Entrevista
Víctor Baldoví, proyeccionista: "¡Baronesa Thyssen, guarde un espacio en su museo para la historia del cine Comedia!"
“Menos el incendio, Cinema Paradiso es el documental de mi vida”, dice el exempleado, que explica que ya no va al cine
Los Cines Comedia acogerán el nuevo museo de la baronesa Thyssen
Cierra el Comedia, la última sala de lo que fue la arteria cinematográfica de Barcelona

Víctor Baldoví, frente a la entrada que el cine Comedia tenía en Gran Via, el pasado lunes. / Elisenda Pons


Toni Sust
Toni SustPeriodista
Escribo sobre Barcelona desde 2016. Antes lo hice sobre Política social (2011-2016) y sobre Política catalana y española (2001-2011).
Profesor asociado de Periodismo en la UPF.
Víctor Baldoví (Barcelona, 1977) es un pozo de historias. Portero del cine Comedia a partir de 1997, y en seguida convertido en proyeccionista, fue el hombre más feliz del mundo con su trabajo hasta que llegó la digitalización. Agradece su labor a la familia que llevó el cine hasta 2017, los Padró, y a Yelmo, que siguió hasta el cierre definitivo, en 2024. Y pide que el museo Thyssen que se esta proyectando en el espacio dedique una parte a recordar su pasado (para lo que recoge firmas). También es escritor y, ahora, guía de la Pedrera. Ha estudiado guión de largometrajes en el ECIB y de guion de series en el ESCAC. Tiene un blog sobre curiosidades de la segunda guerra mundial.
En 1995 acabé el bachillerato. En 1996 hice el COU pero solo aprobé inglés. Y en 1997 entré a trabajar en el Comedia como portero. De la mano de mi suegro, que era el gerente del cine.
Era usted ya un gran amante del cine.
Sí. Yo sufrí bullying. Siempre. No tenía amigos y mi vía de escape era ir al cine. En lugar de quedarme en casa llorando, me iba al cine y vivía otras vidas.
¿A qué cine iba?
Al Waldorf y al Palacio Balañá. Vivíamos en la avenida Mistral, mi madre era portera, mi padre buscaba trabajo. Mi padre había sido gerente de La meca de los pantalones, en Pelai, y le dijeron que abrían en Andalucía y que él sería el encargado. Nos fuimos para allá, a Huelva. Si en Barcelona era el niño gordito, allí, gordito y catalán. Doble bullying. La tienda cerró y volvimos con lo que pudimos cargar. Llegué a medio curso a Santa Coloma. Más bullying. Luego mi madre encontró el trabajo de portera y vinimos a Barcelona. Mi padre alquilaba muchas películas, y yo las veía en casa o iba al cine. También leía mucho. Mi sueño era convertirme en escritor o director de cine. Cada viernes estaba el primero en la cola y pensaba lo guay que sería trabajar en un cine. Y años después conseguí ser proyeccionista.
"Yo sufrí bullying. Siempre. No tenía amigos y mi vía de escape era ir al cine. En lugar de quedarme en casa llorando, me iba al cine y vivía otras vidas"
¿Qué hacía como portero?
Cortar entradas, básicamente. Pase por aquí, vaya a la sala de arriba. En dos meses, me propusieron convertirme en proyeccionista. No fui a ninguna escuela: en una semana me enseñaron el trabajo allí mismo. Era una máquina de 35 milímetros. Porque en realidad aprendes con los problemas del día a día. Se puede romper la correa, romperse la película y quemarse, como en las películas, el fuego que se va extendiendo.
Como en Cinema Paradiso. ¿Su trabajo era similar al del personaje de la película italiana?
Es el mismo. Vi Cinema Paradiso hace solo tres años, me negaba a verla, quería verla cuando me jubilara. Y cuando la vi, pensé: ‘pero si es un documental de mi vida’. Menos el incendio, todo lo que pasa en la película lo he vivido yo.
