Operación pendiente

El retraso del derribo de Venus decepciona en La Mina: “Quieren que nos muramos aquí dentro”

El aplazamiento hasta 2030 para completar el desalojo y proceder a la demolición prolonga la agonía del bloque a las puertas de Barcelona, que padecen los vecinos que aguardan fecha para realojarse y escapar de la degradación

La Mina albergará la sede de una conselleria de la Generalitat dentro de cinco años

Isabel, vecina del bloque Venus, entrando por el portal de una escalera del edificio pendiente de derribo en el barrio de La Mina.

Isabel, vecina del bloque Venus, entrando por el portal de una escalera del edificio pendiente de derribo en el barrio de La Mina. / MARC ASENSIO CLUPÉS

Jordi Ribalaygue

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El enésimo retraso para completar el desalojo del degradado bloque de Venus y echarlo abajo ha vuelto a caer como un chasco en la zona más pobre de La Mina, acostumbrada a tener que esperar para que se le conceda las condiciones dignas de vida que se le prometieron hace más de dos décadas. La que se define como la mayor expropiación de la historia de Catalunya debía acabar en 2028, pero la Generalitat se marca ahora 2030 para rematar la operación, clave en las remodelaciones pendientes en una zona castigada por la estigmatización.

La portavoz de los vecinos afectados de Venus, Paqui Jiménez, se declara indignada por que la demolición se aplace dos años más. “Es una pasada, como para que se nos caiga el mundo al suelo”, lamenta. “¿Creen que los vecinos tenemos 20 años? Nos estamos haciendo mayores. Si tardan cinco años más, habrá gente que tendrá 90. ¿Quién va a querer salir con esa edad? Quieren que nos muramos aquí dentro”, piensa.

“Estamos dando toda la facilidad a ciudadanos en situación muy vulnerable”, defiende el secretario general de Drets Socials i Inclusió, Raúl Moreno. Justifica que las transformaciones a acometer en el vecindario y la resolución de los casos complejos a abordar antes de vaciar el bloque requieren tiempo para que prosperen. “La percepción de algunos vecinos es que nunca es suficiente, y lo entiendo”, empatiza el cargo de la Generalitat.  

José Amaya y Juan, vecinos del bloque Venus pendientes de realojo, ante el edificio del barrio de La Mina.

José Amaya y Juan, vecinos del bloque Venus pendientes de realojo, ante el edificio del barrio de La Mina. / MARC ASENSIO CLUPÉS

Para calibrar si el proyecto va librándose del atolladero, habrá que ver cuántas familias se mudan en los próximos meses a las 24 viviendas disponibles para realojos. “No nos preocupa tanto que, en vez de marzo, sea abril como que la gente con la que tratamos tenga la absoluta seguridad de que le ofrecemos un futuro digno y una vivienda digna”, distingue Moreno. Jiménez se declara escéptica: “Dijeron septiembre, luego octubre, ahora febrero… Todos los plazos van con retraso y así no pueden cumplir religiosamente”.

"Si tardan cinco años más, habrá gente que tendrá 90. ¿Quién va a querer salir con esa edad?", plantea Paqui Jiménez, portavoz de los afectados

“Pensaba que ya estaría fuera”

La expectativa en el bloque era que los pagos de compensaciones y los realojos para abandonar el inmueble se acelerasen entre septiembre y octubre pasados, tal como se comunicó a los residentes. “Pero desde el verano ha ido más lento y ha estado paradísimo”, observa Jiménez. 

“Pensaba que, a estas alturas, ya estaría fuera del bloque”, confiesa Isabel, que confiaba en mudarse meses antes de que acabase 2024. Vive sola en el domicilio al que llegó procedente de las barracas de La Perona, pero parte de la propiedad es compartida con el resto de la familia, incluido un nieto menor de edad. Se ha revelado como un obstáculo. La burocracia para que Isabel se convierta en titular plena de la vivienda y trasladarse sin gasto le resulta demasiado ardua.

“Me llamaron hace dos meses para mirar de arreglarlo pero no me han llamado más”, asegura. Supone que, para salir del bloque, tendrá que esperar a que se construyan pisos nuevos en La Mina, que no estarán por lo pronto hasta 2028. “Llegué joven a Venus y me he hecho mayor aquí”, constata.

