Altercado por un piso
VÍDEO | La Mina se revuelve contra los Mossos por desalojar a una familia del barrio: “Cuando hay tiros no venís”
La expulsión de un padre y sus hijos de la vivienda que habían retomado cuatro días después de ser desahuciados desata un incidente que hace aflorar el descontento con la policía tras el tiroteo
La violencia erosiona los esfuerzos de La Mina contra los estigmas: “Hay cansancio y enfado”

EL PERIÓDICO


Jordi Ribalaygue
Jordi RibalayguePeriodista
Periodista especializado en información local de Barcelona y el área metropolitana. Ha trabajado en El Mundo, EFE, Público, Ara, Tot Barcelona y medios locales de Sant Adrià de Besòs y Badalona. Ha colaborado en la redacción del libro 'Objectiu Venus', sobre el barrio de La Mina.
El intenso tiroteo en que dos familias enfrentadas se cruzaron más de 150 disparos en apenas cinco minutos sacudió a La Mina el pasado 7 de enero. A su vez, sembró una indignación en la zona que, en parte, se enfoca sobre los Mossos d’Esquadra, cuya comisaría se halla apenas a 300 metros de donde se desató la trifulca. Varias voces del barrio situado en Sant Adrià de Besòs, incluidas entidades como la Asociación de Vecinos, han achacado inacción a los agentes, que siguen investigando para encontrar y detener a los participantes en la refriega, a los que asocian con el tráfico de droga. Con la conmoción causada por la reyerta aún fresca, la rabia de parte del vecindario afloró anoche y se dirigió contra la policía. Ocurrió cuando acudió a abortar el intento de una familia para regresar a la vivienda de la que fue desahuciada el lunes. Varios vecinos, incluido el padre de familia, se volvieron airados contra los agentes, repitiendo el mismo grito: “Cuando hay tiros no venís”.
El altercado de este viernes en La Mina, desvinculado de la pelea de principios de mes, comenzó después de que el progenitor y sus hijos menores -tiene cuatro, entre 15 y tres años- lograran abrir la puerta blindada instalada en el domicilio de la calle Mart del que fueron expulsados por orden judicial a principios de semana. Varios vecinos los acompañaron y los apoyaron, tras unos días en que han buscado cobijo en casas de amigos y parientes del barrio. “El primer día les ofrecieron una noche de hotel y nada más, luego se han repartido por varios domicilios: yo tengo a uno de los críos, todos están separados y el padre hace tres meses que no cobra nada”, cuenta una vecina. Recalca que es una “familia vulnerable” y sostiene que los servicios sociales no le han ofrecido alojamiento.
La irrupción de la familia en el hogar hizo saltar la alarma antiocupación. Advertidos por la alerta, los Mossos se personaron en la escalera, incluidos antidisturbios de la ARRO. Allí toparon no solo con el hombre y sus hijos, sino con varios vecinos que se pusieron de lado del padre y trataron de entorpecer la intervención policial.
“Subieron con armas y porras, pegaron al padre de los niños, también a varias personas que había en el piso apoyándolos y empujaron a los menores”, asegura una vecina. “En cuanto se vio a la ARRO y los mossos, la gente se reunió para decirles cosas y se lió”, describe. “Hubo gente que les gritaba desde los balcones y no los dejaban subir ni bajar”, relata.
Los Mossos informan de que uno de los congregados propinó varias patadas a un agente y acabó arrestado. Según la fuente consultada, se trata de un hermano del vecino desahuciado y ha quedado en libertad tras pasar a disposición del juzgado de Badalona esta mañana. Su entorno niega que obrase con violencia. Algunas personas lanzaron objetos a los furgones que se apostaron en la plaza de Camarón de la Isla.
Cascada de reproches
Los presentes recriminaron con vehemencia a los agentes que acudiesen a desalojar el piso por segunda vez en menos de una semana. Al mismo tiempo, les afearon que no impidiesen el intercambio de disparos en plena calle de hace unos días.
“Cuando hay tiros ni vienen”, se oye a una vecina encararse a los agentes en uno de los vídeos a los que EL PERIÓDICO ha tenido acceso de la escena que se vivió dentro del bloque de la calle Mart. “Pegan tiros y no salen, tardan tres horas en salir”, echa en cara otro de los congregados. “A esos no los detienen”, censura una mujer. “Los cogen y un minuto después están en la calle”, prosiguen las voces, mientras los policías identifican a parte de los concentrados que se interpusieron para impedir la desocupación.
La cadena de reproches a los mossos apenas tuvo freno, solo interrumpida por la tensión del momento. “A los de la marihuana sí que tendrían que venir así”, los reprendieron. “Id a por los ladrones, cuando pegan los tiros no estáis”, los abroncaron. “A los tiros no vienen, pero a los desahucios sí”, los criticaron. “Los vais a echar y van a meter marihuana, ¿queréis que hagan eso? ¿a que no? Pues dejadlos”, les rogaron. “Eso es lo que queréis, que planten”, los acusaron. “Tenéis firmas de todos los vecinos conforme que queremos que estén aquí”, les imploraron.
Hostilidad y angustia
La tarde de ayer no solo fue hostil para los policías, sino también angustiosa para la familia que pretendía retomar la vivienda. Las grabaciones dan fe de las tentativas de los agentes para persuadir al padre para que acuda a los servicios sociales para resolver sus apuros. A su vez, el hombre les confesó sentirse desesperado.
“Salid, lo arreglaremos con el asistente social, pero tenéis que salir”, emplaza un mosso a la familia en uno de los vídeos que se han difundido del incidente. “Yo no estoy de okupa”, replica el padre. “Ya lo sabemos, pero así no, ¡así no!”, procura disuadirlo un policía. “No tengo techo, tío, no tengo adonde ir, lo he perdido todo”, implora el afectado. “Ya lo sé, ya se te ve, ya te lo veo”, empatiza el agente.
Uno de los congregados pidió a los policías que, como mínimo, dejasen a la familia recoger los enseres que no pudieron retirar durante el desahucio del lunes. “La jueza me prometió que hoy podría recogerlos”, afirmó el padre de familia. “Solo pudieron sacar cuatro trapos, él y sus hijos están sin ropa”, sostiene una vecina.
Ante la zozobra, los Mossos pidieron refuerzos. El desalojo se acabó consumando. “Los sacaron a empujones y patadas. Fue un desahucio oculto, sin asistentas sociales”, se quejan en el barrio. Aun así, una testigo comenta que el padre de familia estuvo anoche custodiando el domicilio. “Dejaron la puerta abierta de par en par, quien fuera podía entrar a robar. Se quedó a vigilar sus pertenencias, pero entre esta tarde y mañana van a ‘chapar’ el piso otra vez”, comenta la mujer.
La rutina ha vuelto este sábado al barrio. “Ahora está tranquilo, hasta que los Mossos vuelvan a venir”, intuye la vecina.
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