Ese trabajo, digamos artesanal: explique lo que hacía.
Los jueves llegaba la película, en varios rollos. Tenías que montarlos en uno solo, hacer el pase de prueba, para comprobar que está bien hecho. Mi primera película fue ‘99.9 La frecuencia del terror’, dirigida por Agustí Virallonga. Estaba acojonado. Tenía fiesta y llamé para preguntar si la había montado bien. Pones la película en el sistema de proyección, en platos. Es como una gran ensaimada de película que pasa por el proyector y pasa al segundo plato. Era como hacer de mecánico. Siempre pendiente, en la cabina. Esto duró hasta 2005, cuando empezó la proyección digital. Para mí fue muy traumático. Pero mantuvieron el sistema de 35 milímetros hasta 2017, cuando nos compró Yelmo. Lo utilizábamos en dos salas: la 2 y la 5. Las máquinas todavía existen y están allí.
Usted tiene una de las máquinas.
Sí. La de la sala 5.
¿Por cuánto la vende?
No la vendo. Es una Victoria 5.
¿Cuánto vale?
Nada, es para coleccionistas. Yo pagué 300 euros. Porque se la quedó un chatarrero, y cuando la desmontaba le dije que por cuánto me la vendía.

Baldoví, frente a la entrada de la esquina con paseo de Gràcia. / Elisenda Pons
Su vida cambió con el digital.
Era un trabajo casi de informático: coger un disco duro, meterlo en la máquina, copiar, pegar, programar y ya está. Cuando los que llevaban más tiempo se iban de vacaciones me ocupaba de la 2 y la 5 y volvía a ser proyeccionista.
¿Cuántos proyeccionistas deben de quedar en Barcelona?
No sé. ¿150? Solo hay que mirar los cines clásicos que han cerrado. Un operador o dos por cine. Y muchos han pasado ya a mejor vida.
"Es un drama que cierre un cine. Es mutilar una parte de la cultura de la ciudad"
Los cines han ido cerrando. ¿Es un drama o la vida sigue y hay que adaptarse?
Es un drama, es un drama que un centro cultural cierre. Que cierre un cine es mutilar una parte de la cultura de la ciudad.
Una persona de 15 años le puede decir que ve las películas en casa tan ricamente.
Pero no es lo mismo. La experiencia del cine, y del cine clásico, que se está perdiendo mucho, no es la misma de las multisalas. Antes proyectábamos películas y también vendíamos palomitas, ahora es al revés. Y ahora vas a ver algo al cine y en dos semanas puedes verlo en tu casa.
Hay cines que hacen un esfuerzo por atraer a gente. Se ven colas en algunos.
Por suerte, aun quedan algunos empresarios que apuestan por el cine, como los del Verdi y los del Phenomena.
¿A qué cines va?
Por desgracia ya no voy al cine. Porque hay mucha mala educación. Es como una maldición que sufro: siempre me toca al lado alguien que me da golpecitos, que está con el móvil, que sale de la sala y entra. Gente que cree que está en su casa. Se ha perdido lo de ir al cine y guardar silencio. Antes era como ir a la Iglesia. No puedo concentrarme. Por eso prefiero ver la película en casa y llorar con tranquilidad. Me he comprado un pantallón gigante. Cuando hay una película muy buena voy al cine. Pero si es una que no tengo claro si me gustará, la veo en casa. La última vez que fui al cine fue al Verdi a ver ‘La zona de interés’.
"No voy al cine porque hay mucha mala educación. Es como una maldición que sufro: siempre me toca al lado alguien que me da golpecitos, que está con el móvil, que sale de la sala y entra"
Hace unas semanas, pidió usted que haya en el museo Thyssen que se abrirá donde estaban los Comedia un espacio de memoria del cine. ¿Ha tenido alguna respuesta?
No, todavía no. Sigo recogiendo firmas. Me gustaría que dedicasen un espacio para los proyectores, carteles antiguos, para que se transmita la historia del cine a las nuevas generaciones, que merecen saber cómo era, cómo nació.
