Cambio de titulares y de propuesta
Dos restaurantes históricos cerrados resucitan en Barcelona con cambios y nuevos operadores
El antiguo Versalles de Sant Andreu ya se ha reinventado como brasería, mientras que el clausurado Can Lluís mantendrá el nombre y estilo de la mano de una empresa rusa familiar
El restaurante Can Lluís de Barcelona se rebela contra un desahucio "sin aviso"
Barcelona pierde un icónico bar de barrio tras 109 años de historia
Seis establecimientos emblemáticos de Barcelona resucitan con nuevos operadores

Exterior del restaurante can lluis, que parece que va a reabrir en breve. / EP


Patricia Castán
Patricia CastánPeriodista
Periodista en El Periódico de Catalunya desde 1996. Ha ejercido de redactora y jefa de sección en Gran Barcelona. Especializada en los ámbitos de economía local, comercio, turismo, vivienda, ocio, gastronomía y tendencias urbanas.
El sufrido comercio histórico de Barcelona que se ve abocado al cierre --casi siempre por el peso de los alquileres-- suele tener una segunda oportunidad cuando se trata de restaurantes. Sobre todo en distritos céntricos o zonas cotizadas, donde una licencia de restauración siempre tiene salida. Es el caso del antiguo bar Versalles de Sant Andreu, que el pasado junio fue noticia por su cierre, pero rápidamente logró un relevo empresarial que se ha materializado con la apertura La Madurada Petit Versalles el pasado fin de semana, con nuevo rumbo e interiorismo. O del emblemático (con diversos elementos protegidos patrimonialmente) Can Lluís, en el Raval, que en está en obras para iniciar una nueva etapa en verano, con el mismo nombre y tipo de cocina pero a cargo de una empresa que no es del sector de la hostelería ni está vinculado a la familia que lo gestionó durante tres generaciones en el barrio.
El de Gran de Sant Andreu, 255 era un caso seguido de cerca por los vecinos, que temieron que su icónico bar de 1915 --que ya había probado reforma y distintas gestiones desde 2009-- se convirtiese en una cafetería franquiciada. Así lo dejaron claro con pintadas en su fachada. Este nuevo desenlace es un término medio, en tanto que mantiene algún elemento original (no protegido) del bar e incluso parte del nombre como homenaje (fue Petit Versalles en su primera etapa, hasta la dictadura franquista), aunque con un giro total en su enfoque comercial y un rediseño propio de su marca.
Cocina al carbón y distintos tipos de carnes y cortes son su sello de identidad, aunque su carta también incluya pescados y verduras y tapas. Detrás del proyecto hay una buena base empresarial, en tanto que su impulsor es el empresario Ferran Ballús, que se hizo con él tras haber consolidado una primera La Madurada en Horta, como restaurante de barrio, mientras que ha hecho lo propio pero con mucha más ambición y público también turista en Enric Granados, con Carnal. En Sant Andreu enfocarán a los comensales de la zona, aseguran.
El cierre había venido precedido de muchos rumores sobre su inasumible alquiler de 10.000 euros y la gestión de los últimos tiempos. Así que el nuevo negocio, con un cambio de enfoque, ha despertado expectación este pasado fin de semana. Los vecinos se apostaban a su entrada para contemplar su llamativa vitrina-escaparate de carnes, donde un chuletón de vaca Simmental cuesta 82 euros el kilo, o un churrasco 18,90 euros, entre otros.
Mismo nombre, nuevo empresario
En cambio, peor suerte había corrido hasta ahora el carismático Can Lluís, de la calle de la Cera, 49, que en 2021 tuvo que cerrar de forma bastante dramática, con desahucio "sin aviso" y conflicto judicial de por medio con el fondo de inversión que había comprado el local años antes.

Foto exterior del restaurante Can Lluís, hace una semana, con las obras pendientes de la llegada de materiales. / MANU MITRU. EPC
El establecimiento de 1929 bajó de ese modo el telón a su historia después de la pandemia, tras meses de inactividad forzada, el peso del alquiler y la falta de acuerdo con la propiedad para su continuidad, rematada por otras incidencias, como detalló EL PERIÓDICO. Curiosamente, el local ha estado disponible en este último tiempo por un importe por debajo del que llegó a abonar con gran esfuerz en su anterior etapa (3.000 euros al mes) la saga familiar que le dio la fama. Pero los problemas de inseguridad en la zona habían jugado en contra de un relevo hasta ahora.
Fuentes de la familia relataron a este diario hace una semana que no tenían relación alguna con el nuevo proyecto del que solo habían visto obras en marcha y desconocían los detalles. Aclaraban que el nombre de Can Lluís no está registrado, pero cualquier nueva aventura empresarial no podrá utilizar el que fue su logo, ni han transmitido (hasta la fecha) su recetario. De hecho, Júlia Ferrer, que fuese alma de la cocina y mujer de Ferran Rodríguez Abella (tercera generación), detalla a este diario que tres años después de su salida del negocio lograron recuperar enseres y mobiliario que les pertenecían. Incluso se llevaron uno de sus dos rótulos de la entrada, aunque el otro estaba dañado.
Reactivación en el Raval
Quien ahora prepara la apertura de cara al próximo verano es un empresa familiar rusa que lleva casi una década afincada en la ciudad, cuenta con apartamentos turísticos en el centro de Barcelona, y está vinculada a la oferta cultural del distrito. Precisamente, conocieron Can Lluís como clientes y les dolía ver su abandono. Creen que una vez reabra será un dinamizador de la calle y pretenden ser "respetuosos con la historia y la cocina catalana" y no enfocarlo al visitante foráneo. Sus obras se han enfocado en mantener el estilo de siempre, dicen, lo que ha precisado el uso de azulejos artesanales para la reconstrucción, y ese es el motivo de que las obras estén ahora inactivas, pendientes de ese material.

Imagen de archivo de Can Lluís, en 2011. / GUILLERMO MOLINER
El distrito de Ciutat Vella confirma que cuentan con permiso de obras y que a posteriori se inspeccionará que se haya preservado debidamente. El restaurante tiene categoría 3 -por sus elementos de interés paisajístico- en el catálogo local de establecimientos emblemáticos de 2016. Pero su gran valor patrimonial es lo vivido entre sus cuatro paredes. De los orígenes como 'Can Mosques' a la gran celebración de sus 90 años, pasando por el azote de la guerra civil, la alegría rumbera de Peret (íntimo de la familia) y la comunidad gitana de la zona, la posterior apuesta por la cultura catalana, y su enorme poder de convocatoria: de Vázquez Montalbán comiendo caracoles a Serrat, Sara Montiel, Vittorio Gassman o el mismísimo Leo Messi.
La misma fuente directa de la empresa enfatiza que ya están creando un equipo de cocina y sala catalán y que comulgue con la esencia de Can Lluís. Incluso esperan poder contar con la familia que lo regentó hasta 2021 como asesora o colaboradora, pero aún no se ha llevado a cabo ningún encuentro al respecto.
El arquitecto Alberto Mejías, impulsor del primer catálogo de emblemáticos, que suele apoyar y asesorar muchas de estas 'resurrecciones', destaca la importancia social de reactivar este emplazamiento, preservar el legado y la valentía de la nueva apuesta, dado el momento delicado que vive esa parte del Raval.
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