Barceloneando
La deliciosa historia de las señoras que adoraron al Tramvia Blau en su último día de circulación
El tranvía del Tibidabo se despidió el 28 de enero de 2018 entre los bailes y gritos de tres amigas que, siete años después, siguen reclamando el regreso del pequeño ferrocarril
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Barcelona ya tiene sobre la mesa el proyecto para el Tramvia Blau, siete años después de su adiós
HEMEROTECA | El último viaje del Tramvia Blau

Jordi Otix y Patricio Ortiz


Carlos Márquez Daniel
Carlos Márquez DanielPeriodista
Periodista especializado en Barcelona. En 'El Periódico' desde principios de siglo. Los últimos 17 años, dedicados a la información local: movilidad, urbanismo, infraestructuras, política municipal, barrios, área metropolitana y medio ambiente. Colaborador habitual en los programas de televisión 'Bàsics' (Betevé) y 'La Selva' (TV3).
Dispuestas a todo, alegres, entregadas, voluntariosas. Tina, Angie y Lis son tres mujeres que destilan una desacomplejada y fantástica madurez. El 28 de enero de 2018 se encontraron en un bar de la plaza del Doctor Andreu para despedir al pequeño tranvía del Tibidabo. A las 19 horas salieron a la calle para presenciar el arranque del último viaje de bajada hasta la cochera, en la calle de Bosch i Alsina. Gritaron a pulmón que había que salvarlo, incluso lo persiguieron durante los primeros 50 metros. Todo muy épico, con un punto de surrealismo. Se convirtieron, por méritos propios, en las Señoras del Tramvia Blau, las Thelma&Louise de Barcelona. Este diario pudo grabarlo todo, pero ese día no hubo manera de dar con ellas y han sido necesarios siete años para encontrarlas.

De izquierda a derecha, Tina, Lis y Angie, en la plaza del Doctor Andreu, el jueves de la semana passada / Jordi Otix
Angie González regenta junto a su pareja, Deme Gómez, una empresa de rutas en sidecar por Barcelona. Angie&Deme Dreams, se llama el negocio. Suya es la moto que aparece en el video y en las fotos. De un azul algo más claro que el del tranvía, pero azul al fin y al cabo. Las tres damas se presentaron, sin que este diario les pidiera nada en concreto, vestidas de azul, con joyas de color azul, uñas azules, la moto azul. Todo azul. Y un cartel sobre el faro del sidecar, obra de un amigo andaluz, en el que se lee "salvem el tramvia blau", el grito que las catapultó a la fama local ese triste domingo de 2018, cuando el menudo ferrocarril se despidió, según alegó el ayuntamiento, por motivos de seguridad. Poco puede aportar cualquier texto a su magnífica puesta en escena.
La casualidad
"Junto al Merbeyé / a mis pies, mi ciudad", canta Loquillo en 'Cadillac solitario'. En este mítico bar, emblema de una Barcelona en extinción, se encontraron las tres mujeres por casualidad. Angie subió con Deme para hacer fotos con los sidecars y el tranvía. Y Tina Vives y Lis Fonts habían quedado para tomar algo. Todas subieron con la idea de honrar al Tramvia Blau el día de su último servicio. Al verse (Lis y Angie ya eran amigas), compartieron mesa y conversación. Hasta que llegó la hora. "Escuchamos la campana del tranvía, nos miramos y dijimos: 'Qué, ¿hacemos algo? ¿La liamos?'. Y decidimos salir a despedirlo a nuestra manera".

Las Señoras del Tramvia Blau repiten su reivindicativo baile, en esta ocasión, para reclamar el retorno del menudo ferrocarril / Jordi Otix
Antes de que arrancara regalaron unos tímidos bailes acompañados de un canto coral con palmas. Como si estuvieran calentando. Primero echaron mano de un clásico, "¡El tramvia serà sempre nostre!", de difícil musicalidad, para luego pasar a su lema más conocido: "¡Salvem el tramvia! ¡Salvem el tramvia!". Se venían arriba. Detrás de ellas, Deme con el móvil, grabando y sufriendo como una madre en un parque acuático: "¡Cuidado, cuidado! ¡Delante no! ¡No os acerquéis al tranvía!". Sobra decir que no le hicieron ni caso.
"Muchas gracias por haber venido, tienen el honor de hacer el último viaje de bajada, espero que no sea el último"
En el interior del ferrocarril, una veintena de afortunados escuchaba las palabras del maquinista: "Muchas gracias por haber venido, tienen el honor de hacer el último viaje de bajada, espero que no sea el último", decía un emocionado Lauren Quer, un veterano de TMB, empresa pública que se hizo cargo del Tramvia Blau a principios de los años 80.
Baile y persecución
Lauren, aficionado a las maquetas y propietario de un precioso Tramvia Blau en miniatura, colocó la catenaria y le dio a la manivela. No hizo falta que Lis, Tina y Angie se pusieran de acuerdo. Empezaron a correr como alma que lleva el diablo y ahí la cosa se desmadró. Se perdió la coordinación. Lis lanzaba besos desde la parte más exterior y seguía gritando a favor de amnistiar el tranvía. Angie ocupaba el centro del campo y solo acertaba a lanzar unos berridos de desconsuelo. Y Tina, quizás la más atlética y de largo la más reservada, se cogía a una barra lateral y saltaba, como si tratara de frenarlo.