No hay museo del cine.
En Barcelona, no. Ya he reivindicado que antes del nuevo Thyssen podría montarse el museo del cine en el Comedia.
¿Si le dejasen hablar con la baronesa, qué le pediría?
Que me cediera un pequeño espacio del nuevo museo para explicar la historia del cine y del Comedia. ¡Baronesa Thyssen, guarde un espacio en su museo para la historia del cine Comedia! Que me dejara entrar en el cine para conservar las piezas interesantes que siguen allí. Cuando llegó Yelmo, en 2017, muchas cosas acabaron en la basura. Una fueron los dos proyectores de 35 mm de los años 60, Ossa VI, que el chatarrero de turno rompió a martillazos. Había operadores a los que se les caían las lágrimas viéndolo. Ese año dejé de ser operador, y pasé solo a vender entradas y palomitas.
"Quiero recordar a Jaume Sanagustín, mi suegro, mi jefe, mi amigo, que murió en agosto. Trabajó en el Comedia desde el principio, en 1960, fue su gerente y su alma hasta que se jubiló en 2011"
El cine cerró sus puertas definitivamente el 14 de enero de 2024.
Fue una pena que cerrara. En la ceremonia de los Goya se recordó a Santi Herreros, fallecido el año pasado, que había sido gerente del Comedia en la etapa de Yelmo. Quiero recordar también a Jaume Sanagustín, mi suegro, mi jefe, mi amigo, que murió también el año pasado, en agosto. Trabajó en el Comedia desde el principio, en 1960, fue su gerente y su alma hasta que se jubiló en 2011..Creo que también hay que reconocerle la trayectoria. De 1997 hasta el 2005, cuando llegó la digitalización, esto no era un trabajo. Era venir a reunirse con amigos y disfrutar de una pasión. Y en gran parte fue gracias a él.
Echa de menos el trabajo.
Una de las cosas que más echo de menos era el pase de prueba que hacía los jueves después de cerrar. Me iba a comprar cena, volvía al cine y veía el pase de prueba en la sala 1, solo, cenando. Con el volumen un poco más alto de lo habitual. El cine solo para mí. Echo de menos tener mi cine. Allí vi todas las películas de 1997 al 2005. A las 3, después de ver ‘Star Wars’ o ‘Men in black’, me iba a casa en el Nitbus.
"Los jueves después de cerrar, a la una, me iba a comprar cena, volvía al cine y veía el pase de prueba en la sala 1, solo, cenando. El cine para mí"
¿Se encuentra por la calle gente que venía al cine?
A veces venían sin techo para pasar la última sesión dentro de la sala, para no estar en la calle. Alguno solo dormía. Ahora los reconozco por la calle y me reconocen, y hablamos.
¿En qué trabaja ahora?
Atención al visitante en la Pedrera: pase por aquí, coja el ascensor.
Y mantiene su carrera como escritor.
Sí.
Se ha autoeditado.
Cuatro libros. ‘Aevum l, hijos de la guerra’, la primera parte de una trilogía de ciencia ficción que un día acabaré; una traducción al castellano sin censura del ‘Manual de campo del sabotaje simple’, un manual que se enviaba a Europa, a la resistencia, durante la Segunda guerra mundial, es de la OSS (precedente de la CIA). Tiene éxito en Amazon: he vendido 1.500. El tercero es ‘Cuando ya no esté’, hecho durante la pandemia. Va sobre cómo una pareja se enfrenta a la gripe de 1918 en su casa. Es un dramón. También escribí ‘Votifarrada’ un libro sobre los programas de los colegios donde se votó el 1 de octubre. Me gustaría contar anécdotas sobre el Comedia.
¿Es un libro clarísimo, no?
Lanzo mi propuesta: tengo historias que contar del Comedia y de lo que es ser proyeccionista, y un montón de fotos.
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