Arquitectura e historia

La nueva vida de la Casa Bosch i Alsina, patrimonio resucitado en plena plaza Catalunya

La inmobiliaria Laborde Marcet ha puesto al día la planta noble del edificio, residencia del rico naviero que llegó a alcalde de Barcelona en 1905

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El principal de la Casa Bosch i Alsina es la nueva sede de la inmobiliaria Laborde Marcet

El principal de la Casa Bosch i Alsina es la nueva sede de la inmobiliaria Laborde Marcet / Jordi Otix

Meritxell M. Pauné

Meritxell M. Pauné

Barcelona
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La concurrida y famosa plaza Catalunya de Barcelona tiene todavía algunos ases en la manga. La mudanza de una consultora inmobiliaria ha propiciado la puesta al día de un espacio modernista y neogótico muy singular. Se trata de la planta noble de la Casa Bosch i Alsina, situada en la esquina de la ronda Universitat y construida por encargo del empresario naviero, indiano y exalcalde Ròmul Bosch i Alsina (1846-1923).

La tribuna de metal, cristal y piedra que preside la fachada ya revela el nuevo destino del principal: son las flamantes oficinas de Laborde Marcet, firma especializada en locales comerciales en ejes prime de Barcelona y alrededores. Este miércoles enseñan por primera vez la sede, tras la rehabilitación y adecuación acometidas. Hasta su desembarco este otoño, la antigua vivienda centenaria era un showroom de marcas de ropa selectas que esporádicamente acogía eventos privados. Se llamaba precisamente La Casa del Alcalde.

Laborde Marcet conocía bien este inmueble señorial: eran vecinos de la misma finca. “Ocupamos muchos años media planta del tercer piso del mismo edificio, donde nos veíamos muy limitados. No crecíamos por no abrir una segunda oficina”, explica a este diario Gerard Marcet, socio y cofundador de la empresa junto a Miquel Laborde. La empresa tiene hoy 25 empleados y facturó tres millones de euros el año pasado. Cuando quedó libre el principal, el match fue inmediato.

“Ha sido una mudanza larga”, reconoce, porque las obras incluían renovar el sistema eléctrico, el aire acondicionado y el aislamiento acústico. El estreno se ha hecho esperar, pues, pero están más que satisfechos con el resultado. El antiguo hogar burgués acoge ahora un puzzle de despachos, escritorios y espacios de reuniones, que se han adaptado al máximo a la distribución original.

La planta noble de la Casa Bosch i Alsina, tras su adaptación como oficinas de Laborde Marcet

La planta noble de la Casa Bosch i Alsina, tras su adaptación como oficinas de Laborde Marcet / Jordi Otix

El comedor del siglo XIX, con una colorida vidriera y una chimenea decorada con un barco en alusión al comercio transatlántico, es ahora una espectacular sala de reuniones. El salón alberga el despacho de los dos socios, rebautizado como “la catedral”. Han unificado los cuatro dormitorios, que ya solo estaban separados por tres tabiques modernos, para crear una zona de trabajo compartida, diáfana y moderna. Un altillo aprovecha la altura en el extremo que perdió hace décadas las molduras originales.

Techos ricamente decorados, elegantes suelos de mármol y madera y cristales grabados revelan todavía el uso primigenio, mientras que las lámparas de diseño aportan un contrapunto contemporáneo. Mención aparte merece el pequeño patio de luces embaldosado de blanco y rematado con una claraboya, característico de las fincas de la época. Conserva una figura de una doncella con flores en las dos manos, aparentemente procedente de la etapa como showroom.

La planta noble de la Casa Bosch i Alsina, tras su adaptación como oficinas de Laborde Marcet

La planta noble de la Casa Bosch i Alsina, tras su adaptación como oficinas de Laborde Marcet / Jordi Otix

El descampado de plaza Catalunya

Ròmul Bosch i Alsina compró el terreno unos años antes de ser alcalde, cuando el paseo de Gràcia y el centro del Eixample eran poco más que un barrizal entre la ciudad vieja y el nuevo distrito dibujado por Ildefons Cerdà. Le encargó la obra en 1891 a tres hermanos arquitectos, los Bassegoda Amigó, muy activos en los círculos literarios de La Renaixença. A posteriori le añadió la tribuna y el ascensor de caoba, que sigue en funcionamiento.

La planta noble de la Casa Bosch i Alsina, tras su adaptación como oficinas de Laborde Marcet

La planta noble de la Casa Bosch i Alsina, tras su adaptación como oficinas de Laborde Marcet / Jordi Otix

“Apenas se estaba urbanizando la plaza y él tuvo el tino de comprar un terreno para edificarlo, vivir en el principal y comercializar el resto de espacios”, explica con los planos en la mano Gemma García, apasionada de la historia de la finca y responsable de las comunicaciones de la inmobiliaria. “Los sucesivos inquilinos de los locales a pie de calle reflejan la evolución comercial de la zona: sastrerías, relojerías, agencias de viaje y ahora dos restaurantes”, remacha.

El naviero y político dejó un extenso legado en la ciudad, principalmente como presidente de la junta de obras del Puerto de Barcelona, cargo que ostentó dos décadas y desde el que diseñó el actual Port Vell. Esta es la razón, poco conocida, por la que la denominación oficial del Moll de la Fusta es muelle Bosch i Alsina. También da nombre a una minúscula callejuela que va de la avenida Tibidabo a las cocheras del Tramvia Blau, para recordar que creó junto a Salvador Andreu, Teodor Roviralta y Romà Macaya la Compañía Anónima Tibidabo, germen del futuro parque de atracciones. El colofón a su trayectoria fue dirigir la ciudad, un honor breve porque duró solo medio año, de julio a diciembre de 1905.  

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