Isabel, vecina de La Mina pendiente de realojo, ante el bloque Venus, en Sant Adrià de Besòs.

Isabel, vecina de La Mina pendiente de realojo, ante el bloque Venus, en Sant Adrià de Besòs. / MARC ASENSIO CLUPÉS

El Consorcio de La Mina atribuye que el ritmo de las salidas se haya ralentizado a las circunstancias a menudo desvalidas de los habitantes del edificio. “Pensábamos que iba a ser mucho menos tiempo”, admiten fuentes vinculadas a la remodelación, que alegan que se ha hecho un “sobresfuerzo” para adaptarse a las particularidades de los vecinos: “Los hay que no piden una, sino dos o tres reuniones; ha habido cambios de criterio inesperados; algunos no acuden cuando se les pide; a veces llega un embargo o quedan deudas con la comunidad… Los casos a indemnizar también son cada vez más complicados, con hipotecas, deudas, embargos o herencias en trámite”

“Dan otro piso viejo”

A José Amaya, con 85 años, le han propuesto reubicarse en un séptimo de otra calle del barrio. “Pero soy mayor y necesito un piso bajo”, alega. “Si el ascensor falla, no podré bajar -remarca-. Es raro el día en que no funciona en Venus, pero vivo en un tercero y puedo ir descansando en los rellanos si hay avería. Pero en un séptimo no me veo capaz, porque estoy mal del corazón, llevo marcapasos y tengo muchas enfermedades”.

"Soy mayor y necesito un piso bajo, es raro el día en que el ascensor no falla", cuenta José Amaya, de 85 años

José es uno de los 14 vecinos que han renunciado a realojarse ya. Da otro motivo: “Lo que dan es otro piso viejo, aunque esté reformado. Y la escalera donde está no me agrada, hay droga y soy una persona que no me gusta eso”.

Una vecina sale de una escalera del edificio de Venus detrás de Juan, pendiente de realojo en el barrio de La Mina.

Una vecina sale de una escalera del edificio de Venus detrás de Juan, pendiente de realojo en el barrio de La Mina. / MARC ASENSIO CLUPÉS

A José tampoco le convencen las cantidades que se brindan a cambio de marcharse renunciando a un traslado facilitado por la administración. Por un piso de tres habitaciones, se percibe algo menos de 100.000 euros. "¿Qué pisos se encuentran en Barcelona por ese precio?", pregunta.

"Hay gente que ha cogido el dinero y se ha vuelto al pueblo, a Andalucía, y mi tío se ha ido a una casa en Granollers", explica Juan, a quien han asignado una vivienda en la calle Mart. Sin embargo, él, su esposa y su hijo aún no saben cuándo podrán zafarse de Venus. Aguardan desde julio a que se dé vía libre para la mudanza. “Nos dijeron que sería a finales de verano, luego antes de Navidad, después que sería más tarde... Y así seguimos”, expresa.

Juan renunciará a figurar en la demanda que 35 vecinos mantienen en el juzgado para reclamar una indemnización de 10.000 euros por año por la demora que el plan acumula desde 2010: “No compensa, pero son muchos años. No llevamos seis meses esperando, sino 15 años. Ahora estamos un poco más tranquilos, pero estamos cansados de vivir aquí”.

Tras priorizar los perfiles más vulnerables para que sean los primeros en ser rescatados del bloque, los próximos desalojos se harán por escaleras. La idea es ir vaciándolas de arriba a abajo e inutilizar tramos enteros, de la sexta a la décima planta, destrozando los peldaños para obstaculizar tentativas de ocupación. Mientras llega ese punto de no retorno, las quejas por suciedad, presencia de ratas y humedades apenas decaen en Venus. “Ahora han hecho arreglos en las entradas. ¿Por qué no lo hicieron antes?”, plantea Jiménez, dispuesta a seguir litigando: “¿Aprueban un plan de expropiación en 2024 y van a dejar a gente sin realojar hasta 2030? Tendrán que pagar lo que han hecho mal”.