estos quedan excluidos de la posibilidad de acceder a otra vivienda de alquiler de precio medio en el ámbito metropolitano. Este porcentaje sube hasta el 51,5% en el conjunto del área metropolitana de Barcelona —en relación con la posibilidad de acceder a la misma metrópolis— y hasta el 63,8% en Barcelona ciudad —con búsqueda en la misma ciudad de Barcelona—.
El informe expone que la voluntad de alargar temporalmente los actuales contratos de alquiler “es un escenario razonable por motivos económicos”, aunque los inquilinos en cuestión ya se encuentren en una situación de sobrecarga —es decir, que destinen a los pagos de la vivienda un porcentaje de sus ingresos mayor al 40% de estos—, ya que “el escenario de desplazarse a otra vivienda dentro de los mismos ámbitos territoriales sería de media más costoso”.
Una encuesta reciente del Observatori, de hecho, ya reflejaba cómo había aumentadolos últimos años el tiempo que los vecinos tanto de Barcelona, su metrópolis y Catalunya destinaban a buscar una vivienda. Condicionado, entre otros motivos, por la falta de oferta, de alquileres asequibles y unos precios que se han disparado en los últimos años.
Tasa de pobreza disparada
Además, el estudio ahonda también en como el pago de la vivienda y, sobre todo, el alquiler dispara la tasa de pobreza entre los vecinos de la metrópolis de Barcelona. Los datos permiten ver que “la vivienda cada vez más es un elemento que genera pobreza. Cada vez es un factor más determinante, sino el primero en la generación de desigualdades”, dice Donat.
La tasa de riesgo de pobreza después del pago de la vivienda se situó en el 25,5% del conjunto del ámbito metropolitano para 2023, lo que significa seis puntos porcentuales más que la tasa de pobreza convencional. “En Barcelona ciudad, la tasa sube hasta el 29,8%, con una diferencia de casi ocho puntos respecto a la tasa convencional de pobreza”, reza el texto.
De nuevo, las diferencias entre hogares según régimen de tenencia son pronunciadas. Por ejemplo, la tasa de pobreza entre los hogares con inquilinos a precio de mercado fue del 50,1%, lo que significa un incremento de más de 14 puntos respecto a la tasa de pobreza sin tener en cuenta el pago de vivienda.
“Por lo general, se puede afirmar que la tasa convencional de pobreza subestima el número de personas que disponen de unos ingresos relativamente bajos para satisfacer las necesidades vitales diferentes de vivienda. Esto puede deberse a que, como se ha observado anteriormente, son también normalmente los hogares con rentas más bajas los que proporcionalmente realizan un esfuerzo más importante para pagar la vivienda con relación a su renta neta disponible”, concluye el informe.
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