Lis, Tina y Angie, en el sidecar azul y vestidas de riguroso azul, bajando por la avenida del Tibidabo, sobre el trazado del Tramvia Blau / Jordi Otix
"Se nos iba parte de nuestros recuerdos, de nuestra infancia", recuerda Tina. "Era la primera atracción cuando subías al Tibidabo de pequeña, de hecho era mi preferida. Mi padre quería subir en coche, pero yo le decía que ni hablar, que prefería el Tramvia Blau", añade Lis. "Tenemos que cuidar más las cosas emblemáticas. Las bodegas, el comercio de toda la vida... Si no nos convertiremos en una ciudad cualquiera del planeta, sin ninguna peculiaridad", remata Angie.
El 47 del 'upper'
En un momento de la persecución, justo cuando pasa una moto de cara, se ve cómo se detienen. Avenida abajo se escurrían casi 120 años de historia. "La verdad -sostiene Angie- es que entonces pensamos que no volveríamos a verlo nunca más". Poco podían hacer, pero ahí quedaron sus gritos, en representación de buena parte de los barceloneses. "Torre Baró tuvo la lucha del 47, aquí tenemos la del Tramvia Blau", bromea Deme.
"Torre Baró tiene la lucha del 47, aquí tenemos la del Tramvia Blau"
En ello se supone que está el consistorio, que por fin tiene sobre la mesa el proyecto ejecutivo para recuperar el Tramvia Blau, que incluye la reforma de la avenida del Tibidabo. No ha trascendido, pero la factura superará holgadamente los 20 millones de euros cuando en 2018 se hablaba de 11 millones. Con los presupuestos de 2024 prorrogados para el presente año, el gobierno de Jaume Collboni, en el caso de querer impulsar el proyecto, debería conseguir el plácet del pleno municipal: 21 votos de los 41 asientos que forman el cónclave. O quién sabe: ¿colaboración público-privada?
La primera pista
Estos siete años de infructuosa búsqueda de las Señoras del Tramvia Blau terminaron el pasado 28 de enero, cuando se cumplían siete años de encierro del tranvía. Tras volver a compartir el video en Twitter, un anónimo bajo el nombre de Trompetas de Jericó abonó la primera pista. "La señora de la derecha se llama Lis, creo. Es la propietaria de este taller". Adjuntaba un link a un negocio, el Taller Pelayo, sito en la calle de Ravella, en Sant Gervasi. Lo abrió en 1956 el padre de Lis, don Pelayo Fonts Bosch, todo un personaje que daría para otro artículo.

Celebrando la vida sobre el sidecar, con el edificio de la Rotonda al fondo a la izquierda, y con la catenaria del Tramvia Blau sobre su cabeza / Jordi Otix
La pista definitiva, sin embargo, llegaría al día siguiente, el 29 de enero, seis minutos después del mediodía. La exdiputada del PSC Assumpta Escarp mandaba el siguiente mensaje de Whatsapp a quien les escribe: "Es amiga mía, ahora te mando el teléfono (ella está de acuerdo)". "Esta ciudad es un pañuelo", añadía este mismo martes la también exconcejala del Ayuntamiento de Barcelona. Fue llamarla y flechazo instantáneo: encantadas de recuperar aquel día y de volver a liarla para defender el tren azul del Tibidabo, inaugurado en 1901.
Muy vivas
"Esa tarde estábamos muy enfadadas, pero decidimos demostrarlo de manera festiva", dice Lis. "El día que vuelva estaremos ahí, sin ninguna duda, y a liarla otra vez", avanza Tina. "El 10 de octubre de 2017 me operaron de un cáncer de mama, así que ese 28 de enero de 2018 también estaba celebrando que estaba viva. Y hoy, con el pelo ya largo, lo sigo celebrando. Seguimos muy vivas". El encuentro en la parada del Tramvia Blau termina con una repetición de lo que sucedió aquel domingo. Pero ahora ya no cantan "salvem el tramvia", ahora es el momento de "recuperem el tramvia".
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